Diez camisetas que marcaron la historia del ciclismo colombiano
Varias generaciones de pedalistas nacionales han disputado la gloria en pistas y montañas del mundo. Las imágenes que conservamos de sus hazañas han estado teñidas de sudor y sangre derramados sobre camisetas con el tricolor de la bandera, puntos rojos, triángulos de marcas de baterías, y los triunfales rosa y amarillo.
Hace algunas semanas la camiseta con la que Diego Maradona marcó dos goles a la Selección de Inglaterra en el Mundial de Fútbol de México 1986 fue subastada por nueve millones de euros, una cifra que equivale al valor de más de 134.000 camisetas actuales de la Selección Argentina. Pero más que el valor monetario, esta transacción confirma el valor que pueden llegar a tener esas prendas en la historia nacional del deporte y de un país.
Así como ocurre en Argentina con el fútbol, en Colombia probablemente el ciclismo es el deporte en el que somos potencia mundial y el que más alegrías nos ha dado. Somos el único país latinoamericano que ha ganado el Giro de Italia, la Vuelta a España y, la joya de la corona del ciclismo mundial, el Tour de Francia.
Estas son las camisetas que, como la de Maradona, quedaron inmortalizadas, pero por pedalistas, que también parecían venidos de otro planeta y dejaron el nombre de Colombia escrito a punta de lances sobre la bicicleta.
La tricolor de Cochise en el campeonato mundial
Martin Emilio Cochise Rodríguez fue el primer gran ciclista a nivel internacional que tuvo Colombia. En 1971, logró abrir la puerta para los pedalistas del país en Varese, Italia, al convertirse en campeón del mundo en los 4000 metros persecución individual del ciclismo de pista.
Su nariz larga y las patillas pobladas que cubrían gran parte de sus pómulos brillaron sobre el velódromo Luigi Ganna con una camiseta blanca que tenía en su cuello, mangas y pecho una bandera tricolor colombiana, y un letrero negro con el nombre del país.
La primera etapa en una gran vuelta vestido de azul
Los triunfos en el ciclismo, diferentes a los de otros deportes como el fútbol, tienen tintes especiales dependiendo de la categoría. Están las carreras clásicas de primavera como la Milán-San Remo o la Strade Bianche, o glorias tan atípicas como el oro olímpico, que aparece cada cuatro años. Sin embargo, la gloria máxima viene siendo ganar una de las grandes competencias por etapas (Giro, Tour o Vuelta).
Por esto es que Cochise es el único que aparece dos veces en este listado. Porque no solo le dio a Colombia el oro del campeonato mundial en pista, sino que también fue el primero en la historia del ciclismo colombiano en ganar una etapa de una de las grandes vueltas.
En 1973, al verse forzado a competir a nivel profesional con 31 años, fue compañero de Felice Gimondi –leyenda del ciclismo italiano– en el equipo Bianchi Campagnolo y con esa camiseta, con ese azul pastel de franja blanca en el pecho ganó la etapa 15 del Giro de Italia. Fracción que se corrió entre Firenze y Forte dei Marni.
Alfonso Flórez se viste de amarillo en el Tour de l’Avenir
El relevo en este listado lo toma un hombre parco y tosco, características propias de su ser santandereano, que con pelo largo y mostacho poblado ganó por primera vez para Colombia el Tour de l’Avenir en 1980. Se trata de Alfonso Flórez, pionero de una generación de pedalistas nacionales que conquistaron Europa en la década de los ochenta.
Justamente la relevancia de este título radica en que fue la primera invitación a un equipo netamente colombiano a una carrera en Europa, y l’Avenir era entonces el hermano menor del Tour de Francia, la carrera para ciclistas amateur, donde figuraba entonces el ciclismo colombiano.
Flórez no solamente derrotó al mejor ciclista aficionado de la época, el sovietico Sergueï Soukoroutchenkov, sino que fue el primer corredor no europeo en enfundarse la camiseta amarilla de campeón de esta competencia, patrocinada ese año por la marca francesa Miko.
Flórez conquista Europa con la bandera
Pilas Varta fue la única empresa colombiana que se atrevió a patrocinar un equipo de ciclismo para asistir al Tour de Francia en 1983. Era la consecución de lo que había logrado Alfonso Flórez en el Tour de l’Avenir y ahora no sería una carrera de segundo nivel, era la invitación a un equipo 100% nacional a participar en la máxima competencia del ciclismo mundial.
Con el santandereano Flórez como líder del equipo y con Cochise en la dirección, de nuevo un uniforme parecido al de Cochise cuando ganó el oro en el campeonato del mundo se vio rodar en una competencia europea. Solo que con la bandera de Colombia estaba, por supuesto, el logo del patrocinador del equipo: Pilas Varta.
La consagración de Lucho Herrera en España
Luis Herrera ha sido, sin duda alguna, el corredor más fenomenal que ha dado Colombia. Los narradores de la época lo llamaron el jardinerito de Fusagasugá, su tierra natal, pero también le llamaron el monstruo de las montañas europeas, por su categoría a la hora de devorarse los puertos de montaña más aterradores del viejo continente.
Aunque la imagen que probablemente esté grabada en el recuerdo de los aficionados del ciclismo sea verlo con una camiseta de puntos rojos, que en varias competencias exaltó al mejor corredor en terrenos montañosos, sin duda alguna la imagen de Lucho con el amarillo de campeón de la Vuelta a España en 1987 partió en dos la historia del ciclismo colombiano.
En su camiseta el Café de Colombia era enorme. No era Colombia, como en 1983, ni Pilas Varta (aunque esta marca también patrocinó ese equipo), era la marca de la Federación Colombiana de Cafeteros la que acompañó como principal patrocinador a ese equipo que consiguió la primera gran carrera para el ciclismo colombiano. El nombre de un equipo que se consagró con su camiseta llena de triángulos amarillos, azules y rojos haciendo alegoría a las montañas de este país.
Botero, campeón del mundo
Otra época, otro biotipo y otra modalidad de ciclismo en la que se consagró el ciclismo colombiano. Parecía que Santiago Botero fuera de otro país. No es menudo y con rasgos indígenas como muchos de los ciclistas colombianos. Cabellos rubios y ojos verdes, pero acento paisa.
Como traído de otro país, Botero fue de los primeros colombianos en destacarse en una especialidad que hoy en día sigue siendo esquiva para los pedalistas nacionales: la contrarreloj. Terreno plano y necesidad de un ritmo voraz para triunfar, son las características de esta modalidad.
Botero fue especialista y en 2003 logró coronarse campeón del mundo en esta modalidad en Alemania y un colombiano por primera vez se enfundó la camiseta, o maillot arcoíris, una prenda blanca laureada en el pecho con cinco franjas de colores azul, rojo, negro, amarillo y verde. Son los mismos colores de los anillos olímpicos.
Dicha robada a María Luisa Calle
En 2004 la antioqueña María Luisa Calle logró en Atenas la primera medalla olímpica para Colombia sobre una bicicleta.
Tras vivir momentos de drama al caerse, pudo reponerse del golpe y retomar el rumbo a la meta hasta ganar el bronce en la prueba por puntos de los Juegos Olímpicos de Atenas. Entre moretones, sangre y lágrimas logró consagrarse de forma efímera en el podio.
En 1972 a Cochise le prohibieron participar en los Olímpicos de Múnich por considerarlo ciclista profesional y no amateur, y en 2004 a Maria Luisa le arrebataron la medalla cuatro días después de ganarla por dar positivo con heptaminol en una prueba antidopaje.
Aunque 16 meses después le regresaron la medalla, la dicha quedó truncada y la camiseta amarilla con visos azules y rojos quedó manchada, más que por el golpe, por el fango de la sospecha por dopaje (así se haya demostrado en ese entonces su inocencia).
La Plata de Rigo
Rigoberto Urán ahogó en un descuido la posibilidad de conseguir el oro olímpico en Londres, hace diez años, cuando libró una intensa batalla con el kasajo Alexandr Vinokurov en la prueba de ruta masculina.
Un mano a mano lleno de tenacidad donde Urán llegó en cabeza de carrera a los últimos kilómetros del trazado seguido muy de cerca por el corredor kazajo. Urán vestía de blanco y como en 1971, llevaba el tricolor en su pecho, mangas y cuello.
Ad portas de los últimos metros y confiado de tener a Vinokurov a su rueda, Urán volteó a mirar a su izquierda sin percatarse de la presencia del gigante kazajo a la derecha de su bicicleta, quien aprovechó este descuido del corredor paisa y se lanzó en ristre con un feroz ataque que le valió el oro olímpico por delante de la derrotada mirada de Rigoberto Urán.
La llegada de Quintana con la maglia rosa
Nairo Alexander Quintana, de biotipo similar a Lucho Herrera: menudo, discreto, de poca corpulencia y potencia sin igual en sus piernas; ya había dado pistas desde 2010 cuando se ganó el Tour de l’Avenir (si, el mismo de Alfonso Flórez) y se consagró en Italia en 2014 ganando por primera vez un Giro de Italia para Colombia.
Lo memorable de la obtención de la camiseta rosada de Quintana fue que la obtuvo a una semana de terminar la competencia, en la etapa 16, arrebatándosela a su compatriota Rigoberto Urán en una dura etapa con tres puertos de montaña de primera categoría. Al final, los colombianos fueron primero y segundo en el podio. Al igual que en Londres, Rigoberto ahogó el grito del triunfo.
Egan, presente y futuro
En el ocaso de la generación de Rigoberto Urán y Nairo Quintana, apareció un jóven Egan Bernal, quien haciendo parte del poderoso equipo Ineos, llegó para ganar la joya de la corona, la carrera que faltaba: el Tour de Francia en 2019.
Ineos sabía lo que era triunfar en un Tour de Francia –entre 2015 y 2018 lo ganaron de manera consecutiva– y la aparición de Bernal, quien ya había mostrado capacidades suficientes para pelear una carrera de tres semanas, confirmó que las piezas correctas engranan y consiguen los objetivos planeados.
Un Tour atípico pasado por fuertes lluvias, nevadas, etapas recortadas y otras canceladas terminó con un Bernal de solo 22 años ganando su primera gran vuelta del ciclismo y la cuarta para Colombia (Herrera en España 1987, Nairo en Italia 2014 y España 2016). Un amarillo que ya se había asomado con el Tour de l’Avenir y la Vuelta a España de Lucho Herrera.
Ese amarillo con el Ineos en el pecho no podía representar otra cosa: un colombiano estaba en uno de los mejores equipos del mundo y se estaba consagrando como uno de los mejores corredores sobre la Tierra.
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