De artista a concursante
Por más artista que usted sea, si quiere solicitar apoyo financiero para hacer realidad esa idea que tiene en la cabeza, necesita pensar como concursante.
Yo no me he ganado ninguna beca, residencia, premio o pasantía de las que ofrecen las entidades; lo que sé, lo sé porque trabajé en la oficina de convocatorias de una entidad pública. Desde ahí se hace un gran esfuerzo por que la gente participe y entienda qué se le solicita en cada uno de los concursos que se abre.
Sin embargo, por más que se repita, los participantes suelen caer en los mismos errores. Sabemos que los artistas son especiales. Está bien. Pero si no se cumplen los requisitos básicos del concurso al que se postula, ¿por qué piensa que merece ganárselo? ¿Porque su obra partirá en dos la historia del arte? Tal vez, ojalá. La cuestión es que para presentarse a un concurso son necesarios varios elementos y no sólo tenerse confianza en sí mismo.
Eso sí, a veces se presentan situaciones particulares que cuestionan estos procedimientos, como el caso de la literata que no pudo recibir 45 millones, ¡por no firmar el formulario de inscripción! El problema ahí es que este formulario es una especie de contrato donde se aceptan las condiciones de la beca o premio a otorgar. Y como en todo asunto jurídico, si no hay firma, el documento pierde toda validez.
Tengo claro que cuando digo “jurídico” y “formulario”, ustedes se empiezan a marear. Entiendo que presentarse a una convocatoria no es fácil. De hecho, Rachel Mason, en un artículo presentado por Esfera Pública en 2014, habla del “artista como concursante”: presentarse a las convocatorias es casi un oficio que afecta la producción artística.
Por eso comparto algunas recomendaciones. No garantizo nada, como afirmó el señor Jorge Caraballo Cordovez en su artículo “Cómo postularse una beca (y ganársela)”, pero sí les aseguro que algo de esto servirá cuando pasen sus propuestas a las oficinas de convocatorias o, en general, a concursos en estas cosas de la creatividad.
1. Hay que leer
No hay de otra. La forma más efectiva de entregar lo que le piden en una convocatoria es saber qué le piden. Y esto sólo se conoce cuando se leen todos los apartes de las bases de un concurso. Si alguna de esas partes no se revisó con cuidado, tratando de entender en qué consiste el concurso y sus requisitos, en la evaluación sabrá por qué no lo seleccionaron entre los finalistas.
Puede que alguien le haya contado sobre la convocatoria y usted confíe en la versión hablada. Sin embargo, saber en detalle en cuántas hojas debe presentar su proyecto, en qué fechas, con qué soportes debe radicar su postulación y en qué formatos (incluso hay detalles tan puntuales como el tipo de letra y el tamaño), sólo lo logrará en el momento en que se siente y examine punto por punto las condiciones.
2. Pregunte sin pena
Tal como dice la tía: “no sea tímido”. Si usted no sabe qué es una UPZ, pues pregunte. Claro está, haga preguntas cuando se haya leído las bases del concurso (relea el punto anterior, por favor). Antes, va a perder el tiempo porque sólo querrá saber lo que ya está en las bases del concurso.
Así que haga la tarea. Cuando revise las bases y no le quede claro algún aspecto de la convocatoria, hay varias opciones para resolver sus dudas, como jornadas de información, llamar a la entidad (o directamente a la oficina de convocatorias) o escribir al correo de contacto: ellos le ayudarán a aclarar qué es un UPZ.
3. Las reglas son las reglas
Al principio de este artículo dije que los artistas son especiales. Y que cuando les piden ciertos requisitos de la vida mundana, puede causarles un debate interno sobre qué es más importante: ¿mi obra o la copia de mi cédula al 150%?
Los recursos que son destinados para los estímulos que ofrecen, por ejemplo, el Ministerio de Cultura o la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte de Bogotá, son dineros públicos. Sí, esa platica que usted, yo, sus papás, sus amigos, todos, contribuimos a través de los impuestos que pagamos. Así que cuando usted se salta algún requisito y no lo eligen como ganador, es porque la entrega de estos recursos responde a un proceso administrativo que garantice la destinación de los mismos con transparencia e igualdad –oh, el lenguaje burocráticamente correcto–.
Además, hay algo muy básico en cumplir con los requisitos formales: si usted no presenta alguno (ya sea la firma del formulario de inscripción o las tres copias de su propuesta en sobres separados), lo único que va a suceder es que salga en el primer filtro de evaluación… ¡sin que siquiera hayan visto su propuesta artística!
Ahora, ciertos concursos permiten que usted entregue, después de la fecha de cierre, algunos documentos solicitados. Sin embargo, no se confíe. Si puede hacer la tarea en la primera entrega, hágala. Después algo se presentará con la impresora de la miscelánea del barrio y no logrará radicar ese documento.
4. Piense en el jurado
Cuando se redacta algún texto –el que sea–, es com
ún olvidar al lector. Y esto es mucho más habitual cuando hablamos de propuestas artísticas en las que, en muchas ocasiones, sus autores intentan traducir sus obras a un escrito con un lenguaje enredado e incomprensible.Si su propuesta no es clara para su mamá, hay problemas en el planteamiento. El texto es el único medio por el cual usted puede hablarle al jurado sobre lo que quiere hacer y si no es claro, ¿cómo pretende que sea seleccionado?
Es cierto que algunos concursos solicitan fotografías, reels o bocetos para ilustrar lo que usted está imaginado realizar. Pero las palabras con las que explique el proyecto son fundamentales para que ese lector –el jurado– pueda comprenderlo.
Trate de que un adulto responsable lea su propuesta y revise si ese performance objetual que transgrede la materialidad de las tendencias neofuturistas tiene sentido.
5. Calcule tiempos y espacios
Cuando se prepare, comience a reunir los requisitos con varios días –y si es posible, meses– de antelación. Evite hacerle caso al colombianito que todos tenemos dentro. Si hoy leyó la convocatoria, y sabe que se cierra en dos meses, pues empiece a organizar su postulación hoy mismo. Todos estos trámites toman tiempo y hay que pensar en las posibles demoras que se presenten. Quién quita que su mamá no entienda su proyecto de performance objetual. Hay que hacer revisiones, ajustar y organizar el paquete.
Cuando esté planeando la ejecución de su proyecto, piense en términos reales y no en los del artista que todo lo puede. Para esto hay varios programas de administración de proyectos (yo me quedé en Excel y Google Calendar) que pueden ser sus aliados para poner en tablitas cada una de las actividades con su respectivo tiempo de realización y espacio de exhibición. Es una ñoñada pero seguro este ejercicio lo ayudará, por si llega a ganar, a tener claridad sobre cada paso a seguir.
Tenga en cuenta todos los aspectos de producción que sean necesarios para asegurar el desarrollo de su obra. Pregúntese cómo puede contar con los espacios que necesita, si le exigen permisos para esto, si los recursos dados son suficientes para tener listo el producto que quiere realizar… en fin: TODO.
6. Saque el contador que hay en usted
En la revisión de las condiciones de la convocatoria, la curiosidad se enfoca en saber cuánta plata se dará. Sí, esta información es vital para imaginarse hermosos momentos de abundancia.
No obstante, algunos concursos orientados al apoyo de proyectos de creación, formación, circulación o apropiación, exigen que el proyecto incluya el presupuesto donde se detalle cómo se van a destinar los recursos ofrecidos en el concurso. Para cumplir con este requisito, es vital que haya pensado muy bien su proyecto como hablamos en el anterior punto, pero también que usted sepa cuánto cuesta realmente lo que necesita para ejecutar su proyecto.
No es recomendable hacer cálculos a la ligera. Como, por ejemplo, incluir esa cifra que su prima le pasó cuando ella alquiló un andamio para pintar la casa. Hay que contactar a los proveedores que le ayudarán con los materiales o con los aspectos logísticos para ejecutar su proyecto. Saber directamente del proveedor cuánto vale un andamio de tres pisos para una semana, es muy diferente a la información que le dio su prima.
Así mismo, recuerde que en los anexos de las cartillas, las entidades determinan cuáles son los gastos aceptables y no aceptables para incluir en el presupuesto. En otras palabras, si usted está pensando que con esa plata puede comprar la cámara fotográfica que tanto quiere, está confundiendo el objetivo de estos concursos.
7. Del dicho al hecho
Digamos que usted se ganó el premio. Este es el momento de alegría pero también el de poner en marcha todo lo que planteó. Cuando sepa que lo seleccionaron, repase lo que propuso pues, desde el momento de la publicación de los ganadores, usted debe confirmar si asume el compromiso de ejecutar lo que prometió.
Es por esto que si propuso el performance objetual no debe terminar haciendo una escultura de yeso. Si bien es cierto que en los proyectos pueden presentarse ajustes en el desarrollo y la ejecución, lo esencial en el mismo no se puede perder. Más de una vez los ganadores han tenido que devolver la plata.
8. ¿Y la foto?
Llevar registro del proceso de ejecución puede ser una carga si no está contemplado desde el principio. Sin embargo, esta labor es vital si quiere empezar a construir un portafolio con las obras o proyectos que ha creado a lo largo de su trayectoria.
Además, en esta era en la que todos nos vendemos públicamente por internet, ¿cómo olvidar llevar registro del proyecto que realizó? Este material será su carta de presentación para futuras iniciativas y el soporte de que hizo lo que prometió.
Ahora, si después de cinco años lo que hizo le parece una basura, no importa. Aquí lo que debe tener en cuenta es que es mejor que usted haya guardado esas fotos del performance objetual que no acordarse de lo que hizo y volverlo a hacer.
9. Mi archivo punto com
Esta recomendación es parecida a la anterior pero con una pizca de ñoñez. Es posible que usted vuelva a presentarse a un concurso y de nuevo tenga que reunir los papeles que le piden. Esta tarea la puede evitar si crea un archivo virtual, en plataformas como Dropbox o Google Drive, donde tenga digitalizados todos los documentos para que no tenga que jugar al detective cada vez que se presente a un concurso.
Igualmente, cada vez que usted haya sido seleccionado, cerciórese de guardar los documentos que soportan que usted fue ganador (como la resolución de ganadores, por ejemplo). De esta forma, cuando pase su hoja de vida a otro certamen, ya tiene listos los papeles y puede evitar hablar con la oficina jurídica a última hora.
10. Aprenda a ganar y aprenda a perder
Si usted resulta ganador de una convocatoria, recuerde que asumirá unos deberes con la entidad. Tendrá que presentar informes, realizar sesiones de socialización, cumplir con trámites burocráticos para que le desembolsen el dinero… Mejor dicho, si es seleccionado, está bien que celebre pero prepárese para la fase de los trámites finales.
Por otro lado, como asegura Ivonne Mendoza, anterior coordinadora del proceso de fomento de la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte de Bogotá, “la gente que pierde nunca consulta por qué le fue mal”. Si usted no fue elegido, saber en qué falló le puede permitir volver a presentarse y esta vez ganar, no se limite a decir que fue rosca o mala suerte. Si su propuesta fue evaluada, solicite los comentarios de los jurados cuando lo permita la entidad. Así sabrá, desde la mirada del jurado, qué hace falta, qué no incluyó o qué tiene que afinar.
Nota final
Querido lector, en caso de que usted esté leyendo esta última parte del artículo, es claro que le quedó grabado el primer punto de este decálogo. Qué alivio. Usted está un paso más cerca de ganarse un concurso del sector público cultural del país o incluso unas boletas para un concierto a través de una revista tan poco seria como Bacánika.
Si tiene alguna pregunta sobre este tema, puede escribirme a mi cuenta de Twitter: @mapiripia
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