Una tarde soleada y una noche rosa
Este es un “Gaylist” para los amantes de la rumba gay.
Pensar en rumba gay, para muchos, es referente de tres cosas: sexo, drogas y mucha pluma, pluma gay. Sin embargo, estos imaginarios actualmente pueden ser considerados retrógrados y sobrevalorados, ya que en su mayoría son producto de una sociedad que tiende a discriminar todo aquello que no se ajusta a lo que para muchos es “normal”, pero la realidad es muy distinta. Con ganas de romper estos paradigmas –o al menos a encontrar puntos de divergencia entre el imaginario y la realidad–, dedicamos todo un día, cámara en mano, a la tarea de hacer un recorrido por los lugares donde se reúne a departir, a bailar y a remojar el gaznate la comunidad LGBTI de Bogotá y aparecieron espacios con públicos muy variados y, sí, los heterosexuales también van a fiestas gay. No pretendo refutar el imaginario de las personas, pero puedo decir que más de uno de los conceptos con que muchos observamos a este tipo de fiestas no están ni cerca de la realidad. Acá presento algunas de estas rumbas, que tal vez lo dejen con ganas de ver para creer.
MILKFEST
La idea de que un evento haga referencia a la leche puede tener fuertes connotaciones; sin embargo, el objetivo de impactar a la gente con su concepto activista es lo más llamativo del MilkFest: en torno a la reivindicación de la comunidad LGTBI, este festival convoca a artistas, fotógrafos, diseñadores, gestores y amantes de la cultura. Además de contar con un festival entero, estas fiestas reúnen a DJ de la escena nacional e internacional para ofrecer a sus invitados una noche de buena electrónica, que se mueve entre el techno y el house progresivo. Los lugares que se toman con esta celebración van desde el enigmático árbol de Baum, hasta el billar más clásico de la ciudad, Billares Londres. Sin mayor interés que el de la inclusión y propagación de su pensamiento activista, las fiestas del festival MilkFest se han abierto, en poco tiempo, un espacio importante en la escena local.
ROOFTOP BY G! POWER
El concepto de rooftop hace alusión a las fiestas electrónicas en terrazas. Tan populares en el mundo entero, esta clase de celebraciones se ha popularizado en nuestro país y en Bogotá, aunque su clima diga lo contrario, han sabido sacarles provecho.
Un domingo en la tarde puede no ser el día más común para hacer una fiesta; sin embargo, la gente de la discoteca El Mozo ha convertido estas tardeadas en un sello indiscutible en la rumba gay bogotana. La terraza de este lugar abre su techo y deja que los rayos del sol vespertino se choquen con el suelo de madera y las pieles de sus asistentes. A la fiesta responden el llamado hombres y mujeres que parecen más salidos de las páginas de Men’s Health y Sports Illustrated que de la fría Bogotá.
Desde hace cinco años se vienen realizando estas rumbas donde converge la electrónica, un ambiente playero y el astro rey. Desde las dos de la tarde se da inicio a la celebración y al ritmo de house, techno y EDM, los asistentes bailan hasta la media noche, como en un cuento de hadas.
Al oscurecer, la fiesta llega a su clímax con las presentaciones de drag queens, transformistas que realizan espectáculos con personajes femeninos y de go-go dancers (bailarines exóticos que mueven sus caderas al son que les toquen), mientras los asistentes disfrutan del ambiente tropical que la fiesta tiene para ofrecerles.
El cover del evento es de 25.000 pesos y actualmente no solo se realiza en Bogotá sino también en otros lugares del país. Acá está una muestra de lo que se vive y lo que se oye en el Rooftop.
GAYLORD
Llegar al centro de Bogotá a uno de los lugares más emblemáticos en la rumba capitalina y de la historia reciente, sirve de antesala para lo que le espera en estas fiestas. Una barra de mármol donde puede encontrar una amplia variedad de cocteles, decoración de antaño con candelabros, rejas y mesas de billar color rojo y un letrero gigante que saluda a sus invitados con un enorme “Hello There” le dan la bienvenida a Billares Londres. Aquí se han llevado a cabo las fiestas llamadas “Gaylord” donde, como su nombre lo dice, es posible encontrarse a refinados caballeros, finamente vestidos y con un impecable buen gusto por la música. Si bien no todas las fiestas están repletas de estos “lords” de la noche, sí es característico poder ver a más de uno de estos personajes brindar con vino espumoso al son de la música.
El ambiente atenuado por la iluminación rojiza que acompaña el billar, se ve engalanado por hombres y mujeres, más de los primeros que de las últimas, todos en aras de gozar y bailar hasta el amanecer. Los ritmos pop son los que más suenan en estas fiestas y, además de la estética del sitio, la fiesta Gaylord tiene un no sé qué con su ambiente que atrae, encanta y asegura una noche para recordar.
El cover de estas fiestas oscila entre los 20.000 y 30.000 pesos. Si usted está dispuesto a pagarlo y quiere asistir a uno de estas “cámaras de lords” prográmese con los eventos que tienen preparados. Mientras tanto, así suena y se ve una noche de lords.
Recorrer estas fiestas y disfrutar de la experiencia de adentrarse en una rumba gay, puede servirle a más de uno para romper esas ideas absurdas de que la gente gay es de otro mundo, uno extraño y diferente al que usted normalmente vive. En otras culturas menos afectadas por el moralismo, la rumba gay ha sido un punto clave para la divulgación de la electrónica, un punto de encuentro para músicos y artistas que disfrutan de un ambiente de igualdad, donde no hay discriminación y se va a lo que uno va a una fiesta: a gozar.
Así que, si no tiene parche, aproveche y prográmese (no solo para el fin de semana del orgullo LGBTI) y asista a las celebraciones que tienen preparadas para todos: tranquilo, no se le van a ir encima, estas personas saben respetar.
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