Novena de emprendimientos de mujeres colombianas
Cada vez más jóvenes colombianas juntan su creatividad y su iniciativa para convertirse en sus propias jefas y sacar adelante sus marcas. Esta pequeña selección reúne diversidad de proyectos y de emprendedoras. Una lista muy útil para buscar sus regalos navideños.
Por muchos años, y casi implantado en el cerebro de algunos de forma permanente, se nos insertó la idea de que las cosas buenas y valiosas eran aquellas de grandes marcas que venían del exterior. Las razones parecían muchas, algunas personas alegaban que por su calidad, otras por su diseño y otras simplemente por la necesidad de vestir esa marca extranjera que estaba de moda, pero en un mundo cada vez más consciente del impacto ambiental del “fast fashion” que no solo afecta el ambiente sino que promueve la explotación laboral, el interés por lo “local” ha crecido vertiginosamente.
La #NovenadeemprendimientosBacánika es un espacio que apuesta por la promoción de iniciativas colombianas que tienen un impacto positivo con su trabajo y que además son el ejemplo perfecto de que en Colombia se hacen cosas hermosas, funcionales y de calidad inigualable. Aquí encontrará desde marcas de ropa, joyería, objetos para el hogar, lencería, productos para el pelo, papelería, hasta productos ecológicos de uso diario. Cada marca tiene impreso el corazón de sus fundadoras, todas mujeres menores de 35 de distintas partes del país que comparten la determinación de crear productos socialmente responsables, conectados a sus raíces y que definitivamente, están hechos desde lo más importante: el amor.
¡Para estas fiestas recuerde que el regalo perfecto sí existe y está hecho en Colombia! #EspecialdenavidadBacánika
Maglione
“Tejidos que calientan, incluso el corazón más frío”
Tejidos y sacos
Sogamoso, Boyacá
Maglione es el sueño de Laura Peréz, una ingeniera industrial de 27 años que se define así misma como una apasionada por la moda, el color y los negocios desde que era una niña. Su marca surge hace 7 años gracias a un acercamiento con el tejido artesanal que es tradicional en Boyacá, lugar en donde nació y desde donde actualmente crea piezas únicas, coloridas y confortables.
“Empecé a incursionar en la moda, específicamente en los tejidos típicos de mi región Boyacá, debido a la experiencia familiar que tenía mi novio y socio con este arte. Boyacá es una tierra llena de conocimiento artesanal, ancestral y del amor por este tipo de prendas que resultan siendo únicas y especiales sin importar la técnica de tejido que se trabaje”, afirma Laura Pérez, fundadora de la marca.
Fue así como Maglione, que es la traducción del italiano a suéter, empezó a crear piezas inspiradas en la naturaleza y elementos tradicionales, que incluían distintas texturas, técnicas de tejido y una ilimitada paleta de colores. Pero además de la calidad y diseño único de sus prendas, Maglione se identifica como una marca que le apuesta a la inclusión, no solo desde la afirmación de que “la moda debe ser para todos”, como dice Laura, sino desde su equipo de tejedores que incluye madres cabeza de hogar, adultos mayores y personas que no habían tenido la oportunidad de vivir de su talento y que ahora pueden trabajar tejiendo desde sus casas.
Laura Peréz asegura que “me convencí que el emprendimiento y los tejidos eran lo que quería hacer cuando pude darme cuenta de que podía cumplir mis sueños y a la vez cambiar vidas con lo que estábamos creando”. El equipo de Maglione es literalmente una familia que habita Sogamoso, Boyacá. Allí trabajan los padres de Laura, su pareja, sus suegros, 15 tejedores en crochet, 8 tejedores en telar artesanal y dos agujas que se encargan de los detalles hechos a mano. “Todos los procesos de nuestra marca se realizan con amor y al final eso es lo que buscamos con cada prenda, transmitir amor a cada persona que use un Maglione”.
Maglione busca posicionarse como una marca fresca, cercana, llena de color y que conecte siempre con sus raíces. Según Laura, su objetivo es ofrecer una experiencia única en diseño e identidad que haga inolvidable la marca para cada persona que adquiera una de sus piezas. “Nuestro plan es seguir sorprendiendo cada día con nuevas prendas, técnicas de tejido, diseños para que a través de las fibras se transmita calidad, creatividad y un inmenso amor por la moda colombiana”, finaliza Pérez.
Altamar
“Organizando la vida una agenda a la vez”
Arte y papelería
Barranquilla, Atlántico
Paula Altamar es una barranquillera de 27 años que dejó su trabajo de oficina para cumplir su sueño de tener una marca propia. Es diseñadora gráfica de profesión y durante muchos años trabajó en branding ayudando a construir las ideas de otros, sin embargo, el 2020 fue el año para impulsar su propia idea. “Comencé a vender mi arte apoyada por mi jefa y mis compañeros en el 2020, año en el que lancé el Year Map, una combinación entre planeador y jornal que fui construyendo durante años para traer orden a mi vida”, afirma Paula, fundadora de Altamar.
Para ella la pandemia agudizó su necesidad de emprender ya que se dio cuenta que un emprendimiento que prospera y crece puede dar sustento a otras personas, “la idea de tener a futuro la capacidad de dar empleo bien remunerado, sobre todo a personas que carecen de oportunidades laborales, me trajo urgencia”, afirma Paula.
Altamar ofrece una gran variedad de productos que tienen la intención de ser funcionales, sofisticados y significativos. Entre sus piezas destacadas se encuentran las agendas, los journals y una amplia gama de productos de papelería. El interés de Paula por este tipo de productos surgió de la necesidad por encontrar una agenda que se ajustara a sus necesidades y gusto en cuanto a diseño, “solía ser una persona bastante desorganizada con mi tiempo, comencé a diseñar agendas, a probar varios métodos de productividad y la gente vió el cambio inmenso que esto trajo a mi vida. Así fue como me empezaron a pedir que diseñara agendas para otros y vi una oportunidad de unir mis tres pasiones: el arte, el diseño y la planeación”, afirma Altamar.
Lo primero para Paula a la hora de crear una nueva pieza, es revisar su funcionalidad en cuanto a método de organización, después vienen los aspectos físicos referentes a tamaños, pesos y materiales, siempre buscando que ayuden a brindar la mejor experiencia cotidiana, lo siguiente es trabajar toda la parte de diseño: fuentes, colores, grafismos y toda la parte visual del producto pensada para ser bella y funcional. Finalmente, Paula le imprime su propio toque con ilustraciones propias que tienen un significado acorde al propósito del producto, “son obras de arte dentro de un cuaderno que buscan transmitir la idea de lo amplio, lo libre y lo diverso”, afirma.
Altamar como marca tiene tres años y está conformada por Paula, su esposo y un nuevo equipo de personas en las que delega ciertas tareas. Este emprendimiento pretende seguir brindando atemporalidad y sofisticación a través de cada uno de sus productos marcados por una gráfica minimalista. Paula quiere seguir aportando a la vida de sus clientes a través de la organización porque cree que ese es el camino para el autocrecimiento, así mismo, sus piezas son usadas como apoyo a procesos terapéuticos para fomentar ejercicios de autoconocimiento a través del journaling, “quienes usan nuestras piezas crean su propia obra o más bien, terminamos construyendo una juntos”, asegura.
Finalmente, Paula Altamar asegura que si pudiera definir su emprendimiento en una palabra, esa palabra sería intención. “En Altamar creamos a través del arte, el diseño y la sofisticación piezas que despierten y canalicen ese vivir intencionado y curioso. Creemos en el potencial creador de los seres humanos y la belleza de la vida en sus pequeños detalles”, concluye Paula.
Ahínco
“Arte textil para volver a la tierra”
Vida sana
Bello, Antioquia
Ahínco nace de la necesidad de conectarse a la tierra, impulsar procesos de sanación y proclamar la unidad con la naturaleza. Este proyecto surge en 2020 gracias a su fundadora María Camila Mejía Moreno, una arquitecta, paisajista y artista textil ibaguereña que reside en Antioquia, que a sus 28 años, ya tiene un emprendimiento hecho desde su corazón, su esencia y la resiliencia.
Para María Camila, Ahínco empezó como un hobby de infancia, “desde pequeña mis padres me regalaron un libro para hacer manillas, así que yo era la niña de las manillas en el colegio, siempre las regalaba o las vendía. Nunca fui una persona que siguiera las reglas, por eso durante la universidad aplacé varios semestres y tuve un viaje por Perú y Ecuador que me permitió enamorarme completamente de los tejidos y de la cosmovisión de este arte en distintos grupos indígenas que conocí en el camino”, asegura. Este viaje expandió la mente de María Camila y dejó sembrada en ella la semilla del tejido, la sanación personal y la conexión con lo ancestral.
Sin embargo, María Camila, así como muchos emprendedores, tenía miedo de dejar el camino tradicional que le auguraba su carrera como arquitecta en una oficina y cumplir su sueño de convertirse en “arquitecta de la naturaleza” como ella se autoreconoce actualmente. El impulso definitivo lo dio la pandemia en el año 2020, “me dije a mi misma que sí había pasado una pandemia mundial, todo era posible en la vida. Así decidí lanzarme a esta idea que por años había tenido sin materializar”, afirma Mejía.
Este impulso se relaciona directamente con el nombre de su marca, Ahínco, una palabra usada para designar una acción que está hecha con mucho amor y con “perrenque”. Y es que sin duda alguna, Ahínco es un espacio para el amor y la sanación, que no solo ofrece piezas de arte textil, sino que adicionalmente se destaca por sus talleres de tejido enfocados en la meditación activa. “En Ahínco condenso el tejido junto a otras herramientas de sanación como la meditación, la lectura o la escritura consciente como elementos que podrían aportar en nuestro camino de sanación. Es volver a la tierra, conectar con nuestra esencia y nuestro ser interno”, afirma María Camila.
Desde el corregimiento de San Félix, Antioquia, María Camila encontró un espacio en el que sus sueños echan raíces y en el que reina la unidad y respeto por todos los seres que habitan la tierra, valores que están impresos en cada uno de sus productos. “Cada pieza está hecha desde cero con fibras naturales o recicladas que en promedio demoro 3 a 4 días tejiendo. Los palos que uso para soportar los tapices y que por ciclo de vida natural los árboles dejan caer, son parte esencial del proceso. Desde los empaques hasta las etiquetas buscan generar el menor impacto posible, cuando acabo una pieza la envuelvo en papel con una postal y un sahumerio para llevar toda la energía bonita a los hogares a los que van mis piezas”, afirma la fundadora de la marca.
María Camila teje cada una de sus piezas inspirada por la naturaleza, las aves, las montañas, las plantas y la niebla que inunda su cabaña en San Félix. Cada una de sus piezas es única y busca plasmar en ellas su esencia y la de cada uno de sus clientes. La intención de sus piezas es aportar bienestar y crear ambientes saludables, con sus talleres busca promover experiencias de introspección y bienestar mental. “Es un espacio en el que reuní todo lo que me apasiona, la arquitectura, el arte, el tejido, la naturaleza, el crecimiento personal, el diseño y la vida misma”, concluye María Camila Mejía.
Mesa 024
“Lencería sin complejos para toda la jauría”
Lencería
Ibagué, Tolima
Julieth Mesa, una ibaguereña de 30 años, es la fundadora de Mesa 024, una marca que nace en 2018 como respuesta a la poca inclusión que existía en cuanto a la funcionalidad y diseño de la lencería, “nos parecía que la oferta de marcas de lencería estaba dirigida a tipos de cuerpo y sobre todo, a entrepiernas bastante específicas. Por eso junto a mi equipo de tres chiques, decidimos crear diseños para todes los cuerpes”, afirma Julieth.
Desde su creación, la marca ha experimentado con distintas siluetas, materiales y diseños para crear prendas que se ajusten a las personas y no al contrario, “nos interesa el cuerpo y el disfrute personal del mismo, que nuestras prendas las usen quien se las quiera poner”, asegura. Para Mesa 024, lo esencial es crear y ofrecer prendas que tengan el balance perfecto entre diseño, utilidad y calidad de los productos.
En ese proceso creativo, la inspiración surge de crear prendas de ropa interior que tengan un diseño diferenciador y se salgan de lo que se espera que sea la lencería, “siempre nos ha gustado experimentar con texturas y materiales no convencionales, partiendo de eso, hacemos pruebas de diseño para afinar detalles de ajuste y funcionalidad. Para nosotros es esencial que cada pieza tenga el ajuste perfecto y haga sentir segura a la persona, es por esto que solo hacemos prendas bajo medida”, afirma Julieth.
Además de hacer prendas diversas y que se ajustan a la perfección al cuerpo de cada persona, Mesa 024 ha experimentado con el concepto de “exteriorizar la lencería”, es decir, crear piezas que no se limiten a ser usadas como ropa interior sino que se puedan usar, combinar y ajustar para el uso diario, lo que les da un valor agregado por su diseño único, versátil y de alta durabilidad.
Sí Julieth Mesa tuviera que definir el ADN de su marca en una palabra, sería “emperrarse”. Eso es lo que quieren transmitir con cada una de sus prendas, seguridad, confianza, poder e inclusividad. “Nuestra principal fuente de inspiración siempre han sido nuestres amigues y crear a partir de sus cuerpes, queremos que cada persona que use nuestras piezas se llene de una fuerza total. Tenemos la misión de crear prendas para el mundo, entendiendo que inclusión no consiste solo en vender lencería a diversos clientes sino en hacerlo de manera visible garantizando comodidad y funcionalidad”, finaliza Julieth.
La tortuga y la liebre
“Una tienda zero waste en un país con mucho waste”
Productos sostenibles y amigables con la naturaleza
Bogotá
Como la mayoría de personas, Andrea Gómez, una publicista de 31 años, vivía su vida a toda marcha. Pero en la búsqueda por una vida más “slow”, decidió renunciar a la agencia en la que trabajaba y tener su propio emprendimiento dedicado al medio ambiente. “Siempre había tenido el chip ecológico y natural, entonces ya sabía hacía donde quería dirigir mi marca. Es por esto que desde hace 5 años, nos centramos en diseñar y vender productos que aporten a ese “slow living” que resulta tan beneficioso para el medio ambiente”, afirma Andrea.
La tortuga y la liebre nace de la fábula homónima que resultó siendo la apología perfecta al mundo rápido en el que vivimos y que tiene la ilusión de vivir más lento en cuanto a la producción, la vida y el consumo para beneficio del planeta. Actualmente tienen una oferta de aproximadamente 600 productos entre los que se encuentran objetos de cuidado personal, hogar, alimentos, productos para mascotas, entre otros. “La inspiración de nuestros productos proviene del planeta, queremos ser lo más circulares posibles y ofrecer muchas variables. La regeneración, el compostaje, y todos los procesos de la naturaleza son los mejores profesores de diseño de producto que podemos tener para nosotros y las marcas que manejamos en nuestra tienda”, asegura Andrea Gómez.
Este emprendimiento gira alrededor del planeta y sus habitantes, tanto en sus productos como en sus procesos, procuran ser lo más sostenibles posibles teniendo en cuenta que la sostenibilidad perfecta no existe. Además de esto, el concepto más importante sobre el que trabajan actualmente es el de la vida lenta o “slow living”, “ahora estamos trabajando mucho en el tema de bajarle la velocidad a la producción y al ritmo de trabajo en el que vivimos para que el planeta se regenere. Nuestro sueño no es crecer y ser unos tiburones del mercado, creemos en la economía local, regenerativa y que compone comunidades”, afirma Andrea.
Su objetivo como marca no es solo enseñar a las personas a consumir mejor, también alienta a vivir mejor. La versatilidad y variedad de sus productos busca entrar en sincronía con la naturaleza y fomentar una vida más sostenible en todo sentido. “Queremos que sea fácil para todos ser más ecológicos en su vida diaria y adicional a eso, abrir la puerta al mundo “slow” en el que lo importante no sea solo quién eres y lo que tienes sino la felicidad y el equilibrio con el medio ambiente”, concluye Andrea.
TREFOIL
“Joyas auténticas, emocionales y sostenibles”
Esculturas y decoración
Villa de Leyva, Boyacá
TREFOIL es la materialización del sueño de Valentina Ornamentada, una barranquillera de 30 años que reside en Villa de Leyva, Boyacá. Este emprendimiento nació a inicios de 2019 como una búsqueda personal para unir la escultura y la ornamentación en el cuerpo, pero además de eso, terminó siendo un ejercicio de sanación para Valentina, “la marca surgió en un momento complejo de mi vida, mi abuela, una de las mujeres más importantes de mi vida, había muerto unos meses atrás, yo no me encontraba en una crisis maníaca, estaba entusada y desesperanzada espiritualmente”, afirma.
Así surgió su primera colección: Ruinas. “Esta colección nació de las ganas de deconstruir mi vida y volverla a construir”, asegura Valentina. Lleva tres años creando esculturas para ornamentar el cuerpo junto a su equipo de trabajo y considera que su inspiración viene de la vida misma, pues cada escultura tiene una historia, un sentimiento, un pensamiento, un momento atesorado y una enseñanza personal, “la escultura y nuestros personajes ornamentales son el vehículo de nuestras ideas”, afirma Valentina.
El nombre de TREFOIL proviene del trébol ornamental en la arquitectura gótica, lo cual encaja a la perfección con su propuesta estética del gótico contemporáneo. “El significado que le hemos dado como marca es la relación entre el creador, la pieza y quien la lleva. Todo se basa en el pasado, presente y futuro conectados a través de los objetos ornamentales, su color del tiempo y la historia que cuentan”, asegura la fundadora de la marca.
Cada una de estas “esculturas ornamentales” como las denomina Valentina, es esculpida en cerca a mano, fundida en bronce (98% cobre reciclado de cables eléctricos usados), pulidas una a una a mano y detalladas con pincel para simular estéticamente el paso del tiempo sobre el bronce. Todo el proceso apunta a la sensibilidad emocional y a crear reliquias que puedan ser pasadas de generación en generación, “somos una combinación conceptual y estética entre el arte y el vestuario, específicamente para adornar nuestros cuerpos. Nuestras esculturas son creadas para durar miles de años”, afirma Valentina.
Para Valentina la conexión es el factor diferencial que aporta a cada una de las personas que adquiere una de sus esculturas, “cuando una de nuestras esculturas pasa a ornamentar el cuerpo de nuestros clientes, no solo genera un vínculo con el significado y la energía que carga la pieza sino que cada persona imprime en la pieza su propia esencia al momento de llevarla. Cada escultura envejecerá distinto ya que todas las pieles oxidan diferente, por lo que la pieza estará en constante cambio dependiendo quien la lleve. Es como si la personalidad de cada persona se volviera tangible al momento de usar una de nuestras esculturas”, concluye Valentina.
Bámbara
“Productos sostenibles que iluminan la belleza”
Cuidado personal
Cali, Valle del Cauca
Malle Beleño afirma que es emprendedora desde que era una niña. Oriunda del Chocó, Malle creó en 2014 Bámbara, una marca de productos para el cabello con enfoque en la identidad de la mujer afrocolombiana. La idea surgió gracias al grupo de “Las Chontudas”, un colectivo de mujeres que busca educar y empoderar a mujeres afro a llevar su pelo natural con orgullo. “La inspiración de Bámbara viene en primer lugar de las mujeres afrodescendientes. A través del grupo de Chontudas, compartimos experiencias de vida, problemas y también planteamos soluciones alrededor del pelo”, afirma Malle.
Con ese objetivo en mente, Bámbara actualmente tiene una línea de más de ocho productos enfocados en el cuidado del pelo afro. El diseño de sus productos se centra en las necesidades particulares de las mujeres, pero también tiene un componente ambiental y de promoción del movimiento de cosmética natural, “tenemos un profundo enfoque en la identidad de la mujer afrocolombiana y recogemos la cosmovisión de los pueblos negros e indígenas de nuestro país para presentar una propuestas de cosméticos capilares de origen natural, con embalajes reutilizables para disminuir nuestro impacto ambiental causado por la operación comercial”, agrega Malle.
Además de eso, la marca surge como una promotora de la independencia económica de la mujer y establece una comunidad que no solo se centra en las ventas sino en compartir sus conocimientos, en palabras de Malle, “la comercialización se realiza a través de una red de mujeres afrodescendiente localizadas en distintas regiones del país, quienes también brindan asesorías para el uso adecuado de los productos y fortalecimiento de la autoestima. Con ellas realizamos encuentros para educarnos y fortalecer nuestros conocimientos en relación al cuidado de nuestros cabellos”.
De este modo, Malle resume el ADN de su marca en tres palabras: empoderamiento estético y económico. Más que una marca, este proyecto busca exaltar la diversidad y brindar información precisa sobre el cuidado del cabello afro, “el cuidado del cabello está enraizado en muchas creencias limitantes que tienen desenlaces lamentables para los cueros cabelludos de las mujeres. Por eso estamos comprometidas con cambiar esta situación a través de la educación”, agrega Malle.
Finalmente, la marca apuesta por el reconocimiento de la belleza diversa y hace una invitación a expresarse a través del cabello y llevarlo con orgullo, “la parte más bonita de este proceso es ver pasar a las mujeres de la frustración a la felicidad total con sus cabellos. El sentido de comunidad para nosotras lo es todo, nos apoyamos, crecemos juntas en diferentes regiones del país y eso nos ha dado la posibilidad de crear vínculos fuertes que nos permiten consolidar proyectos de manera colectiva”, finaliza Malle.
Booleana
“Tesoros hechos a mano para todos los días”
Diseño
Medellín, Antioquia
Booleana es un emprendimiento que surgió en la cuarentena por Covid-19 de las manos de Manuela Abreu y María Alejandra Briceño, dos ingenieras de diseño de producto. “Nunca pensamos realmente en emprender, todo se dio de forma espontánea cuando estábamos en plena cuarentena y en un intento por salir de la monotonía hicimos un curso de objetos en concreto. El curso no nos gustó pero nos obsesionamos con aprender más del tema. Un día subimos a Instagram las fotos de nuestros objetos y nuestros amigos comenzaron a preguntar sí las vendíamos, así empezó todo”, cuenta Manuela.
Tras ese impulso inicial, Manuela y María Alejandra consolidaron su marca alrededor de su inspiración: las operaciones Booleanas. “Nos inspiramos en la unión, sustracción o intersección de dos figuras geométricas simples que da como resultado una figura más completa”, afirma Manuela. Todo el proceso inicia con el diseño de las piezas a mano, luego pasan a hacer los moldes en el computador y a hacer las piezas madre en máquinas CNC. Después de esto, sacan los moldes de silicona para seguir produciendo copias de cada pieza. Finalmente, planean los colores y acabados de las piezas y diseñan el concepto de la campaña en general.
Todo este proceso hace que cada una de las piezas de Booleana sea única y especial, “no solo tenemos diseños propios, también creamos nuestros propios pigmentos para darle color a cada pieza”, agrega Manuela. El lema de Booleana es “formas perdurables, texturas memorables”, una frase que resume a la perfección su objetivo como marca, “queremos que quien compre una booleana la tenga siempre, e indiferente a las tendencias y el paso de los años, sea una pieza atemporal que se vea bien en el hogar de cada persona. Queremos que nuestras piezas sean el regalo perfecto, versátiles, que combinen con cualquier lugar y estilo”, finaliza Manuela.
Astromelia
“Ropa ética para mujeres poderosas”
Moda
Cali, Valle del Cauca
Mariana Mosquera Forero tiene 24 años y es ingeniera química. Se describe así misma como una emprendedora innata pues desde pequeña siempre tuvo todo tipo de emprendimientos, “vendí chocolates, postres y siempre estuve en pro a generar ingresos de manera independiente con algo que me hiciera feliz”, afirma. Sin embargo, encontró el emprendimiento de su vida cuando en noviembre de 2020 fundó Astromelia, una marca de ropa que tiene como propósito normalizar el uso de la falda e involucrar acciones sostenibles.
El nombre de Astromelia surge de la flor homónima que está entre el top 3 de las más exportadas del país y además para Mariana representa a la perfección la cultura de la sororidad que quiere promover con su marca. “Siempre he sido una persona que cree que para generar buenos aportes en el paso de la vida, debemos crear cosas que contribuyan como sociedad. Crear una marca de faldas es algo que me apasionó profundamente ya que siento que le doy el poder a una prenda de contar su historia, inspirada en lo hermoso de la feminidad”, afirma Mariana.
Para Astromelia el uso de la falda más allá del fin estético, es un símbolo de poder que se ve potenciado por sus diseños creativos y coloridos que terminan en prendas llenas de fantasía y poder. “Nos inspiramos en las historias y posibles situaciones que vivimos al usar falda, la falda es una prenda que escucha y entiende la historia de las personas que fueron juzgadas solo por usarla. La falda nuestra prenda insignia, es un icono de la feminidad, algo que queremos que perdure en el tiempo y represente a todo aquel identificado con el género femenino”, añade Mariana.
A la hora de diseñar, Mariana busca crear una historia a través de los patrones, texturas y colores. Además de esto, la marca está comprometida con la sostenibilidad por lo que usan telas hechas de poliéster reciclado e insumos éticos. Para Mariana, Astromelia se reduce a tres palabras: orgullo, libertad y valor. “Queremos llevar prendas que perduren en el tiempo y potencialicen las virtudes de quienes la usan recordando siempre que la falda nunca será un sinónimo de provocación sino por el contrario, es una auténtica expresión de seguridad”, concluye.
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