Tener matas
Las mascotas vegetales también requieren cuidados especiales. Tal vez no sean tan cool como un gatito y nadie suba fotos de sus plantas en Instagram, pero son seres vivos tan (o más) agradecidos que los cuadrúpedos peludos.
ener matas es como tener mascotas: se trata de asumir todo lo que implica cuidar a un ser vivo. Cualquier otra decoración, por bonita que sea –un cuadro o un cristal, un adorno o un mueble–, se mantiene igual. Por eso, la gracia de tener matas de verdad y no unas odiosas copias de plástico es que la naturaleza siempre sorprende: a las plantas les salen brotes inesperados, flores cambiantes, olores, formas y matices imprevisibles. Cuando se ven sanas y llenas de vida uno siente que recibe un regalo de la naturaleza, y cuando decaen se termina sufriendo y tratando de salvarlas.
Para convivir con ellas hay que conocer sus gustos, observarlas para saber si están más cómodas al sol o a la sombra, descubrir si les sienta más el riego abundante un día a la semana o prefieren un poquito de agua cada día. Y hay que aprender, poco a poco, qué las incomoda y qué las enferma, y protegerlas del frío y del calor, de plagas y hongos.
Las plantas también necesitan que las acicalen. Hay que quitarles las hojas secas, abonarlas de vez en cuando, revolver la tierra de las macetas para que no se apelmace, replantarlas en tierra nueva si parecen agobiadas por unas raíces que ya no caben en la matera, podarlas para darles vitalidad.
Hay gente que termina hablándoles y achaca su belleza a las conversaciones que sostiene con ellas. Hablen o no, oigan o no las palabras amables de sus jardineros, las plantas son una buena compañía. Para muchos traen buena suerte y espantan males, por lo que es común que en casas y negocios haya una sábila colgada cerca de la puerta y plantas como “billete”, “centavito” o “saca sal” para cuidar las finanzas del hogar.
Aunque se especula mucho sobre los efectos positivos de tener plantas, es cierto que limpian el aire, reducen el ruido y la electricidad estática y aumentan la humedad del aire. No es verdad que tener plantas en las habitaciones sea malo para la salud: sí, ellas también respiran, pero durante la noche usan mucho menos oxígeno del que gastaría un bebé o un gato que compartiera el cuarto con usted. Además, después, en el día, devuelven el poco oxígeno que han consumido. Pero sobre todo, y lo más importante: las matas hacen felices a quienes las cuidan y las ven crecer y florecer.
Si usted es nuevo en el mundo de las plantas, si aún no tiene una en su sala o sus cuartos, acá va una sencilla guía para empezar:
Lo primero es escoger qué matas quiere: si tiene balcones o patios, o espacios cercanos a las ventanas, con buena iluminación, puede escoger algunas matas grandes, como chefleras, palmas o azaleas, que pueden llegar a medir más de metro y medio. Para estas plantas hay que tener materas grandes directamente en el piso. En mesas o repisas se pueden poner las matas medianas o pequeñas: bromelias, geranios, helechos, anturios, suculentas, cactus o poleos. Las más pequeñas, las de ramitas que cuelgan o pequeñas enredaderas pueden colgarse en canastas o dejar que su follaje caiga de las mesas. Las que tienen hojas pero no flores pueden estar en sitios sin mucha luz. En cambio, las que florecen, o las de hojas manchadas (variegadas), los novios o los geranios, deben estar donde reciban más luz y ojalá les llegue el sol directo en algunos momentos del día.
Se aprende con la experiencia, con el ensayo y el error, moviéndolas de un sitio a otro para encontrar dónde crecen o florecen mejor. Las reglas generales son pocas: hay que hacerse amigo de cada planta y aprender a darle gusto. Pero hay algunas recomendaciones que vale la pena tener en cuenta.
¿Cómo sembrar?
Después de comprarlas déjelas una o dos semanas en la bolsa o matera original, mientras se acostumbran a su nuevo ambiente.
Busque una maceta que al menos duplique el tamaño de la original.
Primero, ponga una capa delgada de gravilla (máximo de un centímetro) y después llene la matera con una mezcla de tierra negra, humus y cascarilla de arroz, dejando un espacio para poner la mata con sus raíces, ojalá sin que se desmorone la tierra que trae adherida a sus raíces y sin que quede muy apretada en la maceta.
¿Cuándo regar?
La regla general –pero hay matas que raras veces tienen sed y otras que quieren mucho agua– es regarlas cada tres o cuatro días, sin que se entrapen. Lo ideal es regarlas cuando ya la tierra de encima se ve seca. Pero si se ve que las hojas están alicaídas debe ponerles agua con más frecuencia.
¿Cómo abonar?
La tierra nueva no necesita abonos por varias semanas. Después, vale la pena abonar periódicamente, ojalá con abonos naturales. Una cucharada de triple quince o de úrea cada mes puesta a 10 o 15 centímetros del tallo es suficiente. Para evitar excesos, que queman las plantas, es preferible usar abonos orgánicos líquidos.
¿Cómo combatir plagas y hongos?
En sitios cerrados usualmente no hay insectos, pero pueden aparecer los hongos, sobre todo si hay poca ventilación, la temperatura es tibia y la tierra se dejó secar. En estos casos lo mejor es limpiar las hojas afectadas con agua y jabón o simplemente poner una cucharadita de jabón en polvo en un litro de agua y con un atomizador rociar las hojas afectadas.
Para la palomilla (unos pequeñísimos insectos blancos, que se amontonan en el reverso de las hojas y salen a volar cuando estas se mueven), lo mejor es licuar un par de dientes de ajo con un ají bien picante en un litro de agua, colar la mezcla y rociar las matas afectadas, especialmente por debajo de las hojas, día de por medio. Pronto aprenderá a distinguir los huevos de la palomilla; si tiene paciencia, vale la pena limpiar esas hojas con un trapo o una esponja húmeda. En general, una buena ventilación disminuye el riego de plagas.
Qué sembrar: una guía mínima
Bromelias: usualmente crecen sobre árboles o piedras, así que la única forma que tienen para obtener agua es usar la que queda almacenada entre sus hojas. Por eso, al regarlas hay que verificar que quede agua aposada entre las hojas. Cada quince días es recomendable vaciar el agua acumulada entre las hojas y reemplazarla. Las bromelias se alimentan de las sustancias orgánicas que caen en el agua o que están en el ambiente. El sustrato no debe ser de tierra negra, sino de algo más ligero y de mejor drenaje, como cortezas de coco y madera mezcladas con cascarilla de arroz y algo de humus. Les conviene tener buena iluminación, pero se dañan si reciben el sol directo.
Anturios:
Necesitan un sustrato hecho de cortezas de pino, cáscara de coco y materiales que conserven el agua pero que no se encharquen. Un poco de tierra normal sirve, pero con mucha cascarilla o materiales que drenen bien. Bastante luz, pero no sol directo.
Aromáticas:
En una maceta alargada puede combinar tres o cuatro plantas. El romero, la yerbabuena, el tomillo y la caléndula son fáciles de cuidar. La albahaca huele delicioso y ayuda mucho en la cocina, pero es anual y hay que reemplazarla. Para que dure más, se recomienda cortarle los tallos que empiezan a florecer y hacer pesto con sus hojas.
Orquídeas:
Vaya con mesura, las orquídeas son caras y necesitan más cuidados que las demás plantas. Hay que abonarlas con más frecuencia y con productos especiales, tenerlas a la temperatura justa y dejar reposar el agua con que se riegan para que se le vaya el cloro. Además hay que ser muy paciente para esperar las flores: muchas florecen solo una vez al año, aunque la flor puede durar mucho. Las orquídeas son para jardineros un poco más experimentados.
Helechos:
Hay muchas variedades y, en general, funcionan muy bien en interiores de clima templado a frío, siempre que tengan mucha luz. Deben tener un sustrato que no se encharque pero que retenga el agua: tierra negra con cascarilla o trozos de cortezas. Hay que regarlos con frecuencia y es bueno rociar las hojas con un atomizador para mantenerlas verdes. Crecen bien en baños, patios y sitios con mucha humedad.
Cactus:
Los cactus pequeños, muchos de los cuales tienen flores muy llamativas, son muy apropiados para espacios reducidos. Pueden sembrarse en arena y cubrir la superficie con piedrecillas. Es suficiente regarlos con atomizador una vez a la semana.
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