Reciclar en medio de la crisis
Con la crisis la pandemia, la basura también ha empezado a escasear. Los recicladores hoy se la rebuscan más que antes entre lo poco que otros mandan a la caneca. Algunos nos cuentan cómo han sido sus jornadas durante estos meses.
Entre todas las cosas que han caído en una considerable crisis por cuenta de la contingencia que vivimos para mitigar la pandemia de la COVID-19, una de las que menos se habla ha sido la basura. Sí: la basura también entró en crisis. Pero en el gremio de los recicladores, decir ‘basura’ es entrar en discusiones. Lo que para el resto de las personas en la ciudad podría ser cosas sin valor, que en los términos más cariñosos llamamos ‘desechos’, a gran parte de esos materiales, en el gremio del reciclaje, se les conoce como ‘aprovechables’.
El caso es paradójico. Mientras las cifras mundiales de utensilios desechables y plásticos de un solo uso aumentan, especialmente tapabocas, guantes, envolturas y empaques de domicilios (que todos se pueden calificar como basura en el sentido más estricto por ser material relacionado al tratamiento de la COVID-19), los materiales aprovechables escasean. Con menos comercio, menos gente consumiendo o saliendo a la calle y menos personas produciendo en empresas y fábricas, también son menos los materiales aprovechables como el papel, el cartón o los empaques plásticos.
Sin embargo, esa crisis no es reciente. De acuerdo con análisis de Ecowork, empresa dedicada a la realización de programas de inclusión para los recicladores en la capital colombiana, y a la Asociación de Recicladores de Bogotá, como tantas cosas, en el reciclaje se han presentado todo tipo de problemas que solo se pusieron en evidencia con la llegada de la pandemia. La disminución en los precios a los que se compra el reciclaje es uno de ellos. Desde 2019, mucho antes de la crisis, la falta de demanda por parte de la industria ha sido tal que ciertos materiales aprovechables no resultan rentables para el reciclador.
Por ejemplo: el tretra pack. Se calcula que un kilo de este material se paga hoy en día, en promedio, a unos 70 pesos. Un kilo es, a su vez, unas 100 unidades, que ocupan un espacio considerable en las carretas de los recicladores para ganarse solamente 700 pesos. En otras palabras, no aguanta. Lo mismo pasa con otros materiales como las plegadizas (las cajas en las que se empacan todo tipo de productos como los medicamentos o los cereales) o los cartones de huevos. “No es que no sean aprovechables, lo que pasa que la industria, por alguna razón, no los está comprando”, explica Andrés Padilla, cofundador de Ecowork.
Así las cosas, los recicladores se interesan más en materiales como el papel o las latas que, con todo el mundo confinado, son las que más han escaseado en los últimos meses. A esa situación, se suma también la de la exposición de los recicladores al virus durante su trabajo, lo que ha hecho que muchos de ellos, especialmente los de la tercera edad, hayan tenido que suspender sus labores y, al mismo tiempo, ver cómo se ganan un sustento. De acuerdo con la ARB, son más de 5.000 recicladores mayores de 70 años los que hoy atraviesan una crisis tal en la que pasan días sin mercado.
Sin embargo, las cifras son inciertas. Se calcula que solo en Bogotá hay unas 21 mil personas que viven del reciclaje, de acuerdo con cifras del distrito, pero no abarca la totalidad de esa población ya que muchos lo hacen informalmente. La crisis que viven, entonces, es una de las más silenciosas que hay actualmente. La mejor forma de ayudar es algo más fácil de lo que uno se podría imaginar: hablando. El ejercicio es sencillo: tómese un día para entregarle personalmente el reciclaje al reciclador de su casa y hable con ellos unos 5 o 10 minutos. Son muchas sus historias y, seguramente, muy parecidas a estas:
Carlos
“Llegué a Colombia hace un año y cuatro meses. Soy venezolano. Empecé trabajando en construcciones, transportando gas e incluso en cementerios. Pero con el tiempo me di cuenta de que me iba mejor reciclando. Empiezo a eso de la 1 de la tarde, recojo la carreta en la recicladora que me la presta y estoy terminando a eso de las 8 o 9 de la noche… Gracias al reciclaje puedo al menos llegar a la casa y tener algo qué comer… Al día me puedo hacer cuarenta, cincuenta mil pesos y me hago unos cuatro o cinco recorridos, y en cada uno llego a cargar hasta media tonelada… Las personas saben reciclar, pero es mejor cuando saben qué es lo que uno recicla. A mí lo que más me interesa es la chatarra: cosas como placas de aluminio, por ejemplo, eso me sirve mucho. Ahora las chatarrerías han tenido poco trabajo, pero lo que hago es que a las personas del barrio les digo que si tienen cualquier cosa que sea chatarra, me la guarden. Muchos ya saben y, la verdad, eso me ha ayudado mucho estos días”.
Jesús y Jesús
“Anteriormente trabajaba en construcción pero no tuve plata para renovar el certificado de altura entonces empecé a reciclar. Ya llevo un año y medio reciclando y mi hijo, que tiene 16 años, me acompaña… Soy barranquillero y desde que supe qué es la libertad, también supe qué es el libertinaje… Así he estado en muchas ciudades y volví a Bogotá hace más o menos dos años y como sé cómo es la plaza acá, empecé a reciclar. Esta es la mejor plaza para reciclar, pero si lo que tú quieres es gaminear, pues entonces te vas a poner a gaminear…Pero si te dedicas a buscar en la basura te encuentras de todo: el celular que la gente piensa que ya no le sirve y hasta plata… el año pasado, en una caneca que ya había revisado otro reciclador, me encontré una billetera con 101 mil pesos… Y por ejemplo, ayer, un loquito me dijo “coja esa bolsa que ya no tiene nada” y busqué bien y me encontré un billete de cincuenta mil pesos… la gente muchas veces no sabe ni qué bota”.
Dervin
“Tengo 20 años… Estaba trabajando en talleres lavando carros y luego en una barbería, pero como todo eso se cerró me vi apretado, necesito plata y entonces mi primo, que lleva seis meses reciclando, me dijo que lo acompañara a reciclar y me decidí a venir. Con todo esto de la pandemia, apenas si hemos podido pagar arriendo y tener comida, y como no me puedo quedar quieto me animé a reciclar, hay que hacer algo. Hoy es mi primer día, por eso estamos compartiendo la carreta… Empezamos como a las siete y ya hemos hecho como unos tres recorridos… La policía a veces nos molesta, no nos deja estar mucho tiempo en un solo lugar, entonces le hacemos rápidamente… Acá, ente lo que llevamos, lo más valioso es una laptop, pero no sabemos si funciona. Si funciona, la dejo para mí. Y en el peso que llevamos ahí, calculamos, van unos 80 mil pesos. No está mal para ser el primer día...”.
Brayan
“Tengo 24 años y casi toda la vida me he dedicado al reciclaje… Me vengo desde Lomas hasta Galerías a reciclar, desde muy temprano hasta muy tarde, por ahí de siete y media a 9 y media… Con esta cuarentena esto ha estado muy suave… Y aunque la gente está en su casa pues en realidad no están produciendo nada, nada, no tienen material para botar y todo escasea… Ya varias veces me ha pasado que camino cuadras y cuadras y no me enuentro es pero nada… En un día normal de cuarentena me podía hacer unos 30 mil o 40 mil pesos… Ahora, me he ido a la casa hasta con 7 mil pesos… Mi carreta no es mía pero es como si fuera mía… Es del dueño de la recicladora pero él me la presta porque es muy encartador venirse con esto. Si es prestada, no le tengo que pagar parqueadero y eso es un gasto diario… Pero ya todos saben que esta es como mi carreta y pues por eso la pongo así toda bonita… Acá he recogido muchas cosas, pero lo más chimba, lo más chimba, fue una colección de 16 muñequitos de la Warner Brothers del 95: la mantuve conmigo mucho tiempo, es que eran muy lindos… pero ya un día estaba muy muy apretado y con mucho dolor tuve que empeñarla cerquita a la 80… Me dieron solo 70 mil pesos… Mucha gente sigue reciclando cosas que no sirven, por la publicidad engañosa, como las plegadizas o el tetra pack… pero ahora, por lo del coronavirus, están comprando muchas cosas de caucho y PVC”.
Johnatan
“Yo trabajo todos los días, pero cada día es diferente… Mi sector va de la 36 a la 63, arriba y debajo de la Caracas y en esta zona el mejor día es el martes, porque la gente guarda toda la basura para el camión que no pasa desde el sábado… Siempre me levanto temprano. La carreta es mía y yo duermo en ella, entonces ya depende de mí cómo me organizo. Ahora es muy difícil encontrarse las cosas que pagan mejor, las cosas de archivo, lo que llamamos archivo, que es papel del que botan en las oficinas… Si antes me hacía 50 o 40 mil pesos al día, ahora me hago la mitad… Además de eso, también encima está que esto se lleno de venezolanos, y ellos ahora salen no uno a reciclar, sino todos en familia, entonces muchas de las personas se conmueven y prefieren guardarles la bolsita blanca a ellos, entonces hay más competencia, se pone más difícil todo… Pero todos los días me he hecho algo… Ya la cosa está mejor, pero de todos no modos no hay comparación: el archivo, que ahora es como lo más valioso, ahora lo pagan a la mitad, a 400 pesos… y hoy, que he estado trabajando desde las 7, no me he encontrado sino 2 kilos”.
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