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Claves para entender por qué Bansky es Banksy

Claves para entender por qué Bansky es Banksy

A propósito de la exposición Genius or Vandal, que abrirá en Bogotá en octubre, echamos una mirada a este controversial artista urbano y a su obra, en la cual la contracultura y el mainstream parecen inseparables.BCNK Bansky home

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En una era en la cual la obra de arte cada vez es más dependiente de quién la crea, el trabajo del británico Banksy llama la atención poderosamente a pesar –o, en parte, debido a– su identidad oculta. Desde principios de los noventa, el grafitero convertido en artista de reconocimiento mundial ha estado reflexionando en torno al espacio público, las instituciones, la corrupción y la epidemia del capitalismo, de la cual hace parte el mundo del arte. 

Sin embargo, fue a comienzos del siglo XXI cuando alcanzó mayor notoriedad luego de haber encontrado en el stencil la técnica apropiada para ejecutar con rapidez sus proyectos efímeros en el espacio público; tal es el caso de la icónica “Girl With Balloon”, creada en 2002 en el Waterloo Bridge de Londres. En la evocadora imagen aparece una niña que ve partir de sus manos un globo con forma de corazón, junto a ella se lee el texto “There is always hope”. Desde entonces, esta obra ha sido reinterpretada para referirse al conflicto sirio en 2014, para oponerse al Partido Conservador Británico en 2017, o como “la primera obra de arte creada durante una exposición, según la casa de subastas Sotheby, en 2018.

Banksy es uno de los rostros –por decirlo de alguna manera– más destacados del arte contemporáneo. Ha sabido habitar ese lugar liminal entre la galería y el espacio público, jugando con la ilegalidad solo lo suficiente para encontrar el reconocimiento en los mercados del arte y gozar de la celebración de expertos y profanos. Sus imágenes sugestivas están acompañadas por frases ingeniosas, con las cuales construye una crítica punzante desde dentro del vientre de la ballena. A la luz de la exhibición Banksy: Genius or Vandal?, una muestra no autorizada de más de cien obras del artista de Bristol, que llegará a Bogotá el 1 de octubre, reflexionamos sobre algunos aspectos claves de su larga trayectoria. Estos elementos se entretejen en una narrativa que crece conforme lo hace la fama del anónimo inglés.

Política

El arte es indisociable de la política, debido a la posición crucial del segundo en la identidad cultural de una sociedad. El arte muchas veces ha funcionado para enaltecer figuras del poder, pero con más frecuencia ha servido para criticarlas. El grafiti, por definición, supone un desafío político al nacer en los márgenes de la legalidad, ubicándose en un espacio difuso que no es siempre arte, ni siempre contestatario, pero la mayoría de las veces no permitido. A pesar de las políticas públicas que intentan integrar estas dinámicas a las ciudades contemporáneas, y de la reputación de artistas callejeros que crece en los mercados del arte contemporáneo, el grafiti está, y quiere estar, fuera de la ley. La obra de Banksy es indivisible de este fenómeno y ha sobresalido desde sus primeras apropiaciones del espacio público por sus poderosos mensajes en torno al orden social.

Banksy es conocido por combinar su humor oscuro con su ingenio satírico para crear poderosas obras que responden a los problemas sociales y políticos actuales. Sus piezas en el espacio público tienden a pronunciarse en contra de problemas de la sociedad moderna como son el cambio climático, la crisis migratoria, la homofobia, el capitalismo salvaje o los desastres de la guerra. Sus creaciones son punzantes y dolorosas, pero también ingeniosas. Entre las obras de mayor impacto político están sus variadas intervenciones en la Franja de Gaza.

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El espacio

El arte en el espacio público implica una serie de dinámicas interesantes que trazan una línea respecto al ejercicio creativo del artista en galería. El grafitero tiene que aprender a leer la calle, jugar con los accidentes del detrito urbano, la ruina y las fronteras invisibles para crear una obra de arte que dialogue con lo que sucede en la ciudad. Las piezas de Banksy son siempre novedosas cuando se traducen en el espacio público, a veces por su carácter monumental, otras por los detalles que va presentando a pequeña escala dentro de la ciudad, llamando la atención sobre el poco interés que se tiene por el acto de la contemplación consciente. 

Banksy entiende el contexto urbano y juega con el accidente para entablar un diálogo con las realidades inmediatas de las personas: el amor, la política, la cultura y las complejidades de vivir en una sociedad mediática y digitalizada. Sus series de ratas en las paredes de varias ciudades del mundo juegan con estos accidentes, convirtiéndose en uno las figuras centrales de su obra. Por ello, la campaña de expectativa para la muestra que se celebrará en Bogotá utilizó a un roedor gigante para anunciar que algo importante estaba próximo a ocurrir. 

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La ironía

“Creo que una de las grandes ventajas que tiene Banksy y su lenguaje es que hace unas críticas muy poderosas a situaciones políticas de nuestra humanidad, pero lo hace de una manera irónica, bastante humorística”, explica DJ Lu sobre el carácter irónico de algunas de las piezas más mediáticas de Banksy. “El arte tiene ese doble poder de ser, al mismo tiempo, encantador, porque el estuche en el que nos lo dan es irónico, está bien hecho y es de fácil acceso, pero el mensaje que me está ofreciendo es poderoso, disruptivo. Ese es el poder de Banksy”, agrega. El artista de Bristol ha entendido cómo llegar a la gente con sus imágenes para generar, en primera instancia, un impacto visual y, luego, llevar esa sorpresa inicial a una reflexión crítica sobre las dinámicas complejas de la cultura contemporánea. Banksy crea imágenes que ensucian lo sublime o lo que ha sido enaltecido por la cultura: las instituciones, los líderes políticos o las obras de arte de los principales museos.

Al traducir su obra a una galería o exhibición, Banksy ha aprendido a desbaratar las convenciones de lo que se espera de una muestra de arte: en Barely Legal de 2006 el británico planteó una exhibición a cuya inauguración llena de celebridades solo se podía acceder con una invitación en la que retrataba problemas sobre la pobreza y la injusticia en el mundo, conforme tapizaba de manera elegante una bodega industrial a las afueras de Los Ángeles. Un gigantesco elefante indio fue decorado con pintura para señalar el problema del que nadie quería hablar, y del que nadie habló, pues la crítica se centró en el maltrato al animal. 

En 2016, creó el parque temático Dismaland, que señalaba irónicamente la crisis cultural del planeta a la luz del capitalismo. El cuento de hadas de estos espacios fantásticos se desmantelaba con obras sucias, estructuras en ruinas y atracciones convencionales resignificadas (como un carrusel alusivo al problema sanitario generado por el uso de carne de caballo en la industria de alimentos congelados), o una escultura del carruaje de la Cenicienta estrellado, rodeado de paparazzis, como alegoría a la tragedia de Lady Di. 

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El marco 

El marco dorado enaltece la obra y le permite ser digna de exhibición. Por ello, Banksy encuentra siempre marcos ostentosos que hablan de ese afán áureo de poseer un original suyo. El marco explica cómo una obra pierde su valor subversivo al terminar en manos de gente que paga sumas astronómicas por ella y enfatiza la artificialidad de poner estas imágenes destinadas para el disfrute o reflexión pública en manos de coleccionistas que probablemente hacen parte del orden que el artista critica.

En 2017, el artista llevó más lejos esta reflexión cuando, en medio de una subasta de la prestigiosa casa Sotheby’s, su obra se destruyó (a medias) después de haber sido adquirida por un coleccionista. Banksy había instalado un mecanismo de autodestrucción en el marco de la pieza. De este modo se suma a una larga serie de artistas que han ejercido acciones rotuladas como “crítica institucional”. El giro doloroso, o irónico, es que a los museos y coleccionistas les fascinan estas obras y las adquieren para sus muestras: “Merda d’ artista” de Piero Manzoni, las acciones de Joseph Beuys, “Mechanical Body Fan” de Rebeca Horn y la primerísima “Fontaine” de Marcel Duchamp responden a estas dinámicas. “Es disruptivo, ¡lo quiero!”, parece ser la consigna. ¿Qué hizo Sotheby’s luego de la destrucción de la pieza? Alegar que se había convertido en una obra única y novedosa. La prensa en torno y la publicidad relativa al incidente solo incrementó su valor.

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La identidad del artista

Conforme Banksy ha ganado popularidad, su estatus como artista callejero entra en una dinámica compleja al ser cooptado por los mercados del arte y las grandes instituciones. Su obra tiene la intención de permanecer en el espacio público, pues es ese el campo retórico en el cual el artista se mueve para clamar desde las sombras su mensaje. “La necesidad de anonimato en un artista de calle, o grafitero, nace inicialmente de una necesidad de protegerse de la ley”, explica DJ Lu, invitado a la conversación de lanzamiento de esta muestra. “Cuando el hombre empezó a pintar en Bristol, en los noventa, el grafiti era una práctica supremamente castigada. Creería que después deja de ser algo para protegerse, para convertirse en un acto de performancia. Hoy en día hay mucho morbo sobre el artista: cómo se ve, cómo se viste, cómo son sus preferencias sexuales. Estamos obnubilados por lo aparente. Creería que en el caso de Banksy, que también es mi caso, es una manera de criticar esta obsesión que tiene la gente por lo aparente”.

Banksy es consciente del peso que tiene su nombre en los mercados del arte y oculta su rostro, y a veces la autoría de algunas de sus obras, para jugar con estas dinámicas y criticar la manera en la que lo oficial ha cooptado lo marginal para integrarlo a sus instituciones. En 2016, luego del plebiscito en Inglaterra para decidir si el país haría parte o no de la Unión Europea, Banksy envió, sin nombre, una pieza a la Royal Academy llamada “Vote to Love”, en la que jugaba con el eslogan separatista de “Vote to Leave” y en la que volvía al motivo de su globo en forma de corazón. La pieza fue rechazada. Cuando el artista confirmó su autoría, la obra fue expuesta. Al final, es una pregunta por el arte contemporáneo y sus círculos, sobre si la gente aprecia el arte o el nombre del artista. 

Banksy: Genius or Vandal? inaugura el 1 de octubre y se podrá visitar en el Centro Nacional de las Artes del Teatro Colón en Bogotá, en el centro de la ciudad. Las boletas ya están disponibles en este enlace.

* Imágenes tomadas de la página oficial de Banksy, salvo cuando se indica lo contrario en la marca de agua.

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Ignacio Mayorga Alzate

Literato e historiador del arte, selector de vinilos y periodista cultural. Aprendió a leer en silencio para que no se lo llevara el Diablo. Fanático de lo periférico, lo terrorífico y lo sangriento. Escribe frases largas y párrafos extensos. No muestra su rostro en video.

Literato e historiador del arte, selector de vinilos y periodista cultural. Aprendió a leer en silencio para que no se lo llevara el Diablo. Fanático de lo periférico, lo terrorífico y lo sangriento. Escribe frases largas y párrafos extensos. No muestra su rostro en video.

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