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Jefes de familia

Jefes de familia

Ilustración

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na madre cabeza de hogar me dijo que el título "madre cabeza de hogar" le chocaba porque no definía nada específico, pues toda mujer es la cabeza de su hogar. La palabra madre era lo que le molestaba, le parecía que denotaba una condición de minusvalía.

Viene ―decía―­ del concepto de jefe de hogar que refuerza de forma odiosa una idea de jerarquía, cuando se supone que las sociedades modernas defienden la igualdad de género y la distribución equitativa de las labores de hombres y mujeres, incluso en el hogar. 

Las cargas económicas, las labores domésticas y el tiempo para compartir en familia se reparten salomónicamente; claro, esto es así en muy pocos casos. Culturalmente, el jefe de hogar es una figura que va mas allá de la persona que pone más plata o toma decisiones y tiene mayor autoridad sobre los hijos. Es designado por consenso de los miembros la familia y esa elección, generalmente, está determinada por imaginarios sociales en cuanto a los roles masculinos y femeninos. El primero, como proveedor y la segunda como encargada de la crianza de los hijos y de la limpieza de la casa, que se sustentan en la condición física de cada uno.

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Siguiendo esas formas de pensar ―machistas dirán algunos― las mujeres cabeza de hogar serían únicamente las que están solas, enviudaron o fueron abandonadas, es decir, que con pareja no lo serían. Cuando alguien hace la pregunta tonta de quién lleva los pantalones en la casa se refiere a quién tiene la última palabra en las cuestiones del hogar. Si es la mujer, el marido queda como un monigote y ella como una vieja mandona; y si es él el jefe, no se ve tan mal. La escasez de mujeres dirigentes es una situación que se replica en otras instituciones; así como hay pocas presidentas de naciones, no hay papisas, excepto por Juana, que se hizo pasar por hombre en el siglo IX. 

relato destacado

MUJERES ARRIBA

Son varias las causas para que una mujer suba al trono en caso de ausencia de Rey (así es, la familia es una institución y muchos la llevan con una administración monárquica). El madresolterismo puede deberse a la ruptura de pareja, al aumento del embarazos en adolescentes ―en sectores de menor escolaridad― y al abandono. En Colombia la creciente pobreza y el conflicto armado han aumentado la cuota de viudas, desplazadas y de mujeres que viven con un marido con discapacidad física. Esto ha producido que miles de ellas se vean obligadas a cargar solas el peso y los gastos de mantener un hogar.

Las políticas sociales de Gobierno Nacional para el apoyo a las mujeres cabeza de hogar están enfocadas en la educación y capacitación para la generación de ingresos económicos de manera autónoma. Para estructurar el marco legal para las madres cabeza de familia y el acceso a los beneficios, fue necesario definir el concepto mismo. La condición constitucional de las madres cabeza de familia es de sujetos que tienen protección social. La ley 1232 de 2008 dice: “es Mujer Cabeza de Familia, quien siendo soltera o casada, ejerce la jefatura femenina del hogar y tiene bajo su cargo, afectiva, económica o socialmente, en forma permanente, hijos menores propios u otras personas incapaces o incapacitadas para trabajar, ya sea por ausencia permanente o incapacidad física, sensorial, síquica o moral del cónyuge o compañero permanente o deficiencia sustancial de ayuda de los demás miembros del núcleo familiar”. Para la ley, la madre cabeza de familia no es aquella que sufre la ausencia o abandono de la pareja, sino la que tiene que responder de forma solitaria y permanente por los hijos.

Si bien ha habido un aumento de feminización de la jefatura en los hogares convencionales –gritarán ¡yupi! las feministas ­– debido al acceso a la educación y al sector laboral de las mujeres, la realidad es que las que se ven empujadas a la fuerza a serlo, están en la pobreza. Esto es especialmente problemático en el área rural donde, en gran medida, la condición está asociada a la violencia y el desplazamiento forzado. 

El censo de 2005 concluyó que por cada mujer jefe de hogar hay 234 hombres que lo son. Del total de jefes de hogar el 29.9 por ciento son mujeres y el 70.1 por ciento son hombres. Los departamentos con mayor proporción de jefes de hogar femeninas fueron La Guajira, Chocó, San Andrés, Quindío, Valle del Cauca y Antioquia.

Eso fue hace 12 años. Ahora es innegable que en gran cantidad de hogares contemporáneos los hijos participan en las decisiones y las mujeres aportan económicamente igual al hombre. Y es así, pero factores como el nivel educativo y el ingreso económico influyen en la organización familiar. La Primera Encuesta Distrital de Demografía y Salud 2011 muestra que el 36 por ciento de los hogares en Bogotá tiene jefatura femenina, porcentaje mayor al del resto del país. La encuesta también indica que las mujeres con menos estudios tienen más hijos.

En la sociedad aun ronda el estigma de que los hogares monoparentales con una mujer a la cabeza son los más pobres. El sector informal es una alternativa común para muchas mujeres que se ven forzadas a asumir la totalidad de los gastos del hogar. Fundaciones, empresas privadas y organizaciones estatales realizan talleres y capacitaciones en labores técnicas, artesanales y en ventas dirigidos a mujeres cabeza de hogar o reservan plazas de trabajo para esta población. Además, tienen trato preferencial en el acceso de los hijos a comedores comunitarios e ingreso a jardines y escuelas y ayudas en salud y vivienda.

 EL RETO

Pero, ¿por qué es tan difícil ser madre cabeza de hogar? Parte del problema es la desigualdad salarial entre hombres y mujeres. En 2011 la tasa de desocupación femenina fue del 16 por ciento frente a la masculina que llegó al 9 por ciento y la diferencia salarial era cercana al 20 por ciento. De las mujeres cabeza de hogar el 10.1 por ciento no habían logrado ubicarse en el mercado laboral, mientras que para los hombres cabeza de familia era del 4.7 por ciento. 

Las mujeres que no contribuyen a la generación de ingresos, son dependientes económicamente del marido, al igual que sus hijos. Cuando este muere, se va o deja de dar dinero, desmejoran drásticamente las condiciones de vida y se ven obligadas a entrar en el mercado laboral. Para las familias desplazadas por la violencia, la mujer tiene mayor posibilidad de encontrar trabajo en la ciudad, dada su experiencia en oficios domésticos y la poca oferta que encuentra el hombre en labores agrícolas o ganaderas.   

Sin embargo, en un menor porcentaje también hay padres cabeza de familia que crían a los hijos solos. En Bogotá, de los niños menores de 15 años un tres por ciento vive con el padre. Pero a los hombres les es más fácil encontrar un empleo estable.

El concepto de jefatura del hogar se ha transformado con las nuevas composiciones familiares y los cambios en los roles del hombre y la mujer. Sin embargo, en Colombia hay una tensión entre las formas tradicionales ―no digamos machistas del todo―de pensar la familia en las que el hombre es el jefe porque da la plata y toma las decisiones y en las que las madres solteras son mujeres entradas en desgracia. 

En la actualidad, hay mujeres que deciden mantener los hijos solas y hay otras que por fuerza les toca. Una cosa es ser madre cabeza de familia con pareja, que es donde resultan curiosos los estereotipos de roles y otra que se da por ausencia del hombre, abandono, viudez, separación o discapacidad del compañero, donde el gran costo económico y dedicación afectiva queda en manos de una sola persona.
Diana Prada

Periodista 


 

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