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Desde las profundidades del pacífico

Desde las profundidades del pacífico

Ilustración

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Luego de más de 8.000 kilómetros de recorrido, las ballenas jorobadas arriban a las aguas del Pacífico colombiano. Un espectáculo natural que va de julio a octubre y en el que estos mamíferos de más de 18 metros de largo son los protagonistas.

En el horizonte aparece la figura de una ballena de aletas grises y vientre blanco. La agilidad con la que incorpora su pesado cuerpo en el aire y luego vuelve a sumergirse en el agua da la sensación de que se trata de una simple ilusión óptica. Acto seguido, otra más pequeña la sigue con un salto en el aire que deja a la vista su lomo jorobado. Madre e hija continúan con su juego por unos instantes, luego se sumergen en las profundidades marinas. El océano queda en absoluta calma.

Para los habitantes de Bahía Málaga momentos como este son comunes, en especial durante los meses de julio a octubre, que es cuando las ballenas jorobadas arriban al Pacífico para reproducirse y cuidar de sus crías. Su travesía comienza en las heladas aguas de la Antártida (Patagonia chilena), desde donde deben nadar cerca de 8.000 kilómetros para finalmente llegar hasta el Parque Nacional Natural Uramba Bahía Málaga en Colombia, el último parque nacional declarado. Se estima que la bahía sirve de hogar cada año a más de 300 ballenas.
 
Cuando en el Pacífico comienzan a verse las primeras aletas y soplos de estos mamíferos acuáticos se prende la fiesta. A ritmo de curruláo, los lugareños le dan gracias al océano por haberles traído de vuelta a sus visitantes milenarios. “Las ballenas nos han visitado siempre, son nuestras acompañantes silenciosas y verlas regresar es nuestra mayor alegría”, dice Miladi Guapi, vicepresidenta del Consejo Comunitario de Ladrilleros, una de las poblaciones que hace parte del Parque Nacional Uramba Bahía Málaga.

Hay quienes dicen que había un tiempo cuando las ballenas hablaban con los pescadores y les compartían sus aventuras en altamar. Dicen también que estas son los compañeras de las sirenas de arco, una ninfa con cabeza y busto de mujer, cuerpo de pez y cola de ave que habita en las aguas del Pacifico. Las leyendas cuentan que los buzos han visto a las ballenas nadar con las sirenas y que estas últimas tienen palacios submarinos fabricados con cristales, joyas y piedras preciosas a las que les atribuyen sus poderes.

Con sus saltos las jorobadas llenan de felicidad las aguas y atraen a miles de turistas. “Las esperamos cada año y somos conscientes que de nosotros depende que ellas regresen. Por eso, nuestro interés de cuidar el ecosistema marino, mantener el océano en las mejores condiciones y realizar la actividad de avistamiento con los turistas de una manera respetuosa, siguiendo los lineamientos dispuestos por las autoridades”, explica Sara Eva, una de las guías de avistamiento de ballenas capacitada por Parques Naturales y la WWF. Ella, como doña Miladi, ha crecido toda su vida en compañía de estos cetáceos, considerados como los mamíferos más grandes del mundo.

Un concierto de amor

Los rituales de cortejo de las ballenas no solo se limitan a las manifestaciones en la superficie. Bajo el agua los machos son los protagonistas de una auténtica serenata de amor con la que atraen a sus parejas. Su canto comienza con tonos graves, que se asemejan a los sonidos producidos por la octava más grave de un órgano de tubo de una catedral, dándole paso a gemidos y chillidos profundos. Se trata de un complejo sistema de comunicación, que según se ha podido establecer contiene unidades musicales, algo así como notas y rimas con las que las ballenas van construyendo frases y estribillos. Algo muy similar a las canciones de los seres humanos. 

“Es uno de los cantos más complejos del reino animal y sus composiciones pueden durar hasta 30 minutos. Las hembras utilizan su canto para llamar a sus crías, es una capacidad que van desarrollando a lo largo de su vida. Su sonido puede viajar por kilómetros”, dice Lilian Flórez, directora de la Fundación Yubarta, una organización sin ánimo de lucro que lidera investigaciones sobre las ballenas jorobadas del Pacífico colombiano. 

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La Fundación ha podido establecer que alrededor del 18 al 29 por ciento de los ballenatos nacen en aguas colombianas, con una talla que va entre los 3,5 y los 4 metros. Su periodo de gestación dura un año y el de lactancia va de los 8 a los 12 primeros meses de vida. Se estima que se necesitan cerca de 200 litros diarios de leche para alimentar a uno de estos pequeños. Si las condiciones son las adecuadas, el periodo de gestación se repite cada dos o tres años, lo que en promedio quiere decir que en sus 60 años de vida una jorobada puede llegar a tener cerca de 12 crías. 

En el mundo de los científicos son conocidas como Megaptera novaeangliae o yubartas y como los delfines hacen parte del grupo de los cetáceos. Pese a su gran tamaño no son depredadoras de grandes especies, sino que se alimentan principalmente de krill, camarón, calamares, peces pequeños y plancton.

Existen ciertas reglas para el avistamiento de ballenas y de su cumplimiento depende el bienestar de estos animales. “Para empezar, es una actividad que se debe realizar a 200 metros de distancia de la ballena más lenta y el acercamiento tiene que ser lento, paralelo y ligeramente desde atrás. Segundo, el avistamiento no puede durar más de 30 minutos, con el fin de que las ballenas no se sientan acosadas. Y tercero, el máximo de embarcaciones que deben permanecer con un grupo de ballenas son cinco, siempre y cuando los motores estén en neutro”, explica Samuel Gamboa, uno de los lancheros de Bahía Málaga, quien ha pasado los últimos años siendo testigo del espectáculo natural que estos animales ofrecen. 

Ver por primera vez una yubarta es quizá una de las experiencias más inolvidables para cualquier ser humano. Su imponente figura deja en claro que son las reinas del océano, animales misteriosos, que recuerdan épocas milenarias y que con su canto de amor inundan las aguas del Pacífico. 

¿Cómo llegar hasta este avistamiento?

El punto de salida es el puerto de Buenaventura, donde los turistas abordan una lancha en dirección a Ladrilleros. Una vez allí se toma una embarcación menor para realizar el avistamiento, éstas deben estar acreditadas por la Corporación Autónoma Regional del Valle. Durante el avistamiento se debe conservar una distancia no menor a 200 metros, navegar a velocidad lenta y constante, sin cambios bruscos en velocidad y dirección o colocar el motor en neutro sin apagarlo. No es prudente arrojarse al agua para observarlas ni nadar cerca de las ballenas.

Nota: Camila Peña es periodista especializada en medio ambiente y trabaja en Proyectos Semana. Buzo avanzada, amante del mar...@PenaCamilacierre

María Camila Peña Bernal

Periodista

Periodista, amante del océano, viajera, lectora apasionada, fan número uno de Hemingway, cinéfila y loca por los animales. Me interesan los temas que tiene que ver con el medio ambiente, la arquitectura, los viajes, la historia y las realidades humanas. Prefiero los relatos de largo aliento. Disfruto de una historia bien contada y soy una obsesiva buscadora de buenos primeros párrafos. Comencé en el periodismo como redactora de la sección de Bogotá, en el diario El Espectador (Colombia), en 2007, y desde entonces no he parado de publicar y escribir historias.

AUTORWEB  AUTORSEPARADOR  AUTORTW

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Periodista, amante del océano, viajera, lectora apasionada, fan número uno de Hemingway, cinéfila y loca por los animales. Me interesan los temas que tiene que ver con el medio ambiente, la arquitectura, los viajes, la historia y las realidades humanas. Prefiero los relatos de largo aliento. Disfruto de una historia bien contada y soy una obsesiva buscadora de buenos primeros párrafos. Comencé en el periodismo como redactora de la sección de Bogotá, en el diario El Espectador (Colombia), en 2007, y desde entonces no he parado de publicar y escribir historias.

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