Bailando con el diablo
Esta es nuestra guía de discotecas en las que, dicen, se ha aparecido el diablo.
i considera que ningún hombre le da la talla en la pista de baile, y anda buscando algo más candente y pecaminoso, dicen que el diablo anda buscando pareja: una bella mujer que no le critique las pezuñas, que lo mire a los ojos mientras bailan reggaetón y que se aguante su chucha olor a azufre sin caer en coma o intentar regalarle un desodorante. Aunque las probabilidades de encontrarse con Lucifer, Satanás, Belcebú, Luzbel, El Príncipe de las tinieblas, El Maligno, o cariñito –como prefiera llamarlo– aumentan considerablemente el Viernes Santo, acá le dejamos una guía de discotecas que las malas lenguas aseguran que el diablo ya ha visitado. Si lo desea, puede pedir al DJ que le ponga “Aserejé” o “Macarena” y, si su osadía rebasa los límites, pida que suenen al revés.
Le aseguramos la veracidad de este relato, porque nuestra fuente fidedigna es el amigo de un amigo de Facebook que es el papá del primo tercero de una conocida de uno de nuestros lectores, quien nos contó que a una amiga de la hermana de la cuñada de su tía abuela le pasó. Y que Dios me libre, toco madera.
Medellín: Mango’s.
Pasto: Discoteca La Bruja.
Cúcuta: Euforia.
Cali: Juanchito, Agapito y Changó.
Pereira: Gatopardo.
Armenia: Cactus Bar
México, San Luis Potosí: 8 segundos.
Villavicencio: Capachos y Malocas.
Ecuador: Babahoyoyó.
Bucaramanga: La Vecindad y Tropicana.
Cartago: Manfers.
Cauca: El Bordo.
Tuluá: El gato con botas.
Caucasia, Antioquia: Bora Bora.
Dicen que el diablo remataba en Líbido, en Medellín, y desde que lo cerraron ahora remata en Baum, Bogotá.
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