Dos libros para arrancar el año
Una novela de Héctor Abad Faciolince y un ensayo de Martín Caparrós: dos títulos que no sólo se publicaron para bibliófilos.
La Oculta, de Héctor Abad Faciolince. Alfaguara, 2014.
Qué es. La más reciente novela de Héctor Abad Faciolince. Tres hermanos —Antonio, Pilar y Eva Ángel— cuentan su vida en tres monólogos que se van alternando. La madre de los tres ha muerto, y ellos deben decidir qué hacer con la finca de la familia, La Oculta, ubicada en el suroeste antioqueño. La coyuntura los pone a revisar el pasado. En sus relatos hay tres países, tres épocas, tres visiones del mundo: la Colombia rural y noble del siglo XIX en el relato de Antonio; la Colombia conservadora y apegada a sus tradiciones de la mitad del siglo XX en el de Pilar, y la Colombia seudomoderna y atosigada por la violencia en el relato de Eva, que recoge un poco el último cuarto del siglo pasado. Lejos de experimentaciones y juegos formales, aquí hay narración pura en tres voces que envuelven, cada una a su manera.
Por qué vale la pena. Los recuerdos más felices de buena parte de los colombianos están asociados a una finca, con sus olores, sus sonidos, su paisaje, las aventuras que provee. En muchos casos, esos recuerdos involucran a la familia o a amigos muy queridos. Una de las tantas virtudes de esta novela es que recrea de manera muy patente esa especie de nostalgia feliz, y para ello apela tanto a las “grandes fibras humanas” —los ancestros, la familia, la tierra— como a las “pequeñas fibras”: la sonrisa de alguien querido, el olor del café y la panela en un amanecer en el campo, el rocío en los dedos de los pies cuando uno camina descalzo por la hierba… Los grandes y los pequeños momentos que hacen una vida toman forma mientras uno va leyendo las historias de los hermanos Ángel. Por eso es hermosa.
Una cita: “Yo he olido esa tierra, me la he puesto en la nariz para tratar de saber —por el olor— por qué la queremos tanto” (página 36).
El hambre, de Martín Caparrós. Planeta, 2014.
Qué es. Un gran ensayo-crónica sobre el hambre en el mundo. Tiene cifras, datos, geopolítica, sociología, pero también atmósfera, retratos, historias de personas. Personas que se mueren de hambre. Personas que se mueren de hambre frente al cronista —y, por supuesto, frente al lector—. Cada capítulo se concentra en un país, e ilustra una forma diferente del hambre y la desigualdad, de la pobreza y de la riqueza, del fracaso del ser humano como especie: Níger, India, Estados Unidos, Argentina, Bangladesh… En paralelo va armando la historia y la cartografía del hambre desde que el hombre es hombre.
Por qué vale la pena. ¿Habrá una palabra más inútil que la palabra hambre? ¿Habrá una frase más vacía ya de sentido como “el hambre en el mundo”? Este libro dirige de nuevo nuestra atención a esa catástrofe evitable que es el hambre. Porque mientras usted lee esta reseña veinte personas han muerto de hambre en algún lugar. Veinte. Piense en eso. Este es un libro contundente que nos pone al frente de una humanidad que permite que mil millones de personas no sepan qué van a comer mañana, o si van a comer, y que al otro lado del mundo otro montón de millones de personas vayan a morir en los próximos meses por comer en exceso. Es uno de esos libros que no nos dejan vivir la vida en automático. Como escoger la píldora roja.
Una cita: “Aï nunca tuvo comida suficiente, nunca fue a una ciudad, nunca tuvo luz eléctrica ni agua corriente ni un fuego de gas ni un inodoro, nunca parió en un hospital, nunca vio un programa de televisión, nunca se puso pantalones, nunca tuvo un reloj nunca una cama, nunca leyó un libro, nunca leyó un diario, nunca pagó una cuota, nunca tomó una cocacola, nunca comió una pizza, nunca eligió un futuro, nunca pensó que su vida pudiera ser distinta a la que es. Nunca pensó que quizá podría vivir sin preguntarse si va a comer mañana” (página 29).
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