El Tarot Criollo ilustrado por ocho artistas colombianas

“Este proyecto es la voz de una matrona susurrando cumbias a los oídos del corazón, conjurando cambios, transformando las formas de ver el mundo que nos rodea y el mundo interior. El Tarot Criollo espera por un lugar en la repisa de sus tesoros, ahí donde pone todo aquello que conecta con su alma”.

De la mano de ocho ilustradoras colombianas se creó el Tarot Criollo, un proyecto que nació a finales del 2021 entre el estudio creativo Zambo y Tauta, una marca de artesanías colombianas de Putumayo y Nariño con una demanda principalmente en el mercado europeo. Y es que para Daniel Upegui y Camilo Gallón, de Zambo Estudio, y María Claudia Palacios, de Tauta, la espiritualidad y la introspección siempre han sido temas para analizar el entorno y la vida más allá de las herramientas comunes como la psicoterapia. El tarot fue entonces la idea que marcaría esa unión entre esoterismo y diseño.

¿Y para qué un tarot criollo? Este oráculo de la colombianidad además de ser estéticamente bien logrado tiene ese toque de color que las tradiciones y el folclor local logran aportarle. El mazo es sencillo, cuenta con los 22 arcanos mayores del tarot de Marsella reinterpretados con arquetipos propios de la cultura colombiana, representando la riqueza de la narrativa propia de los pueblos. Esta selección contó con una curaduría entre Daniel y Camilo, quienes plantearon las equivalencias entre el significado de cada arcano y cómo este podría ser representado por una figura, palabra o personaje del país.

La decisión de solo representar los arcanos mayores se tomó en parte por practicidad, pero principalmente por el cuidado y detalle que notaron que requerían estas interpretaciones luego de hablar con varios tarotistas. Además, los arcanos mayores podían ser una puerta de entrada para las personas que nunca se han acercado al tarot, ofreciendo una forma para descubrirlo a través de sus arquetipos con simbologías poderosas.

El siguiente paso en el proceso fue definir la línea gráfica desde su diseño y paleta, así como la selección de las ilustradoras cuyos estilos resonaran mejor con la energía y el lenguaje del tarot. Algo estaba asegurado, debían ser ocho mujeres colombianas. “Todo este tema de la intuición y las búsquedas personales para nosotros se trabaja desde la energía femenina –así seamos hombres–, entonces decíamos “listo, por ese lado qué bueno que fueran solo mujeres”. Lo segundo es por un tema de reivindicación de género, “y es que el Tarot de Marsella es una herramienta hermosa pero muy eurocéntrica y bastante patriarcal, la energía que hay detrás de las figuras de liderazgo es siempre masculina. Por ejemplo, El ermitaño en nuestro mazo se llama La abuela porque nuestra realidad es un poco más matriarcal”, explica Daniel Upegui.

Este proyecto fue místico desde un principio, pues fue el tarot mismo el que eligió cuáles cartas le corresponderían a cada ilustradora en una tirada que se realizó en los primeros encuentros donde planearon un cronograma. Y aunque Daniel y Camilo dieron unas instrucciones sobre los arquetipos, cada artista decidió hacer su interpretación y traducción simbólica que les permitió la libertad creativa del proyecto. 

Aunque cada ilustradora pudo plasmar en sus cartas la esencia de su estilo, el tarot debía mantener una homogeneidad dentro de las diferencias de las obras. Este fue uno de los retos más grandes, “les dimos lo justo para que ellas pudieran fluir en el marco de unos lineamientos de dirección de arte, se puede notar en las cartas que hay unos contenedores básicos coherentes para todo el tarot”, añade Daniel. Además de estos lineamientos, la paleta de colores fue fundamental a lo largo del proceso creativo.

Un viaje al corazón

Un punto en común entre las artistas que nos contaron su proceso fue la conexión o lectura personal que tuvieron con las cartas que les asignaron. Esto no solo les dio respuestas introspectivas, sino que ayudó a construir una guía para la resignificación que les dieron.

Silvana Perdomo fue la artista encargada de reinterpretar las cartas de El Cacique (El emperador), La Mula (El carro) y El aliento (La templanza). Sus ilustraciones en su mayoría son digitales y creadas en Procreate, su toque es utilizar el pincel para darle textura y asemejar una ilustración análoga. Aunque el estilo de Silvana suele ser minimalista, en las cartas encontró detalles que debía agregar para enriquecer el sentido de las cartas, “en la carta original de El carro hay dos caballos uno mirando hacia cada lado, había que pensarse como esos caballos podían estar en la mula. También nos dieron mucha libertad como en interpretar los símbolos como en la carta de El cacique, que debía tener un cetro, pero ya la idea fue hacerlo de maíz”.

María Camila es una ilustradora con un estilo inclinado hacia el mundo de la moda, sus ilustraciones suelen ser en colores pastel. Las cartas que le eligió el tarot fueron El loco (El loco), El culebrero (El mago) y La finca (La estrella). En cada carta se pueden ver elementos propios de la cultura colombiana como el sombrero vueltiao, el chal, y los zócalos. Aunque María Camila es experta en moda, este proyecto también le permitió agregar su esencia: “de verdad quería la carta de la estrella, me parecía súper linda por su significado y justamente me tocó. En cuanto a El loco y El culebrero que son figuras masculinas al principio sí me costó, porque estoy acostumbrada a ilustrar figuras femeninas. Pero también incluí elementos de moda. Por ejemplo, El loco tiene un chal de crochet, fue como ponerle mi sello”.

Isabel Gómez tiene un estilo análogo y sugestivo. En sus cartas, La tómbola (La rueda de la fortuna), La luna (La luna) y El cielo (El cielo) se puede notar una paleta armónica que distingue esta trieja de las demás cartas. En su interpretación, Isabel tomó elementos del paisaje y las celebraciones en Colombia: “empecé a buscar ferias de pueblo y siempre predominaban los peluches, los flotadores y lo gráfico colectivo que son estos muñecos de los Looney Tunes o de Disney. (...) En la carta de la luna hay dos torres, entonces hice  un edificio más criollo, con alumbrados, con ropita en las rejas y perros que en esa carta son dos lobos, pero yo puse dos perritos criollos como salchichonados, gorditos”.

Angélica Liv maneja un estilo salvaje e imponente. Empieza haciendo bocetos en lápiz y tinta sobre papel que luego digitaliza para añadir color. El estar viviendo en Europa y poder ser parte del proyecto la acercó a sus raíces. Sus cartas fueron El taita (El papa), El perrenque (La fuerza) y El patas (El diablo), dentro de su sentir, las cartas acertaron a su favor, “siendo un proyecto tan basado en lo intangible, disfruté descubrir lo que cada carta podría decirme a mí y cómo representarlo. Cada arcano reflejaba algún elemento que ya estaba presente en mi obra. La naturaleza, la fuerza interior, lo prohibido... Zambo nos apoyó mucho en el desarrollo de cada pieza y me encantó la investigación que hicieron para cada una de las historias que cuentan estas cartas”.

El revés de las cartas del Tarot Criollo es una mezcla entre la bandera colombiana con destellos dorados que acompañan cada ilustración y personaje como un cuadrito que podría estar en cualquier sala de una casa colombiana. Los detalles de cada carta están cuidados milimétricamente. Desde su cajita con un corazón con espinas como referencia al Corazón de Jesús. Además, este tarot incluye un librito con oraciones a cada arcano, así como las palabras que lo definen y el significado más global de cada carta.