Atractor: ganador del Prix Ars Electronica
Este colectivo colombiano obtuvo el principal reconocimiento de artes electrónicas en el mundo con su proyecto A Tale of Two Seeds. A partir de una profunda investigación y el uso de recursos tecnológicos y plásticos, esta escultura sonora aborda la problemática de los monocultivos y la transgénesis en el país.
Desde 2017, el colectivo colombiano Atractor ha abordado distintos lenguajes –el sonido, el video, la performance, la instalación lumínica y el desarrollo de interfaces y aplicaciones–, para construir un discurso poderoso en el que es posible establecer relaciones entre la naturaleza y el hombre, entre los cuerpos y la máquina.
El resultado son montajes monumentales, que integran lo digital y lo analógico, y en los cuales una gota de agua, una semilla o una flor son suficientes para despertar una máquina de reflexiones en los espectadores. La aproximación a la naturaleza y a los fenómenos socioculturales presente en la obra de Atractor no solo aborda la perspectiva predominante en Occidente, también incorpora formas de conocimiento y saberes provenientes de comunidades de nuestro territorio.
A comienzos de 2023, Atractor, en colaboración con Semantica Productions, un estudio interdisciplinario del Reino Unido y con el respaldo de Hyphen Hub / Asher Remy Toledo en Estados Unidos, compitió por el Prix Ars Electronica Golden Nica en la categoría de Música digital y Arte sonoro con su proyecto titulado A Tale of Two Seeds: Sound and Silence in Latin America’s Andean Plains (Una historia de dos semillas: Sonido y silencio en los llanos latinoamericano). Atractor resultó ganador de este premio, uno de los reconocimientos más prestigiosos en el ámbito del arte digital, que se otorga cada año desde 1987 como parte del Festival Ars Electronica en Linz (Austria). Entre los ganadores de ediciones anteriores del premio se encuentran los músicos británicos Peter Gabriel y Aphex Twin, así como los japoneses Ryoji Ikeda y Ryoichi Kurokawa.
Atractor antes del premio
Desde 2017, el colectivo conformado por Juan Cortés, Alejandro Villegas, Juan José López y Juan Camilo Quiñonez ha estado trabajando para expandir la reflexión desde las artes digitales, electrónicas y la utilización de nuevos medios. A lo largo de estos seis años han consolidado una producción que ya suma varias obras representativas.
En 2018, Atractor se tomó el extinto Monumento de los Héroes para presentar Fábulas sobre el caos, una muestra de arte digital y lumínica en la que exploraban los conceptos de orden y caos a partir de varios montajes que utilizaban la Hormiga de Langton, una forma de programación básica ideada en 1986, y que en esta obra aparece dispuesta sobre una malla bidimensional de luces.
El tema del algoritmo, que aparecía ya en Fábulas sobre el caos, es también uno de los insumos creativos con los que Atractor ha creado varias de sus obras. Por ejemplo, el colectivo desarrolló en 2020 The View From Nowhere, una instalación compuesta por siete máquinas, dos de ellas desarrolladas por Atractor, basada en la idea del filósofo estadounidense Thomas Nagel de que una visión global y unificada del mundo es inalcanzable, y que, en esencia, nuestra perspectiva siempre parte desde la nulidad. Esta exhibición representa las diversas formas en que la humanidad aborda las enigmáticas fuerzas de los eventos astronómicos. Para ello, se entrenó a una máquina que escribía profecías con miles de relatos cosmogónicos de distintas culturas a lo largo de la historia, textos de divulgación científica o relatos de ciencia ficción, para producir textos que podían ser misteriosos, evocadores o espeluznantes.
En 2020, el colectivo inició la base de su investigación sobre las políticas vegetales reunida bajo el extenso rubro de Botánica transgénica, de la que se desprende, en alguna medida, A Tale of Two Seeds. Partiendo de la expedición botánica, sobre la que ya han trabajado artistas como Alberto Baraya o José Alejandro Restrepo, Atractor se planteaba la pregunta de qué pasaría si los expedicionarios castellanos llegasen hoy a nuestras tierras para catalogar toda una serie de plantas afectadas por la transgénesis y la necesidad comercial de modificar sus tiempos de siembra, cosecha y distribución. “Hoy en día más del 59,4% de áreas cultivables en Colombia están ocupadas por un número reducido de especies de plantas-clon modificadas genéticamente que cuentan con registro comercial por tratarse de propiedad de unas pocas compañías de alimentos transnacionales”, explicaban entonces sobre el proyecto. “Justo ahora la hegemonía de los monocultivos de plátano Cavendish –una especie de planta frutal de origen transgénico/comercial– en América Latina y otras partes del mundo amenaza con disminuir considerablemente la biodiversidad vegetal, animal y microorgánica en todos los territorios en los que se ha establecido. Aparte del conocido y denunciado vínculo entre monocultivos de plátano, violencia y el despojo de tierras en Colombia, los monocultivos están relacionados con la emergencia de plagas y enfermedades que no solo afectan su salud y productividad, sino que además deterioran la calidad del suelo otrora ocupado por policultivos”, añadían.
Desde entonces el colectivo ha venido sumando capas a esta investigación. “Empezamos a ver que los grupos que estaban haciendo investigación con tecnología aquí giraban sobre un problema muy grave para nosotros que es el cientificismo y el academicismo, que es básicamente ser ilustradores de la academia y de la ciencia”, reflexiona Juan Cortés. “Eso es terrible. Porque al mismo tiempo venían a Latinoamérica tecnologías que plantean nuevas colonizaciones y procesos muy conflictivos para nuestro territorio: el agro, la industria genética, la forma cómo se aplican las tecnologías a los procesos industriales acá. O nos metíamos en la cápsula de convertirnos en una ficha para que las instituciones europeas tuvieran diversidad en sus programas de cultura, pero les seguimos haciendo el juego, o nos enfocamos en problemas que nos interesaban y a la mierda si nos llevan allá o no. Empezamos a hacer cosas que no tenían que ver con el ecosistema del arte digital latinoamericano, en el que, por ejemplo, poco se habla del tema agrícola. Por no decir que no se habla”, añade el artista bogotano.
A Tale of Two Seeds, ganador del Ars Prix Electronica 2023
Esta obra es el resultado de una serie de investigaciones recogidas bajo el rubro de Botánica transgénica y que comprende una instalación sonora sobre la soberanía alimentaria, la deforestación y la preservación de la biodiversidad, en torno al monocultivo de soja y su propagación en regiones sudamericanas. En este contexto, el grano de amaranto también desempeña un papel crucial por su fuerte carga simbólica, además de una inquietante historia que ofrece luces sobre el complejo momento que enfrentamos Latinoamérica ante las grandes matrices agroindustriales. A pesar de ser catalogado como un parásito, el amaranto ha demostrado resistencia incluso al pesticida Roundup de Monsanto, convirtiéndose en una amenaza significativa para los monocultivos de soja. Esta obra resalta la importancia del amaranto en la vida de comunidades indígenas, siendo un grano esencial que existe al margen de la corriente agroindustrial dominante.
Los intereses del mercado han desatado una batalla transgénica en contra del amaranto: se ha inducido una mutación inmunológica en las plantas de soja para reducir la propagación del grano autóctono americano que hoy ostenta la calidad de plaga. Atractor y Semantica utilizaron una variedad de dispositivos de grabación, como micrófonos de contacto y detectores ultrasónicos, para crear paisajes sonoros que documentan la significativa pérdida de diversidad.
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Dos pantallas de video complementan la instalación sonora. On Vegetal Politics, recrea un algoritmo comúnmente empleado en la agroindustria para modelar el crecimiento de cultivos transgénicos en diversos tipos de suelos. Sin embargo, esta obra subvierte esa tecnología, utilizándola para demostrar la gran eficacia del amaranto en comparación con la soja transgénica. “El hecho de que el amaranto esté tomando el terreno de la soja transgénica es profundamente potente porque es una gran política vegetal: el amaranto reclamando el territorio”, explicaba Juan Cortés en 2022 cuando estrenó esta pieza en el museo de la Universidad Jorge Tadeo Lozano. “Eso lo están probando con un algoritmo que se llama machine learning para ver cómo crear una súper soja que se pueda oponer al amaranto que ahora es plaga. Ese algoritmo lo sacó Google y lo patentó en 2018 y Atractor reconstruye el algoritmo y le da la vuelta a la pregunta. La pregunta ya no es ‘¿cómo hacer para que la soja pueda destruir al amaranto?’, sino ‘¿cómo es tan poderoso el amaranto para ganarle todas las veces?’. Al subvertir la pregunta le damos la vuelta a toda la narrativa sobre el futuro de la agricultura a través de plantas endémicas”, añadía.
El segundo video, Botánica Transgénica, es una obra de arte digital de la web 3.0 y blockchain. Emplea algoritmos de búsqueda y extracción de datos en internet para registrar los códigos patentados por empresas agroalimentarias extranjeras sobre organismos vivos como propiedad intelectual colombiana. “Estas variaciones de Botánica transgénica son las más problemáticas, pues fueron construidas con una genetista”, explica Juan Cortés. “Esa genetista está trabajando con los códigos genéticos de las plantas. Nos preguntamos cómo han sido los procesos de patente para las alteraciones de las plantas transgénicas más influyentes del mercado agro latinoamericano, entrar al registro de las patentes y registrar como NFT las variaciones de los códigos”, continuaba el artista. “Es registrar la propiedad privada de las empresas como una propiedad intelectual nuestra. Un poco para decir ‘A la mierda: ustedes no pueden registrar como suyos la vida de los vegetales latinoamericanos’”. Cuando estas piezas fueron expuestas por primera vez, estaban acompañadas por un algoritmo en tiempo real que mostraba el precio de la soja y el amaranto en la bolsa de valores. “El del amaranto es mucho más bajo. La evolución del amaranto y de la soja, sobre todo de esta última, está completamente dirigida por la fluctuación del mercado, es una evolución especulativa”, concluía Cortés.
Esta instalación de tres partes enfatiza los riesgos de los cultivos transgénicos y el extractivismo genético y en la función del amaranto en la resistencia frente a formas modernas de colonialismo, expresadas principalmente en la ingeniería genética, la privatización de semillas y la soberanía territorial. Para A Tale of Two Seeds, el colectivo centró en la posibilidad de contar una historia desde el sonido y el silencio, construyendo un juego de antagonismos para dar cuenta de un problema del que poco se habla en nuestro contexto político y social, mucho menos en el ámbito del arte electrónico.
“Nos fuimos a los llanos con equipos de grabación a investigar cultivos y terrenos, antes y después de la expansión de los cultivos de soja que se están tomando todo el Meta, principalmente en Villavicencio, porque hay un montón de intereses de la gente que está cultivando la soja transgénica, una soya que salió de Monsanto”, continúa el artista. “La idea es que si tú analizas desde el punto de vista sonoro la cantidad de especies debajo del suelo, encima del suelo y en el aire, las cantidades de relaciones que había entre especies y las plantas ha disminuido de una forma enorme. Con los monocultivos, la muerte y la erosión del suelo viene también la muerte de esas relaciones entre especies”, añade.
“Cuando empezamos a investigar eso no sabíamos qué estábamos buscando. Estábamos investigando sobre transgénicos”, añade Juan José López, quien fue el encargado de diseñar el montaje de la muestra: una serie de amplificadores y media players que reproducen los paisajes sonoros que construyó el colectivo. “El amaranto es un súper alimento. En los setenta, antes de que proliferaran los transgénicos, publicaron en Forbes que el amaranto era el futuro”, añade López recordando que hace cincuenta años se le daba el estatus que hoy ostenta la quinua, una semilla que no posee toda la cantidad de riqueza alimenticia que sí tiene el amaranto. “Es un problema comercial”, concluye.
Sonido y conductividad, los datos que componen A Tale of Two Seeds
El proceso de producción de A Tale of Two Seeds cuenta con el apoyo del estudio británico Semantica, dirigido por las dos artistas Camilla French y Jema Foster. “Juan nos preguntó si queríamos colaborar porque hemos estado grabando en el Nevado del Ruiz, las plantas y las piedras, para crear sonificaciones con varios músicos que forman los paisajes sonoros de las películas”, explica French. “La soja y el amaranto son plantas muy interesantes por toda la historia. Los aztecas mezclaban el amaranto con sangre y miel para comerlo. Desde esa época los españoles ya habían prohibido su consumo: era una víctima de la colonización. La soja es otra víctima. Creo que es interesante explorar los roles que tienen estas plantas y ese silencio. La soja es una planta que ha sido silenciada por esas grandes industrias. El amaranto es una planta, lo vimos cuando la grabamos, mucho más activa, es muy resistente a todo y ha mantenido ese poder a través de los siglos de resistir esos cambios y ataques”, complementa. En su trabajo de recolección de datos, Atractor y Semantica utilizaron varios tipos de micrófonos de contacto, además de una máquina que permite entender las fluctuaciones eléctricas de las plantas a partir del agua que tienen adentro.
Roots, producido por Wild Alchemy Lab, casa de Semantica
Para los artistas resultaba interesante pensar el fenómeno de ambas plantas en tres escenarios interconectados: el subsuelo, a ras de tierra y arriba de la tierra, en donde se evidencian de manera más inmediata las relaciones entre especies. “Tenemos aquí una historia de policultivos, de chagras, de relaciones y asociaciones de plantas para poder tener cultivos a través del tiempo pero, en este momento, hay un cambio: toda esta idea agroindustrial favorece una sola planta a ras de tierra. Hay una diversidad que se pierde”, explica Juan Cortés, resaltando que hasta hace relativamente poco Colombia no era un productor de soja para la matriz agroindustrial.
Las grabaciones que realizó Cortés junto a Semantica tuvieron que ser intervenidas posteriormente por Alejandro Villegas, quien ha dirigido gran parte de los proyectos sonoros de Atractor. Todo parte de las grabaciones con micrófonos de contacto, pero muchos de los datos recolectados no tenían por sí mismos un sonido; a partir de ahí comienza un proceso de sonificación “Lo que hicimos fue utilizar grabaciones de anomalías eléctricas en la atmósfera que no tiene nada que ver con las plantas, pero que sirve como un medio para sonificar estos datos, por lo que metimos estas grabaciones de anomalías en los campos electromagnéticos de la tierra en un sintetizador granular. Este sintetizador corta pedacitos de esta grabación y los reproduce”, explica Villegas. “Entonces cogimos los datos MIDI de la conductividad de estas plantas para que esos datos tocaran el sintetizador granular. Así se logra crear un paisaje sonoro lo suficientemente rico y complejo”, complementa.
Finalmente, para crear los paisajes sonoros el equipo de Atractor y Semantica se apoyó en el uso de espectrogramas, herramientas muy utilizadas por los investigadores de la naturaleza que permiten trazar las huellas del sonido. Cada sonido particular deja una huella específica que sólo puede visualizarse a partir de estos aparatos. “Lo que se hizo fue meter estos sonidos, no sólo las sonificaciones sino también las grabaciones de campo, para empezar a ver tonos reconocibles. En este caso, buscábamos especialmente quiebres reconocibles como silencios y mucha discontinuidad en las plantaciones de soja que no sólo se ven en los datos sino en las grabaciones de campo gracias a los espectrogramas. Aquí se genera una imagen súper evidente”, concluye Villegas al contrastar los paisajes de la soja y el amaranto obtenidos: mientras que la primera produce un sonido débil y lleno de silencio, la segunda planta está rica en contrastes, pulsaciones eléctricas y riqueza sonora.
Todas estas investigaciones, sumadas a los videos anteriormente mencionados, hacen parte de la escultura sonora que Atractor y Semantica presentarán en septiembre cuando reciban el Prix Ars Electronica, en Austria. “Como tratamos de hablar de ausencia y de presencia de vida, la forma que predomina en el montaje son las raíces. Son débiles porque las raíces de los agroquímicos no necesitan tantas extensiones ni tantos canales de comunicación. Las plantas salvajes sí necesitan extenderse mucho, necesitan más extensiones porque se conectan con el micelio y un montón de cosas más en el subsuelo. El sonido se distribuye a través de estas raíces, organizadas en una cuadrícula que son las de los monocultivos y las invasoras están desordenadas, son más caóticas, como corresponde a las plantas salvajes”, explica Juan José López.
La matriz agroindustrial, tierra y soberanía
Para los miembros del colectivo, la obra abre la oportunidad de cuestionarse sobre la dimensión política de las artes electrónicas y sobre las relaciones entre arte y ciencia. “El arte electrónico nació con la academia y con las instituciones científicas. Hay unos lugares muy subversivos, pero no es lo común en nuestras esferas”, explica Juan José López.” El problema de ahora es que las personas creen que van a entrar al campo científico a ayudar desde el arte. Hay muchos artistas que sí lo logran. Hay artistas científicos que sí existen. Pero, uno que no sabe nada, uno que simplemente está observando las cosas que cruzan diferentes campos, poco tiene que decir. Uno tiene estudios de Humanidades y es lo que le compete, uno observa el comportamiento humano, cómo es la cultura. Si uno no tiene un punto de vista sobre esas investigaciones, si uno no tiene una opinión, como algo de análisis no está haciendo mucho”, concluye. En ese sentido, la obra interpela directamente a nuestro contexto y las lógicas económicas con las que funcionamos en un sentido global.
“El avance de muchas ramas científicas, por lo menos en lo que nos compete, está de la mano del mercado. Esas instituciones de arte y tecnología en Europa y Estado Unidos nacieron en otro momento histórico. Y es imposible desconocer, desde Latinoamérica, el contexto en el que se está ahorita y los peligros de la tecnologización en un país en el que la industria avanzó por otro lado, si se puede decir que avanzó”, complementa Cortés. “Porque realmente es difícil hacer aportes al campo científico desde el arte, aunque hay muchos ejemplos buenísimos. Tal vez en este momento los mejores aportes pueden ser críticos, de señalar y meter el dedo en heridas muy profundas de nuestro país”, añade.
Atractor y Semantica lograron representar un fenómeno complejo que afecta a todos las personas de nuestro territorio y contexto. Jugando con el sonido como un elemento plástico, los artistas nos permiten ver ese paisaje de ausencias en el que se enfatiza cómo la transgénesis afecta la vida y la salud de los suelos. Al final, un ecosistema sano se mide en relación con la pluralidad de sus relaciones. “El suelo es un teatro de vida, es un conjunto de elementos que lo hacen un organismo que da cuenta de las relaciones simbióticas entre especies para que un territorio tenga fertilidad, para que tenga salud. Lo que tiende a pasar con los monocultivos es que la erosión, el envenenamiento del suelo y las aguas y la utilización de tantos químicos acaban con el suelo”, explica Cortés. Las evidencias recogidas claman por alguien que las escuche, que las observe en su aparente mutismo vegetal y se pregunte qué está pasando con nuestro territorio y nuestra soberanía. “La pregunta era cómo esas evidencias podían hablar a partir del sonido del fenómeno de la expansión, como si el sonido fuera una huella poder decir ‘si ya no escucho estos pájaros, estos seis insectos, ¿qué está pasando?’”, concluye el artista.
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