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Monstruos e ironía en las ilustraciones de FEN

Monstruos e ironía en las ilustraciones de FEN

Ilustración

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Las viñetas de FEN descubren un mundo en el que el humor colinda con lo escatológico, lo monstruoso y lo erótico. El artista bogotano nos invita a conocer su trabajo y a recorrer su historia como ilustrador.

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Felipe Novoa creció copiando personajes de caricaturas en sus cuadernos del colegio. A los cinco años se reunía con amigos del barrio para calcar el estilo de los monstruos espaciales de Akira Toriyama que invadían un planeta Tierra protegido por sayayines y maestros de las artes marciales. “Ahí empecé a desarrollar mi gusto por el dibujo. En el colegio también las tareas en las que tenía que dibujar eran mis favoritas. Dibujaba muy bien copiando a personajes de series de televisión, tengo revistas de Cartoon Network, y coleccionaba stickers desde niño que salían en los paquetes de papas, los álbumes de Dragon Ball Z, el álbum de Jet”, recuerda FEN, su firma como ilustrador. Simultáneamente al dibujo nació un afán coleccionista que llena de referentes su estilo, tomando elementos de la gráfica de la cultura pop y de las composiciones de cómics y viñetas. “Yo tengo todo eso todavía, porque siempre me llamó la atención la gráfica y el coleccionismo. Aunque mi mamá me botó muchas cosas”. 

Como en el caso de muchos artistas locales, para FEN el graffiti representó un punto de inflexión en su carrera temprana. Cuando despuntaba la pubertad y empezaba a construir su identidad como individuo se encontró con el hip hop, cultura masiva en la que uno de sus pilares es precisamente el arte callejero en su representación más contestataria. “En el colegio dibujaba y, más o menos a los diez u once, me empezó a gustar el tema del hip hop, del rap, y también el graffiti. Más o menos a esa edad empecé a hacer letras en cuadernos, tratando de emular lo que veía en la calle”, añade el ilustrador colombiano. 

Esta pasión e interés aún hace parte de la vida artística de Novoa, quien también decora las calles con su personaje particular. 

Felipe empezó a estudiar Diseño Gráfico en la Universidad Los Libertadores una vez terminó el colegio a una edad muy temprana, después de no pasar en la Nacional. “Hice un semestre, pero en ese semestre di con un profesor de mierda: muy montador, rompía los trabajos, trataba mal a los alumnos y se creía la chimba. Con él me sentí muy mal. Yo apenas tenía 16 años, recién salido del colegio”, explica sobre su primera frustración con una carrera que, aunque difícil, más adelante le traería muchísimas alegrías. FEN volvió entonces a presentarse a la Nacional, optando por la Ingeniería Electrónica. Hizo tres semestres de esta carrera, que no lo convenció, y fue entonces cuando se encontró con Saint Cat, uno de los cuatro fundadores del colectivo Excusa2, quien le mostró el arte del sticker y el stencil durante un taller que convenció a Novoa de volver a intentarlo en el Diseño Gráfico, disciplina de la que se recibió y que ha ejercido desde entonces.

Felipe Novoa

Bacánika y los primeros trabajos de FEN

Cualquier persona que se haya recibido en una disciplina vinculada con la imagen sabe cuán difícil es abrirse un espacio en el terreno laboral. Cada año se gradúan en Colombia miles de artistas, diseñadores, realizadores audiovisuales o fotógrafos que se enfrentan con un panorama desolador en el cual el valor de su trabajo no es equiparable a la pobre remuneración que se les ofrece. Así las cosas, una vez egresado, FEN emprendió una búsqueda larga para encontrar una vacante en su área de interés. Poco o nada ha cambiado desde entonces en nuestro país en lo relativo a la oferta laboral para ilustradores, que fue el énfasis de su carrera, por lo que al bogotano le resultó imposible conseguir una posición fija en su campo de experticia. En cambio, terminó trabajando en un local de impresión en Ricaurte en el que no podía desarrollar sus habilidades como artista. 

FEN se había graduado de la universidad con un trabajo ilustrado sobre 33 parafilias que había investigado, estudiando un límite interesante entre el erotismo, la pornografía, lo grotesco y lo hilarante. Una de estas ilustraciones terminó concursando en el Salón Visual Bacánika en 2016, al que FEN se había presentado por primera vez. “Mucho tiempo después me llamó Juan Camilo Corredor de Bacánika y me preguntó si estaba interesado en ilustrar algún artículo. Eran cinco o seis ilustraciones y por ellas me pagaban lo mismo que me pagaban en Ricaurte en la impresora. Las saqué en una semana”, recuerda Novoa sobre cómo nació una extensa colaboración con Bacánika que se mantiene hasta el presente. Así mismo, esta fue la excusa para dejar por fin el trabajo en el que no era feliz. “Un día estaba dibujando durante mi trabajo en la impresora y el jefe pasó, me quitó el cuaderno y me lo botó en la cara. ‘Usted, ¿qué está haciendo? Yo no le pago para que haga esto’. Eso me dio el pie para salirme de ese trabajo de mierda y dedicarme a la ilustración”.

Para ese entonces, Novoa ya era una persona reconocible en las ferias de emprendimiento y gráficas de Bogotá. Allí vendía todo tipo de productos que nacían de su imaginación en forma de pines, bitácoras y stickers. Lentamente salieron comisiones para distintas marcas como Totto o Keeper Mate que fueron posicionando el trazo particular del bogotano. Esto lo llevó a colaborar con Doméstika para un curso de ilustración llamado “Ilustraciones con sello personal para productos”.

Felipe Novoa

Sello personal y estilo

“Tal vez no soy muy consciente de mi estilo. Sé que tengo uno porque la gente me lo dice. Pero, no sé exactamente cuál es. Puedo definirlo un poco a partir de mis referentes. Pero mis primeros referentes fueron las personas que pintaban en la calle, la gente que hacía personajes, como Franco o Pez de Barcelona”, reflexiona Novoa en torno a esta pregunta. Y es que, al final, la historia del arte es la historia de un estilo, ya sea la marca personal de algunos de los genios principales de los anales de la pintura o los rasgos transversales a un movimiento estético en el que se inscriben distintos creadores. El frijol que lleva décadas dibujando Franco en las paredes bogotanas y los peces excesivamente sonrientes del barcelonés Pez llevaron a FEN a desarrollar su propio personaje, un miquito sonriente de ojos vacíos, sin pupilas. “Me gustaba también el trabajo de los Guácala de Colombia, entiendo que su obra está influenciada por los Garbage Pail Kids, el gore y el humor. También me inspiran las series de televisión, The Simpsons o series de televisión. Tengo un montón de referentes, pero estos son los primeros que empecé a ver”, añade. 

Los dibujos de FEN se caracterizan por una línea gruesa que define los contornos de los mundos delirantes en los que habitan sus personajes. Al principio, sin embargo, las ilustraciones del bogotano eran más finas, utilizando una línea bastante más delgada para reunir los elementos de sus piezas. “Es también un tema de la herramienta. Antes yo todo lo dibujaba a mano, calcaba con micropunta que da una línea delgada, para luego escanearla y ya en Photoshop arreglaba la línea, agregaba el color y salía la ilustración”, explica FEN sobre sus procesos. “Ahora trabajo directamente en la tableta y esto me da la oportunidad de agrandar o achicar el pincel cuando quiera. Eso cambió un poco el estilo. Ese outline es algo que me gusta mucho del graffiti y que intento implementar a mis propias creaciones”, añade.

Felipe Novoa

Además de su característica línea, a FEN le gusta mantener una paleta de color muy reducida que termina brindándole a sus ilustraciones una atmósfera de calidez tangible a sus dibujos. “Me gusta limitarla. Lo máximo que he usado han sido seis colores, pero por lo general son tres o cuatro”, explica el artista. Así mismo, partiendo de un entendimiento de la rueda cromática y los colores primarios como eje para la experimentación, FEN huye de los colores puros para construir tonalidades más interesantes y particulares. “No uso el blanco puro, sino más bien un tono crema. El negro no lo uso oscuro, sino en otras tonalidad cercana al morado, pero depende de la ilustración”, añade. En efecto, las piezas del artista vibran en una frecuencia propia en la que, independientemente del sujeto retratado, se transmite una atmósfera cálida. Así las cosas, la luz no es blanca sino naranja y hay una plétora de elementos rojos, amarillos, cadmios o caqui que resaltan la narración de lo ilustrado. 

“Siempre construyo las ilustraciones desde cero, no uso referentes”, revela FEN sobre sus procesos. “Hay una teoría de color que me lleva a usar o sólo colores pasteles o sólo colores brillantes, por ejemplo. Por lo que no combino ambos estilos en ninguna viñeta. También depende de lo que se vaya a usar. A veces para serigrafía sólo se pueden usar dos o tres tintas. Eso limita también las cosas. Es una habilidad que se construye después de ver muchos referentes, de ver muchas películas, animaciones. A mí me encanta el cine, por lo que me gusta ver las paletas que se usan. Tú sabes que una película es de Wes Anderson por los colores que usa. Eso lo va influenciando a uno inconscientemente. A la hora de dibujar uno ya sabe si combina o no. Se trata de mirar con atención las cosas”, complementa el artista.

Felipe Novoa

Los habitantes del mundo de FEN

Hay algo monstruoso en las ilustraciones de FEN que se resuelve de una manera irónica y enternecedora. Habiendo crecido viendo cómo el heredero del imperio de la Organización Interplanetaria de Comercio mutilaba a los habitantes del planeta Namek y se regodeaba en su crueldad al torturar a los amigos de Goku, leyendo relatos de terror juvenil en el que muñecos de ventriloquia cobraban vida para perseguir a jóvenes héroes o haber sentido una fascinación por ilustraciones en las que los granos, el vómito, la sangre y los mocos eran protagonistas, se entiende de dónde viene ese interés por aquello que se inscribe en las antípodas de lo cotidiano. Así, el universo de FEN está poblado de momias que beben cerveza Póker, hombres con el cráneo descubierto que se emborrachan en una piscina, demonios libidinosos que contemplan el torso desnudo de mujeres provocativas, además de criaturas de Frankenstein, vampiros, murciélagos o criaturas inspiradas en el exótico mundo de los monstruos gigantes de las películas japonesas. 

“Uno de los primeros referentes que tuve fueron las portadas de Escalofríos. Todas esas cosas me gustaban mucho: tipografía, línea, color y composiciones. Siempre había monstruos súper raros”, explica FEN, quien encontraba un valor importante en las creaciones de Tim Jacobus para las novelas de R.L. Stine. “Todo eso le despierta a uno mucho la creatividad: ‘¿cómo sería un hombre lobo en mi estilo? ¿Cómo sería un fantasma? ¿Cómo lo haría parecer transparente?’”, añade el artista, quien ha desarrollado varios ejercicios en torno a estas preguntas para llegar a construir imágenes fascinantes y divertidas, cargadas de un humor negro que no siempre es fácil para los clientes, a quien tiene que adaptarse el bogotano. “También me gustaban los Garbage Pail Kids. Siempre lo he tenido presente, pero comercialmente no funciona para todo. Uno se tiene que adaptar a lo que quieren los clientes”, añade.

Sin embargo, a pesar de las restricciones que pueda tener el pitch, FEN se deleita en la construcción de estas imágenes, entremezclándolas con temas tabú que le interesan para disparar su creatividad. No son, empero, imágenes violentas, sórdidas o meramente escatológicas por el placer de la controversia. Son, antes bien, reflexiones coloridas sobre un lado inherente a la experiencia humana que, a pesar del momento cultural permisivo que vivimos, aún son conversaciones sostenidas en susurros por algunos iniciados, lejos de la mirada censuradora del grueso de la población. Son imágenes que invitan a tomarse con menos misterio las formas de habitar la piel y la forma como nuestra piel se funde sobre otras en un acto de intimidad consentida.

Felipe Novoa

El límite entre lo pornográfico, lo erótico y lo sexual

Precisamente a FEN le interesa cuestionar con su arte, cuando puede, la manera cómo nos comportamos sexualmente en Occidente. Todas estas reflexiones detonaron hacia el final de su carrera cuando se encontró con la lectura de unos cuentos de Bukowski recogidos en la antología publicada por Anagrama Se busca mujer, que contiene cerca de una veintena de cuentos cortos enmarcados en la fornicación, el deseo y sus formas menos ortodoxas. “Antes de eso no leía nada. No había encontrado placer en la lectura. Ese fue el primer libro que me leí seriamente, por gusto propio”, recuerda FEN. “Dentro de esos cuentos había varios eróticos y hay uno en el que uno de los personajes tiene dos personas en miniatura en una jaula. Ponían a los dos chiquitos a tener sexo y los dos personajes grandes también se excitaban y tenían también sexo. Yo decía ‘Esta vaina ilustrada debe ser un parche’”, añade. 

La imagen planteada por Hank en la década del setenta aún era fascinante en el siglo XXI y despertó la curiosidad del ilustrador por entender cómo habían funcionado este tipo de representaciones a lo largo y grueso de la historia.  “Empecé a buscar ese tipo de referentes. Sí encontraba cosas, pero no como yo me lo imaginaba. A partir de ahí empecé a leer cosas de erotismo, sexualidad, el cuerpo de la mujer”, recuerda. Para entonces, como aún estaba en la universidad, FEN tenía que presentar el trabajo final para la materia de Ilustración, una de las asignaturas centrales para su camino profesional. “Leí muchos artículos. Dentro de esos encontré uno sobre prácticas sexuales extrañas. Eran siete las que enumeraba y había unas muy locas. Aún hoy en dia me parecen muy raras. Por eso, la mayoría eran prácticas de algunas prostitutas en Asia o el Medio Oriente. Ilustré las siete como parte del trabajo final de Ilustración. Hicimos una exposición y a la gente le interesó mucho, querían saber por qué había puños, agujas. Era raro. Pensé que era interesante”, explica FEN sobre cómo las extrañas costumbres de algunos despertaron la curiosidad y atención de los demás. 

“Al siguiente semestre, me tocaba presentar la tesis y quise seguir explorando el tema, por lo que llevé a cabo mi trabajo sobre las parafilias”, explica FEN. Fue precisamente una de estas imágenes la que terminó seleccionada en el Salón Visual. “Hay unas que son muy delicadas que preferí no dibujar por razones sociales y éticas. Yo no me iba a burlar de eso. Ilustré muchas entre las más de doscientas que hay. Elegí treinta y tres e hice una investigación”, explica sobre el proceso de su tesis. “Mi tutor tenía la mente abierta. Me dijo ‘Hagámoslo, pero tiene que haber una justificación de por qué usted está haciendo esos dibujos’”, recuerda.

Felipe Novoa

“Nos metimos por el lado de los límites de las imágenes. Investigué todo el tema de la representación sexual en la imagen, que viene de milenios atrás. Siempre han existido representaciones del cuerpo desnudo, también del acto”, recuerda el bogotano sobre un tema central y transversal a la historia de la producción de imágenes. “Aparte, miré el tema de la ilustración sexual, como el hentai en el manga, que está hecho para excitar con imágenes al consumidor. Hay otras cosas que se salen de ahí: está el erotismo, está la representación de los cuerpos desnudos en el arte. Eso es otra cosa”, añade. Para FEN no se trataba de idealizar un acto en el que hay intercambio de fluidos, calor, sudor y olores. Tampoco se trataba de crear imágenes pornográficas que emocionaran a los asistentes por las razones equivocadas. Se trataba, antes bien, de habitar un límite que resultaba más interesante que la idealización o la perversión. “Encontré un punto intermedio que era el que quería investigar. No es para excitar, pero tampoco era algo bello. Yo quería hacer algo grotesco, loco y surgieron estas imágenes. Le metí el tema del humor para bajarle un poco el tabú, para que fuera más fácil de digerir. El sexo vende. El sexo le gusta a la gente. Saqué stickers y productos. Hasta el día de hoy lo sigo haciendo. Con menos frecuencia de lo que me gustaría”, explica FEN. 

El trabajo de Felipe Novoa se ha convertido en parte fundamental del ecosistema gráfico colombiano. Con una inteligente irreverencia y escapando de las preocupaciones que impone el tabú en una sociedad aún conservadora, las imágenes de FEN ofrecen una alternativa refrescante a la solemnidad e invitan a vivir de una manera más tranquila y desatada. Sus monstruos y criaturas existen en su mundo visual no para producir terror sino para mostrarnos que dentro de todos nosotros habitan deseos y actitudes que escapan de la regla, pero que nos determinan en nuestra libertad. No es una apología de lo perverso sino un reconocimiento de los matices en las personalidades. FEN ha construido un universo de imágenes que reúne sus influencias de infancia con sus reflexiones adultas y, en el camino, nos ha legado un catálogo vibrante y cálido, imaginativo y libre. 

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Ignacio Mayorga Alzate

Literato e historiador del arte, selector de vinilos y periodista cultural. Aprendió a leer en silencio para que no se lo llevara el Diablo. Fanático de lo periférico, lo terrorífico y lo sangriento. Escribe frases largas y párrafos extensos. No muestra su rostro en video.

Literato e historiador del arte, selector de vinilos y periodista cultural. Aprendió a leer en silencio para que no se lo llevara el Diablo. Fanático de lo periférico, lo terrorífico y lo sangriento. Escribe frases largas y párrafos extensos. No muestra su rostro en video.

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