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Vuelo de gavilán, silencio de loro

Vuelo de gavilán, silencio de loro

Ilustración

Lo conocían como Gavilán. Fue un comandante, explosivista e instructor de las FARC. Se vinculó a los ocho años y se desmovilizó hace once. Ahora, con 38, recuerda y escribe mientras busca trabajo. separador

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E


n un edificio esquinero de ladrillos en la calle 57, en Bogotá, que hace menos de treinta años fuera propiedad de narcotraficantes, viven hoy o están de paso militares retirados, activos, heridos y un comandante desmovilizado de las FARC de 1,75 metros de alto, pelo corto peinado hacia adelante, piel cobriza, camiseta blanca, de espalda ancha y finas heridas sobre los brazos. En las noches, en una de las sillas plásticas del salón del segundo piso con largos ventanales y un desvencijado jacuzzi usado como depósito, el comandante se encorva y escribe sus memorias.

Infancia miliciana

Nació en Mesetas (Meta). Su casa coronaba una montaña; era un punto estratégico utilizado por la guerrilla como mirador del pueblo. Su padre golpeaba a sus bestias y a sus hijos por igual; si el caballo se movía, fuetazo, si sus hijos no sostuvieron las patas, fuetazo, si la vaca no daba la misma cantidad de leche, fuetazo, y a sus hijos, fuetazo. Se asomaban gestos de cordialidad cuando llegaban los guerrilleros, casi siempre vestidos de civil, y su padre decía “ellos son sus compañeros”. “Parecía un régimen estricto, pero si de verdad lo fuera, no hubiera dejado andar a su hijo con ellos”, recuerda. Recibió palizas hasta que a los 8 años se hartó, se fue de casa y bajó al pueblo a vivir con su tío y sus primos en el centro de Mesetas.

Un mes después, la novia de su primo mayor se enlistó en la guerrilla y su primo la siguió. Luego de unos meses, lo vería uniformado, fornido, con fusil, y junto a su primo, Rogelio: el comandante barbado que con voz recia preguntó “si quiere verme seguido, tiene que organizarse como miliciano, ¿acepta?”. “¡Acepto!”, respondió el pequeño, intentando que su voz infantil sonara segura. Rogelio le pidió subordinarse al comandante del pueblo, el celador del hospital −justo al frente de la estación de policía−. El primer encargo que le hicieron fue vigilar; y mientras lo hacía, era vigilado, a su vez, por milicianos antiguos.

A los nueve años recibió su primer entrenamiento junto a otros seis niños en un campamento cerca a La Julia, una inspección de Mesetas. El comandante Rogelio los recibió en medio de la noche y les dijo “no los voy a meter donde está la guerrillerada porque ustedes son especiales… Ustedes cumplirán labores importantes dentro del pueblo”. Al otro día empezaron los ejercicios: atrincherarse, cubrirse con un árbol, mimetizarse, aprender a prestar guardia −escuchar, moverse lento y no sentarse−, arrastrarse, correr en zigzag, en descenso y en ascenso, caminar encorvado en posición de tiro, cómo cubrir a un compañero, cómo avanzar, avanzar bajo fuego. Luego aprendieron a disparar con una mano, con las dos, de medio lado, corriendo, saltando. Y cuando disparaban, los niños gritaban pum, pum, pum o pao, pao, pao. Fue un entrenamiento para pistoleo con el fin de formar un grupo de limpieza social.

Un ladrón del pueblo, varias veces advertido por la guerrilla de que dejara de robar, con tres hijos, fue su primera e imborrable misión. Llegó a las siete de la noche a la casa del ladrón acompañado de milicianos antiguos. Lo sacaron, lo llevaron cerca al río. A pesar de sentir las manos heladas y temblar, supo apuntarle. Lo miró a los ojos y su rostro se volvió inolvidable: “sólo escuché el primer impacto, los otros cuatro no, estaba impresionado”. Ese ladrón podía ser tachado de la lista de limpieza. El listado fue creciendo a medida que conocía quiénes informaban al Ejército Nacional y a la par fueron asignándole misiones.

Cada seis meses o un año volvía a entrenamiento. Cuando no estaba espiando o vigilando, trabajaba en el restaurante de su tío y en la bomba de gasolina del frente. Descubrió que el Ejército no cambiaba de ruta, era predecible. Normalmente, se vestía con una camiseta esqueleto, una pantaloneta y sin zapatos, humildemente, para no levantar sospechas. Y su padre, por orgullo, nunca no lo buscó; eso sí, de vez en cuando, visitaba a su madre.

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Reclutado… Reclutador

Aquel grupo de seis niños entrenados había crecido en edad y experiencia y del mismo modo como fue reclutado −pintándoles oportunidades a otros niños, brindándoles supuestas amistades, presentándoseles a las familias, convidándolos, luciendo las armas, criticando al gobierno, enalteciendo la labor guerrillera−, ellos reclutaron jóvenes y lograron multiplicarse después de nueve años.

Tras una década en la milicia, poco tiempo después de haber cumplido la mayoría de edad, le llegaría la misión de conseguir posada y alimentación a 400 personas para agrandar la comisión que dirigía el comandante Céspedes, que se encargaba de las vacunas en la región. En síntesis, los invitados llegarían en la tarde, dormirían, al otro día harían la reunión y en la tarde volverían a sus pueblos. Durante el encuentro reconoció a funcionarios de la Alcaldía de Mesetas y se sorprendió. Una semana después, regresó al pueblo vestido de civil, como si nada. Al llegar al centro, lo saludaron y se le acercaron a decirle “compañero, acompáñeme que tengo un problema allí”. Al pasar por la Alcaldía, lo saludaron diciéndole camarada. “Me quemaron para enlistarme”, afirma. Entonces empezaron a caer los allanamientos militares a la casa de su tío.

En la mañana del 23 de diciembre de 1995 llegó el tercer allanamiento. No encontraron una prueba para inculparlo, su armamento se ocultaba entre bultos de papa. No creyó salvarse de un cuarto allanamiento y por eso se empezó a imaginar encerrado, torturado, muerto. Se sentía perseguido, así que buscó el consejo de su madre. La halló en el suelo, arrastrada y golpeada por su padre porque los perros se habían perdido. En cuanto regresó su padre, empezaron las discusiones y la alevosía pero su madre los paró y escudó a su padre. Ver el mismo maltrato que cuando tenía 8 años lo volvió a hartar. Sin poder regresar a donde su tío y sin tener otro lugar seguro adónde ir, decidió internarse en el monte. Lleno de rabia porque su madre volvía a proteger a su padre, buscó al comandante que circundaba el pueblo para que avisara de su decisión. Esa noche durmió en Jardín de las Peñas, cerca de Mesetas; al otro día celebraría la Navidad en una discoteca y dormiría con una mujer. A las diez de la mañana del 25 de diciembre, se despidió de ella: una camioneta lo esperaba para subirlo al campamento de La Julia, el mismo lugar donde recibió su primer entrenamiento.

Gavilán o Loro

Un par de meses después recibió su primer entrenamiento de explosivos en el Caquetá. Acondicionaban un terreno de cien metros a la redonda exclusivo para ellos: “en la fabricación no podía haber errores, tenía que ser perfecto. Por eso nos aislaban. Si pasaba algo, nos matábamos solo los explosivistas”. Tenía 18 años, aún no le gustaba usar uniforme y mucho menos gorra, permanecía en camiseta, buzo y sudadera negra, como cuando era miliciano. Cavaban en dirección al objetivo y recubrían el fondo con tablas. Esparcían el detonante y cargaban la bala, fabricada con un tubo de PVC de 3 pulgadas de alto por 2 de largo, relleno de tres tipos de explosivos y balines de acero. Con la regla de una navaja Victorinox contaban milímetros apuntando al objetivo mientras cuadraban los grados en la brújula. Luego de disparar, la explosión dejaba un hueco de aproximadamente cinco metros de diámetro.

Fue uno de los primeros en recibir entrenamiento con cilindros en 1996. “Aprendí que debían estallar a medio o un metro del suelo [para mayor expansión] y no caer al piso y totear”, explica. Por calcular con precisión y no fallar lo empezaron a llamar Gavilán –“no perdía viaje”– y Loro –“casi no hablaba pero prestaba atención”–.

Aprendió a armar lapiceros, cartas y relojes bomba. Le bastaba un tubo o recortar la punta de una bala de oxígeno medicinal para tener un cañón. Sabía soldar con los ojos cerrados, sin careta y sin camisa. Pocos años después sería instructor de explosivistas. Solo necesitaba la materia prima (abono para plantas) para producir, con un grupo de diez guerrilleros, una tonelada de explosivos semanalmente, que se repartía en cinco frentes.

Llegó a tener 110 hombres bajo su mando, “no me mataron ninguno; no tenía viáticos y tampoco comida, así aprendí a llevar una economía”, resalta. Luego de dos años en el monte, por su habilidad, se hizo comandante de escuadra y todos lo llamaban Gavilán. Dice que era cansón: se despertaba dando plomo y se acostaba dando plomo. 

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Narcotráfico

Gavilán empezó a trabajar en el narcotráfico cuando se montó la zona de distensión de El Caguán, que llegaba hasta La Uribe, donde él estaba. Algunos días ayudaba a contar bultos de dinero. Empezaba a las seis de la mañana y pasaba billetes hasta que le dolían los dedos y sus yemas quedaban negras. No fue de esos guerrilleros que salieron a los pueblos a tomarse fotos. Para ese entonces ya usaba el uniforme. Fue la época que más trabajó: se acostaba a media noche, se despertaba a las tres horas; estaba a cargo de la producción de los explosivos para varios frentes y ayudaba a recolectar la base de coca producida en la región.

Cada semana guardaba tres mil millones de pesos (aproximadamente un millón de dólares de la época) en un par de maletines militares y salía a comprar lo que producían los campesinos en sus chongos −rústicos y precarios laboratorios− hasta juntar alrededor de cuarenta arrobas de base de coca. Los chongos de la guerrilla −estos sí verdaderos laboratorios−, ocupan hectáreas, tienen la capacidad de recibir avionetas y su anillo de seguridad se abre veinte kilómetros. Un aviso por radio bastaba para dispersar guerrilleros, armamento, dinero y mercancías. Más allá de los anillos rondan frentes o permanecen columnas, como la que dirigía Gavilán.

Desilusión

Gavilán creía en la posibilidad de hacer la revolución. Aspiraba a dirigir varios frentes como Jacobo Arenas o Manuel Marulanda. Estudiaba y cargaba su Cartilla de instrucción militar y libros como Trochas y fusiles. Ni siquiera el haber enterrado a su primo mayor –el que se había enlistado por enamorado–, ni el encuentro y el desconsuelo de su tía en el funeral, lo hicieron reconsiderar sus convicciones. De aquella situación, solo supo guardar un papel con un número telefónico.

Las dudas empezaron a surgir una noche que el Negro Antonio –uno de sus superiores–, recordando anécdotas, le contó que una vez recibió un armamento en Viotá (Cundinamarca), viajó por carretera escoltado por la Policía, entró a Bogotá, lo llevaron al aeropuerto y lo embarcaron en un vuelo a Florencia mientras el armamento continuaba escoltado hasta el Caquetá. Poco después, Gavilán vio al Negro Antonio enfermo, llamaron al médico de la Policía, que subió hasta el campamento.

Vinieron después más cuestionamientos. Oír hablar de la finca de Marulanda, como si fuera propiedad privada, le hizo preguntarse: “¿por qué, si esto es de todos? Y si él no le pone el pecho, ¿por qué la finca es para él? O cuando estábamos en la finca de Romaña y queríamos matar una vaca, nos decían que debíamos pedirle permiso y yo decía ¿por qué a él?”.

La desilusión se agudizó cuando fue a recoger munición, diez mil tiros de AK-47, a una montaña por los lados de La Julia, a las tres de la mañana. El camión estaba en medio de la carretera. Descargaron. Gavilán entregó la masa: su parte. Le pareció extraño el porte robusto del conductor. Al otro día le pidieron que desayunara en una cafetería del pueblo con el mismo hombre. Al verse, se presentaron y el tipo le confesó que era policía. “La mentalidad mía fue: ¿Yo desayunando frente a mi enemigo? ¡No puede ser! Nosotros, los que no nos conocemos, nos estamos matando mientras los de arriba están haciendo plata a costillas nuestras. Donde no me muestren eso, yo todavía estaría allá… y pensándolo, para esta fecha, con mi vuelo rápido, estaría en el secretariado”, concluye abstraído.

Huida

“En el monte, si dos hombres se abrazan, si uno le lava la ropa al otro o si duermen en el mismo cambuche, no se piensa con la malicia de la ciudad. Yo llevaba tres meses durmiendo con un compañero y una noche me contó que le habían hecho un consejo de guerra injusto. Él me confesó que si tenía la oportunidad, se iba”. Esa idea ya le rondaba a Gavilán, así que le preguntó: “si hubiera alguien que lo sacara, ¿usted se iría?”. Su compañero le respondió afirmativamente. El tema quedó ahí, porque Gavilán, todo un comandante suplente a la espera de un mejor puesto, listo para ocupar el cargo del que muriera o faltara, no podía levantar sospechas. Tenía 26 hombres bajo su mando en ese momento.

Gavilán se fue con el Mono Jojoy al Caquetá en 2002, cuando se acabó la zona de distensión y comenzaron los combates alrededor de Mesetas y La Uribe. Meses después se desplegó el Plan Patriota apoyado por el Gobierno de Estados Unidos, con más de diez mil soldados del Ejército Nacional movilizados a la zona. En el Caquetá dio sus últimos entrenamientos de explosivos, fue instructor de francotiradores y recibió adiestramiento en enfermería y mando. A mediados de 2003, Gavilán tomó la decisión de volarse. Duró seis meses estudiando su plan. Se hizo pasar por enfermo de varicocele para no hacer fuerza; eso sí, aceptaba realizar exploraciones: salía del campamento a las cinco de la mañana, caminaba hasta la una de la tarde guardando la esperanza de encontrar una salida, pero nada; entonces se devolvía.

Una tarde fue con su camarada a hacer una exploración. Se sentaron frente a frente. Gavilán, con el fusil en las piernas, dijo “hace un tiempo usted me dijo que si alguien lo sacaba, usted se iba”; vino una pausa y remató: “nos vamos mañana”. Su compañero se asustó y Gavilán tomó el control de cada detalle diciendo “de ahora en adelante, no se aparta un metro de mi lado. Se porta juicioso. No tiene derecho a hablar con nadie. Cuando se acueste, me deja su fusil. A las ocho de la mañana nos vamos”. En la noche empacó seis tarros de salchichas, tres libras de azúcar, dos sobres de Frutiño y guardó sus ahorros: 300.000 pesos (358.000 era el salario mínimo mensual en la época). Intentaron dormir pero no lo lograron. Sabían que en la zona estaba el Ejército porque lo habían enfrentado dos días antes.

Al otro día, levantó el campamento y les pidió a sus unidades que limpiaran todo, como si ahí no hubiera dormido nadie. A las siete de la mañana organizó grupos de tres guerrilleros y los mandó a que fueran a recoger novedades. Él, por el radio, les diría dónde encontrarse. Caminó con su compañero entre las ocho de la mañana y las siete de la noche. Cuando se detuvieron, el otro le dijo “creo que nos están buscando. Tengo ganas como de devolverme”. Con voz tranquila, recuerda Gavilán, le respondió “si se quiere regresar, páseme fusil, maletín y brújula”. Se quedaron juntos. Hacía horas se habían salido de la zona conocida y no podían llegar uniformados a la carretera.

Al otro día, a las cinco de la mañana, lo primero que dijo Gavilán fue “¿se queda o se va?”. Escuchó un débil “sigo con usted”. Gavilán le pidió que caminara por delante de él para que rompiera y abriera camino. “A cualquier movida en falso, lo mato”, pensaba. Tenía mil tiros de AK-47, radio, pistola, cuatro granadas, cinco proveedores, puñaleta, otro uniforme, una sudadera naranja y una camiseta esqueleto negra. Llegaron hasta un caserío, El Recreo, dominado por la guerrilla. En ese momento Gavilán advirtió “a mí me matan o me salgo”.

Antes de llegar a la carretera, se cambiaron, aunque seguían con las botas. Luego enterraron todo su equipaje. El pueblo estaba inquietantemente desolado. En una cafetería compraron una Pony Malta y dos panes. Pasó un jeep y el conductor les preguntó si los llevaba. Asintieron. Al ver las botas, el tipo les sugirió comprar ropa para cambiarse pues iban a pasar por retenes del Ejército. En el siguiente caserío Gavilán compró otra camiseta, un pantalón y los zapatos blancos más grandes que encontró, dos tallas menores que la suya. Pasaron por tres retenes y, por suerte, en ninguno les pidieron documentos de identificación. Llegaron a la casa de un familiar de su compañero en Florencia. Gavilán pidió el teléfono y desenvolvió su secreto: el número telefónico en el papel que había recibido de su tía en el funeral de su primo. Su tío contestó, se alegró, no lo alentó a recibirlo pero le pidió llamar al menor de sus hijos, un primo menor que Gavilán, desmovilizado hacía tres años, que vivía en Bogotá y quien lo supo guiar para recogerlo y llevarle una cédula de ciudadanía. Después de tres días encerrado, llegó por él. Gavilán se enteró de que su mamá le había pagado dos misas de entierro porque lo daban por muerto. También supo que cuando abandonó Mesetas, sus familiares fueron desplazados por los paramilitares.

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Desmovilización

En el año 2004 llegó a Bogotá temeroso de los ladrones, de los edificios y de la misma guerrilla que se había infiltrado en la ciudad, según le habían contado. “En la selva, el agua cae por entre las piedras y aquí me preguntaba por dónde salía el agua de los edificios. A muchos les di la vuelta completa”, afirma mirando al cielo. Si se formaba trancón sobre un puente, temía que se cayera. “Cuando estuve en el programa, una sola psicóloga atendía como a mil desmovilizados”. Como él, hasta la fecha, la Agencia Colombiana para la Reintegración ha recibido a 17.583 exintegrantes de las FARC. “Además, llegaban personas, haga de cuenta usted, sin pinta de campesinos, y les creían que fueron guerrilleros y les daban plata; en cambio a mí, comandante, con el cuerpo entrenado y recién bajado del monte, no me querían creer. Me hicieron tres pruebas de polígrafo”, lamenta.

Los primeros meses los recuerda con desasosiego. Hubiese querido contar con una guía o un acompañamiento del Gobierno para acoplarse a la ciudad. Por medio de su primo conoció a la Fundación Colombia Herida, “sin ellos me hubiera ido con otro grupo; los elenos, por ejemplo”.

Estos años ha podido sobrevivir gracias a trabajos varios: pinte aquí, corte allá, arregle esto. Nada estable, como quisiera. También ha vuelto a trabajar en fincas. “Me gusta mantener la mente ocupada, me salen ideas fácil y rápido para solucionar problemas. Cuando hago un trabajo, les digo en un minuto por dónde hacerlo. Igual era en la guerra”.

Quiere validar el bachillerato para encontrar un mejor empleo; sin embargo, recuerda que cuando vio por primera vez la tabla periódica, la entendió muy rápido: “donde siga estudiando química sería el fabricante de todo y no me conviene. Dejé de estudiarla”.

En las calles del barrio La Reliquia, en Villavicencio, se ha encontrado frente a frente con guerrilleros que estuvieron bajo su mando y que siguen activos. Los reconoce, los saluda y unos lo han invitado a la casa de sus familiares. Allí Gavilán suelta sus consejos de salirse aunque sabe que “les han metido la psicología de que el desertor no sobrevive. Siempre lo matan llegando a Villavicencio o los paracos lo torturaron y lo mataron. Aquí, afuera, veo la falta que hace mostrar un futuro diferente en el campo, y así no se pensaría en la guerra”, sugiere.

Gavilán se desmovilizó hace una década. En el edificio esquinero de la Fundación Colombia Herida, militares retirados, heridos o activos lo llaman −por el hecho de haberlo sido− Comandante. Hace dos años, luego de salir de la iglesia, conoció a su actual novia, y meses después pidió un préstamo por un millón de pesos para comprar un computador. Aprendió a manejarlo y, desde entonces, en uno de los dormitorios o en el salón del segundo piso, escribe. Reconoce que no tiene buena ortografía pero aun así, escribe. En la oscuridad de la noche solo la luz de la pantalla ilumina su rostro. separador

Daniel Parra Mejía

Periodista.

Periodista independiente –cuando quiere sonar formal–, periodista emprendedor –cuando se despierta positivo–, periodista freelance –cuando quiere sonar andariego–. Todas, formas del periodismo que se hace con una mano adelante y otra atrás –una mano en los medios y la otra en la realidad–. Ha escrito para Vida Nueva, El Niuton, Aló Mujeres, El Espectador y La Silla Vacía.

AUTORTW  AUTORSEPARADOR  AUTORFACE

Periodista.

Periodista independiente –cuando quiere sonar formal–, periodista emprendedor –cuando se despierta positivo–, periodista freelance –cuando quiere sonar andariego–. Todas, formas del periodismo que se hace con una mano adelante y otra atrás –una mano en los medios y la otra en la realidad–. Ha escrito para Vida Nueva, El Niuton, Aló Mujeres, El Espectador y La Silla Vacía.

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-Septiembre/04/2024
Sergio Ospina es embajador en Colombia de The LEGO Group e invitado a la Toycon 2024. ¿Qué lo llevó a construir un mundo que ya suma más de 90 mil seguidores?
Cristina Dorado Suaza
Cristina Dorado Suaza
-Septiembre/03/2024
En septiembre y noviembre, la convocatoria más grande de ilustración en Colombia ofrecerá esta amplia agenda cultural y artística en Medellín y Bogotá.
Bacanika
Bacánika
-Septiembre/03/2024
¡Porque ustedes lo pidieron! Aquí un retrato lleno de amor de todas esas cosas en las que nuestros felinos favoritos se nos parecen más que cualquiera.
Panderito chan
Panderito chan
-Agosto/30/2024
Pintora, ilustradora, muralista y autora de libros, la valenciana será la invitada especial al Salón Visual Bacánika 2024. Aquí una mirada a su historia.
Mariana Martínez Ochoa
Mariana Martínez Ochoa
-Agosto/29/2024
De la soledad a las tendencias de internet, El chico sin cabello de pan solo oculta su propia identidad. Aquí un perfil de nuestro invitado al Salón Visual.
Mariana Martínez Ochoa
Mariana Martínez Ochoa
-Agosto/28/2024
¿Quién recuerda que la lana boyacense viajó a la Luna? Este artista que, gracias al Apolo 11, viajó al pasado en busca de sus raíces familiares. Aquí la historia.
Cristina Dorado Suaza
Cristina Dorado Suaza
-Agosto/27/2024
¿Cuántos fueron el emprendedor de los dulces o la diseñadora gráfica de los cuadernos hermosos? Aquí un listado de los más icónicos personajes de la escuela.
BluBoi
BluBoi
-Agosto/23/2024
Una de cada cinco panaderías de Colombia queda en Bogotá y La Cata salió a hacer la ruta de algunos de los mejores desayunos que se consiguen en estos locales.
La Cata
La Cata
-Agosto/22/2024
¿Qué puede decir el diseño sobre los futuros que no fueron, sobre los pueblos desdibujados de la tierra? El trabajo de esta diseñadora nos responde.
Andrea Yepes Cuartas
Andrea Yepes Cuartas
-Agosto/21/2024
¿Quién fue Memo Vélez? ¿Qué libro es este con voces, cartas, tiempos y pinturas reunidas por una amiga para intentar retratarlo? La autora nos cuenta.
Esta semana fue declarada la emergencia sanitaria internacional, pero ¿por qué? ¿Qué ha cambiado con la viruela del mono desde 2022? Aquí le contamos.
Bacanika
Bacánika
-Agosto/16/2024
Dueños de una lengua propia, invitamos a Raeioul a ilustrar este glosario de acepciones y palabras que sólo entienden los diseñadores.
Bacanika
Bacánika
-Agosto/16/2024
Aquí un vistazo a la fantasía y el asombro que atraviesa el mundo pictórico del artiste y escritore ganadore del segundo lugar del Premio Arte Joven 2023.
Mariana Martínez Ochoa
Mariana Martínez Ochoa
-Agosto/15/2024
Entre el 7 y el 8 de septiembre en el Palacio de San Francisco de Bogotá se realizará la segunda edición de Toycon Colombia. Aquí todos los detalles del festival.
Bacanika
Bacánika
-Agosto/15/2024
¿Por qué es tan maravilloso perder el tiempo? ¿Por qué tantos creativos necesitan del ocio en sus rutinas? Tendido al sol, el autor explora respuestas.
Brian Lara
-Agosto/14/2024
¿Cómo es hacer parte de la logística y el protocolo de un evento monumental como los Juegos Olímpicos? Desde París, la autora nos cuenta.
Karen Ariza Carranza
Karen Ariza Carranza
-Agosto/13/2024
25 años después del asesinato de Jaime Garzón, se lanza esta novela gráfica escrita por su hermano Alfredo Garzón junto a Verónica Ochoa. Aquí la historia.
Valeria Herrera Oliveros
Valeria Herrera Oliveros
-Agosto/12/2024
¿Por qué las mujeres con TEA tienden a enterarse de su diagnóstico en plena adultez? La autora nos cuenta desde su testimonio, el de otras junto a voces expertas.
Adela Cardona
-Agosto/12/2024
¡GRWM para que nos enseñen cómo recomendar todo lo que hacemos con estos cinco pasos infaltables en la carrera de todo aspirante a influencer!
Óscar Nossa
Óscar Nossa
-Agosto/09/2024
Del 26 al 28 de septiembre de 2024, regresa a Bogotá el Festival Internacional de Diseño 4GN. Te contamos todo sobre la programación y cómo ganarte tu entrada.
Bacanika
Bacánika
-Agosto/08/2024
Declarar renta es el plan favorito de nadie, pero hay que hacerlo. Si está en sus primeros pasos, no sabe si le toca o no le entiende al contador, revise esta guía.
Laura Natalia Cruz
-Agosto/06/2024
Descubra en estas 8 miradas el certamen deportivo más grande del mundo, del diseño de logos y uniformes a la vida misma de los que se entregan al alto rendimiento.
Bacanika
Bacánika
-Agosto/05/2024
El skate, el breaking y el BMX freestyle se iniciaron como deportes olímpicos, ¿de dónde vienen, cómo llegaron, cómo se compite en estas disciplinas?
Karen Ariza Carranza
Karen Ariza Carranza
-Agosto/05/2024
El placer de cantar rock en español no tiene nada que ver con nuestra capacidad para entenderlo. Invitamos a Chulo a ilustrar una selección de estos sinsentidos.
Chulo
-Agosto/02/2024
Artistas, cineastas, ilustradores y escritores, ¡pilas pues! Aquí les traemos la selección mensual de convocatorias, para que se anime. Aquí todos los detalles.
Bacanika
Bacánika
-Agosto/01/2024
Estas 7 exposiciones y 2 festivales en distintas capitales del país abren sus puertas a variedad de miradas y experiencias para que se programe con su parche.
Bacanika
Bacánika
-Agosto/01/2024
¿Qué hace que una amistad perdure mejor que otra? ¿Hay algo que permite prever que serán eternos los amigos o que algún día seremos apenas viejos conocidos?
Martín Franco Vélez
Martín Franco Vélez
-Julio/31/2024
El futuro es ahora, pero la IA todavía no entiende a qué te refieres con “más diseño”. Chuleta Prieto nos ilustra esas cosas que aún no podemos pedirle.
Chuleta Prieto
-Julio/26/2024
Del art déco al minimalismo, el diseño de este certamen nos traza un recorrido por las tendencias visuales con las que hoy recordamos la historia olímpica.
Mariana Martínez Ochoa
Mariana Martínez Ochoa
-Julio/25/2024
¿Qué se juega sobre las telas que cubren a los mejores atletas cada cuatro años? ¿Qué historia cuentan los uniformes que visten a los capaces de lo extraordinario?
Andrea Yepes Cuartas
Andrea Yepes Cuartas
-Julio/24/2024
Desde los circuitos, este artista payanés ha encontrado la ruta para trazar una obra cargada de crítica social y memoria a través del arte y las matemáticas.
Mariana Martínez Ochoa
Mariana Martínez Ochoa
-Julio/23/2024
Además de sus publicaciones como editorial independiente, este taller de risografía es un espacio de encuentro para el arte y la ilustración. Aquí su historia.
Mariana Martínez Ochoa
Mariana Martínez Ochoa
-Julio/22/2024
Si está empezando a sacar sus prints, stickers, postales, pósters o piezas para exposición, estos son los consejos claves para que lo haga como un pro.
Bacanika
Bacánika
-Julio/19/2024
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Bacanika
Bacánika
-Julio/19/2024
Este martes 23 se hará la última visita guiada de la muestra que celebra el premio dirigido a los artistas jóvenes del país, abierta hasta el 27 de julio en Bogotá.
Bacanika
Bacánika
-Julio/19/2024
Ícono contemporáneo, las viñetas de Lola Vendetta le han permitido a millones de mujeres identificarse y cuestionarse por casi una década. Aquí su perfil.
Catalina Porras Suárez
Catalina Porras Suárez
-Julio/17/2024
Desde hace 6 años, Emilio Aparicio registra sus viajes por el mundo en cuadernos con dibujos, fotografías, objetos y notas. Aquí nos cuenta por qué lo hace.
Hasta el domingo 21 de julio a medianoche puede inscribir sus piezas para hacer parte de la muestra y premio de ilustración más grande de Colombia. Aquí los detalles.
Bacanika
Bacánika
-Julio/15/2024
Todo lo bueno tiene segunda parte. Por eso invitamos a FreddoIlustra a hacer esta nueva edición de su exitosa columna sobre el contorsionismo creativo.
FreddoIlustra
FreddoIlustra
-Julio/12/2024
No solo se deja de gatear con los años: con humor y nostalgia, este colaborador de la casa nos cuenta cómo cambiaron sus días ahora que llegó a los cuarenta.
Juan Sebastián Lozano
-Julio/11/2024
Los colombianos disfrutamos de una variedad de frutas que no siempre conocemos ni probamos. Aquí una primera guía para que se anime a disfrutar.
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Bacanika
Bacánika
-Julio/09/2024
Con una obra intrigante, este ilustrador nos abre la mente a un universo cargado de poderosos símbolos. Aquí una mirada a su historia y encanto con los arcanos.
Ana Dibuja trae esta lista de canciones que con solo ponerlas convierte la escoba en un micrófono y la ropa por doblar en un público al borde de las lágrimas
Ana Dibuja
-Julio/05/2024
Ni los perfeccionistas tienen claro qué es el perfeccionismo. A menudo se preguntan si pueden dejar de serlo, si lo necesitan. Aquí algunas respuestas.
Brian Lara
-Julio/04/2024
¿Cómo afecta la exposición solar al envejecimiento de la piel? La autora se lo explica con lujo de detalles a lo largo de los años de la mano de un especialista.
Mariana Martínez Ochoa
Mariana Martínez Ochoa
-Julio/03/2024
El Ministerio de las Culturas, el Museo Nacional y ARTBO presentan convocatorias de becas, residencias y proyectos de formación para artesanos y artistas.
Bacanika
Bacánika
-Julio/02/2024
¡Que vivan la diversidad, el orgullo y el amor! Aquí la gran Sindy Elefante nos ilustra algunos de los motivos para celebrar la dignidad y el orgullo LGBTIQ+.
Sindy Elefante
Sindy Elefante
-Junio/28/2024
¿Qué mueve a tantos a subir el alto de Patios, Letras o Las Palmas? El autor nos guía por la ruta que va de la obsesión con el rendimiento al amor a la montaña.
Carlos Ospina Marulanda
Carlos Ospina Marulanda
-Junio/27/2024
Ni etapa, ni indecisión, ni promiscuidad: la bisexualidad es una orientación sexual que hay que liberar de prejuicios. Aquí una mirada íntima, con rabia y amor.
Mariana Martínez Ochoa
Mariana Martínez Ochoa
-Junio/26/2024
¿Qué había antes de segmentar lo masculino y lo femenino? ¿Cómo es desmontar la propia identidad ya cerca de los treinta? La autora nos cuenta su experiencia.
Ana López Hurtado
Ana López Hurtado
-Junio/25/2024
Ganadores y seleccionados de ediciones anteriores nos comparten sus experiencias y recomendaciones para participar en la 10° edición del Salón Visual Bacánika.
Bacanika
Bacánika
-Junio/24/2024
Pensar mal es deporte nacional: he ahí una mentira que muchos creemos verdad. Aquí cinco fábulas animales muy colombianas para superar nuestra falta de lógica.
Jhon Isaza
Jhon Isaza
-Junio/24/2024
Convocatoria Píntame el Payaso abierta hasta el 6 de julio 2024. Participe con su diseño icónico de Artefacto Inc. ¡Envíe su custom ahora!
Bacanika
Bacánika
-Junio/24/2024
Llegó la Copa América y todos estamos haciendo fuerza para que se nos haga el milagrito. Aquí una lista de las bellas alegrías que nos ha dado la tricolor.
Con montañas, llanos y contrarrelojes, cada Gran Vuelta tiene su historia. Aquí una mirada a algunas de las carreras más intensas que se corran en el planeta.
Catalina Porras Suárez
Catalina Porras Suárez
-Junio/20/2024
Combinando arte e ingeniería, este artista le hace preguntas a las problemáticas sociales con los objetos que crea. Hablamos con él en Espacio Odeón sobre su obra.
Hace un año que Felipe Carrión dejó de vivir en Bogotá: nosotros lo invitamos a que nos contara e ilustrara cómo fue redescubrir su caótica y hogareña ciudad.
Felipe Carrión Penagos
Felipe Carrión Penagos
-Junio/18/2024
Lo bueno siempre regresa, como nuestra convocatoria para practicantes. Si cree que tiene el sabor y la habilidad para las letras y el diseño no lo piense dos veces.
Bacanika
Bacánika
-Junio/17/2024
¿Qué puede hacer un mural frente a la violencia? Una reparación simbólica como la que rinde esta obra en homenaje a víctimas y sobrevivientes de violencia sexual.
Bacanika
Bacánika
-Junio/17/2024
¿Quién no ha quedado en órbita, suspendido en el tiempo y el espacio, imaginando pendejadas en un banco, un bus o un baño? Aquí un listado de esos espacios.
Sebastián Gélvez
Sebastián Gélvez
-Junio/14/2024
Desde el 27 de junio distintos invitados conversarán sobre sus obras, en la muestra expuesta en la Sala de Arte de Bancolombia en Bogotá. Aquí los detalles.
Bacanika
Bacánika
-Junio/13/2024
¿A quién se le ocurrió amasar grafito y arcilla para envolverlo en madera? La autora nos lleva por la historia de este modesto y genial invento.
Andrea Yepes Cuartas
Andrea Yepes Cuartas
-Junio/13/2024
Este mes hay oportunidades abiertas para ilustradores, artistas, cineastas, actores, guionistas, periodistas y dramaturgos. Le contamos todos los detalles.
Bacanika
Bacánika
-Junio/12/2024
Invitamos a Santiago Rivas a contarnos qué tanto hay en el collage (y en su taller Urraca) que genera tanto placer y detona tan buenas ideas. Aquí sus notas.
Santiago Rivas
Santiago Rivas
-Junio/11/2024
Hasta este 9 de junio estarán expuestas tres muestras que han atraído cantidad de visitantes al MAMBO. Fuimos de visita guiada con Eugenio Viola, su curador.
Jorge Francisco Mestre
Jorge Francisco Mestre
-Junio/07/2024
Los dulces nos han dado muchas lecciones sobre el riesgo desde la infancia. Invitamos a Cositas serias a que nos recuerde algunos de esos sabios maestros.
Cositas Serias
-Junio/07/2024
Con un tono picante en una gama de rosas y morados, la obra de este ilustrador retrata dilemas de la vida, el capitalismo y la nostalgia.
Mariana Martínez Ochoa
Mariana Martínez Ochoa
-Junio/06/2024
Hasta el 8 de junio estará abierta esta exhibición de los 9 trabajos ganadores de las becas otorgadas por Baudó AP. Le contamos todos los detalles.
-Junio/06/2024
Aprender a disfrutar de la soledad puede ser una habilidad invaluable, capaz de conducirnos a un mayor bienestar. Aquí le damos algunas ideas para que lo intente.
Catalina Porras Suárez
Catalina Porras Suárez
-Junio/05/2024
Menstruar no es tan sencillo como nos lo enseñan en el colegio: para muchas personas es un suplicio. ¿Cómo es vivir con este dolor? ¿Por qué se produce?
Mariana Martínez Ochoa
Mariana Martínez Ochoa
-Junio/04/2024
¿Qué motiva a un pesista a atravesar el dolor y la incomodidad de entrenar con pesos cada vez más grandes? Gustos y conflictos que pueden pesar más de 200 libras.
John William Archbold
John William Archbold
-Mayo/31/2024
¿Golpeado por la vida? ¿Buscando justificación para el último arrebato de compras? Aquí una selección de excusas al uso para que explique los designios del cosmos.
Mestre Astral
-Mayo/30/2024
Hasta el 17 de junio, la exposición Dulce Quemado de la artista pereirana Jeniffer Fonseca estará abierta en Espacio Otro en Bogotá. Aquí los detalles.
Bacanika
Bacánika
-Mayo/30/2024
Junto a algunos de sus creadores más reconocidos, le dimos una mirada local a este arte que piensa la escultura en su encuentro con la cultura pop y el juego.