Pasitos para una mudanza
Una mudanza es literalmente un cambio. De aspecto, de piel o de naturaleza, esa renovación involucra un esfuerzo. Dejar las cosas y entrar en una nueva casa no es solo tarea difícil. Sobre todo si a usted le gustan los objetos, requiere de ciertos pasos para evitar traumas. Estos son unos breves consejos.
1. Primero los cajones
Empiece por los más lejanos. Escudriñe en usted mismo/a. Abra el sobre de las cartas de su ex o la billetera vieja en la que cargaba la foto de su mamá. Tómese su tiempo para reír y recordar pero bote todo lo que pueda, incluidas las boletas de conciertos de bandas que ya ni siquiera escucha.
2. Después la ropa
La mudanza es importante porque, así sea cerca, uno se va. Y como las cosas o la gente, en la libertad de irse hay que ser generosos y dejar ir, regalar, poner a circular: camisetas estampadas para las que ya no existen suficientes domingos, piyamas de conejito, zapatos con los que iba a clase de educación física, bufandas heredadas, medias rotas… ¿realmente necesita todo eso?
3. Los libros pesan
Si usted cambia de país o tiene demasiados libros –vale: nunca son demasiados pero digamos que son muchos muchísimos y algunos no los ha leído y nunca los va a leer–, haga lo posible por permitir que otros lean lo que usted no quiso. Deshágase del ejemplar pirata de Rayuela o de ese diccionario filosófico. Haga una campaña para que sus amigos adopten los libros que usted ya no leerá y deles –a los amigos y a los libros– la oportunidad de un mejor hogar.
4. Acepte que ha cambiado
Revise la nostalgia y el desapego de las cosas que encontró, de las cosas que decide que se quedan con usted. Suena a filosofía barata pero usted no es lo que tiene. Entienda que, aunque sea la misma persona que dibujó corazones en la esquina del cuaderno que todavía conserva, ha tenido que mudarse muchas veces de sí mismo. Es el mismo pero es otro.
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