D54: reimaginar la tipografía para dar vida a los conciertos
¿Cómo reimaginar la tipografía para las visuales de la música en vivo? La banda de rock alternativo Los Basskerville buscó una respuesta con D54, una tipografía variable que concibió Dabs, guitarrista de la banda y diseñador, de la mano del maestro tipógrafo César Puertas. Aquí la historia detrás del proyecto y concierto que cerró nuestro lanzamiento de la convocatoria al Salón Visual Bacánika 2024.
La relación entre el diseño y la banda es curiosa.
En Los Basskerville todos los integrantes somos diseñadores, gráficos o industriales, pero jamás pensé que el diseño pudiese permear tanto la banda, si bien nos tomamos con mucha propiedad la tarea de ser nuestros propios diseñadores, con nuestros propios flyers para los toques o pensando en la portada de los álbumes e incluso su estrategia de lanzamiento. Pero algo nació desde esa necesidad de querer contar con visuales pero sin saber cómo, hasta que propuse una respuesta desde las posibilidades que ofrecen las tipografías variables. Es bonito, porque siento que a partir de este proyecto he logrado conectar más con la música de la banda, conociendo las perspectivas que cada uno de nosotros tiene de las canciones, buscando darle a las visuales un sentido más personal.
Los Basskerville se formó como proyecto en el 2020, inicialmente creado por Luis (guitarra y voz) y Dan (bajo y voz), quienes estuvieron detrás de la composición del primer EP, llamado Dudosa:mente. Bucko (batería) y yo (guitarra) nos uniríamos un año más tarde luego de conocernos en la universidad. Todos estudiamos en la Nacional, así que por diferentes conexiones fuimos acercándonos poco a poco. Luego de dos años de estar los cuatro componiendo, lanzamos nuestro primer álbum de larga duración: Diagonal 54.
La tipografía no está muy presente dentro de los visuales de conciertos. Charlando con grandes referentes dentro del mundo de los visuales y el stage design como Arturo Betancourt o Nicolás Bautista, me comentaron que la tipografía no tiene un papel muy protagónico dentro de los visuales porque abusar de este recurso puede hacer que un show se vuelva monótono y llegue a parecerse a una sesión de karaoke y no un concierto. Ahí fue que nació en mí esa pregunta de si habría una forma de pensar para la tipografía un espacio dentro de los visuales para conciertos, y a la vez la motivación de explorar con esos dos mundos que parecen muy distantes entre sí.
Y lo que comenzó probando otras herramientas poco convencionales para el uso de visuales, como la página web para probar y animar tipografías Dinamo Font Gauntlet, para jugar con la tipografía y salirse un poco de lo convencional, terminó en un proyecto de grado desarrollado con el profesor César Puertas, miembro fundador del estudio Typograma.
La tipografía Penitente del estudio de tipografías Bastarda Type fue tal vez la primera inspiración, ya que una de sus variantes tenía unas puntas muy agresivas que las relacionaba con la distorsión que se suele aplicar a una guitarra o un bajo eléctrico. Sentía que si esa tipografía sonara, podría dar un sonido muy agresivo, algo grunge. Algo similar ocurrió estudiando el trabajo experimental de la fundidora y estudio F37 con su tipografía F37 Bars. Al verla variar me remite mucho al ritmo de la música. Son referentes que siento que sin tener sonido puedo escucharlos.
Otro trabajo que me ha inspirado ha sido el del diseñador gráfico Erik Brandt y su proyecto de Typografika, donde explora mucho con las formas y las letras, creando piezas donde la abstracción y la deformación de la tipografía es protagonista. También el trabajo del diseñador de tipografías y desarrollador del software Glyphs, Rainer Scheichelbauer (Mekkablue) ha sido un gran motivador, ya que explora mucho con las capacidades de animación e interpolación que ofrecen las tipografías variables, llegando a resultados que se salen por completo de lo que uno entiende por tipografía.
El proceso fue muy interesante porque para pensar qué letras, palabras o colores usar tuve en cuenta la perspectiva que tenía cada uno de los miembros de la banda sobre su música. Cada uno, incluyéndome, respondió qué colores, palabras, emociones o formas asociaba con cada canción y a partir de esto le di una personalidad a cada letra para que estas acompañaran las canciones de una forma muy cercana.
En un inicio la idea del proyecto era crear efectos visuales con cada letra, agregar puntas filosas a la E o que la B se convirtiera en un conjunto de líneas… Pero a medida que avanzaba, sentí una mayor conexión con las canciones y mayor libertad sobre la modificación de las letras. Empecé a explorar un poco más con la ilustración y la iconografía, con resultados muy interesantes, como el hecho de que la S y la J se convirtieran en serpientes o que la K se convirtiera en una araña.
Glyphs, el software con el cual realicé la producción de la tipografía, me permitió jugar bastante con la herramienta de interpolación entre dos formas muy distantes entre sí, por lo cual aproveché para divertirme con estas posibilidades y sin querer creé además de una tipografía, un sistema ilustrativo que representa el sentir de la banda desde una perspectiva muy personal.
Lo interesante es que se puede jugar y experimentar de diferentes maneras, formulando palabras, sílabas o incluso con una sola letra que esté creando una atmósfera para una canción. El resultado de la primera prueba en vivo, de hecho, fue mucho mejor de lo esperado, ya que si bien acordamos un guión con Felipe, el encargado de escribir en vivo durante el toque, había mucha improvisación por parte de él y siento que eso enriqueció mucho el show. En últimas, este proyecto produjo un instrumento más, que sigue el ritmo, que tiene su propio toque, que también tiene errores, pero que en conjunto con la música aporta a un ambiente misterioso, gráfico y muy potente.
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