Diez cosas que hay que saber del feminismo
Catalina ¡por Dios! hace una ranking imperdible
sobre todas las cosas que debemos saber del feminismo.
Eso quiere decir que puedes vestirte como quieras, y usarlo como quieras, siempre y cuando mantengas tu autonomía. En esa medida se vale usar tacones y minifalda, así como se vale ir de pelo corto y sin maquillaje, ponerse tetas o quitárselas. La apariencia que cada uno decide tener es una decisión personal, el libre desarrollo de la personalidad es apropiación y autonomía.
Lo dice Simone de Beauvoir en El segundo sexo y básicamente quiere decir que el género es algo que se construye día a día y no algo dado o determinado por nuestros genitales. Eso que llamamos “mujer” es una construcción cultural y podemos retarla o ajustarnos a ella.
Los machistas somos hombres y mujeres, y una cultura presenta como inherente la desigualdad entre los dos sexos. Al final, los hombres también son víctimas de un sistema represivo como el machismo que no los deja desarrollar libremente su autonomía y les impone modelos violentos e inalcanzables.
Una lucha por la supremacía de las mujeres tendría que llamarse “hembrismo”. El feminismo es la lucha por la igualdad, porque todos tengamos los mismos derechos sin importar nuestro sexo o género. El feminismo es una lucha social por los derechos que viene acompañado de una reflexión teórica que plantea problemas sobre la identidad y el cuerpo, entre otros. No es lo contrario al machismo que es un sistema cultural injusto y opresor para todos, el machismo es un vicio, no un movimiento social.
Defender la vida como un derecho absoluto puede llevar a escenarios tan absurdos como una ley que obliga a unos a llevar a término una preñez peligrosa, inviable o no deseada mientras niega la posibilidad de acceder a avances científicos a quienes sí quieren un embarazo. La Corte Interamericana de Derechos Humanos precisó en una sentencia de 2013 que la vida es un derecho incremental; no un problema de blancos o negros, sino de una infinidad de matices de gris que van desde la vida en potencia hasta la vida potenciada. Un embrión está vivo, pero no es viable hasta que esté implantado; un feto está vivo, pero no es autónomo, y hasta cierto punto del embarazo, su vida depende única y exclusivamente de estar contenido dentro de una persona. Esa persona, humana, viva, autónoma, con historias y proyectos, es quien finalmente es sujeto de derechos.
En la medida en que las mujeres dejaron de estar atadas a las labores domésticas y cuando pudieron tener control real de su maternidad empezaron a tener tiempo, tiempo para pensar o lo que Virginia Wolf llamaría “una habitación propia”. La popularización de estos inventos hizo que la revolución no solo llegara a las aristócratas sino que se extendiera por todas las clases sociales.
Debemos agradecerles a generaciones de feministas que lucharon para que hoy nos parezcan de lo más natural. Votar, leer y tener una cuenta de banco son las condiciones mínimas para ser ciudadanas.
Aunque es un chiste fácil del machismo, la verdad es que es una creencia que hace daño y divide. No estamos para competir ni hacernos zancadilla, las mujeres deben ser solidarias con las otras porque compartimos problemas comunes y a ninguna le sirve reproducir modelos que ataquen o "pordebajeen" a otras mujeres.
Las mujeres que decidieron dedicar su vida a una carrera no tendrían, necesariamente, que renunciar a una familia pero para hacerlo necesitan el apoyo de alguien, ojalá de una pareja. Si las mujeres siguen asumiendo por entero las responsabilidades domésticas no pueden salir a trabajar en condiciones justas. El sistema laboral debe ir ajustándose a familias en las que ambos padres trabajan y los hombres deben equilibrar las responsabilidades de la vida doméstica y familiar. Para que la igualdad de género se dé los hombres tienen que ayudar.
No tenemos todos los derechos ganados. En estos momentos la desigualdad de oportunidades laborales y sueldos entre mujeres y hombres es altísima; a las mujeres todavía las acusan de “provocar” una violación, las palabras “niña”, “nena” o “mujer” aún se usan como insulto y porque las mujeres tenemos menos del 1% de la propiedad en el mundo. Probablemente aún faltan varias generaciones para que haya una igualdad real entre hombres y mujeres y solo en ese momento el feminismo será innecesario.
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