Pasar al contenido principal

 

Escribe más de 3 caracteres

Master of Puppets

Incendia, reza y obedece a tu amo: memorias de un metalhead en Neiva

Ilustración

¿Cómo nacían los metaleros antaño en los hirvientes aires del Magdalena? En lo que llega Rock Al Parque y a propósito del lanzamiento de su libro sobre el Master of Puppets de Metallica, publicamos este capítulo en el que Chucky García, periodista y por varios años programador musical del mayor festival público de la capital, narra la historia que lo llevó a ese primer encuentro, fatídico y sublime, que lo llevó a entregarse en cuerpo y alma al sonido del metal.

Yo incendié el rincón ecológico del colegio Salesiano San Medardo de Neiva. Sucedió así:

Quien escribe estas líneas y un fiel compañero de curso —cuya memoria sirvió para recrear esta anécdota— fuimos los primeros en terminar un examen final de química y el profesor nos permitió abandonar el salón mientras los otros estudiantes terminaban. Eran las doce del día, un poco más o un poco menos; en todo caso, era ese momento en que el sol más se empecina contra ese municipio venido a capital. Como en otras ocasiones, pudimos haber esperado en las canchas de microfútbol y recibir a plenitud los rayos del sol, o arrojarnos a la sombra en los corredores del colegio, donde el aire corría tan fresco y ligero que embobaba. Pero elegimos el rincón ecológico, con su clima infernal, poseso de humedad y sin vigilancia. Como buen niño scout —sí, fui boy scout—, entre mis tareas extracurriculares estaba desyerbar el rincón ecológico, mantenerlo limpio de hojas secas y basuras y regarlo. Allí los scouts pasábamos las tardes cavando marañas para luego arrastrarnos y hacer del ocio y el sinsentido una sola expresión de valentía. En mi recuerdo evoco con cariño ese rincón ecológico, aunque ahora que lo pienso parecía más bien una especie de campo de concentración en medio de esa Neiva pueril y marchita, de naíf encanto y en la que las mayores distracciones eran un monumento sanguinario conocido como La Gaitana, un restaurante chino y una ciudad de hierro con Gravitron, montaña rusa y barca de Marco Polo.

De las clases de química había aprendido que exponer al fuego unos diez kilos de hojas marchitas de bambú tendría que salir mal, muy muy mal; reacción de oxidación y reducción exotérmica que se produce entre dos cuerpos, elementos o sustancias y en la que uno se oxida a costa del otro que se reduce. Pueden traerme una Biblia y con la mano sobre ella juraría que no lo hice porque tuviera tiempo de sobra, escuchara voces al interior de mi cabeza o atendiera sin juicio a las solicitudes de unos duendes salidos del río del Oro. Pacté con el fuego porque se me vino en gana, porque a lo mejor ansiaba salir más temprano del colegio, llegar a la casa y hacer las tareas para irme a jugar fútbol a la cancha de Campo Marte. O, no sé, lo hice porque sí, porque necesitaba ver arder el limitado mundo que me rodeaba, tan similar al que Mark Twain le diseñó a Tom Sawyer pero sin cercas para pintar, sino más bien para destruir.

Las llamas que inicié recibieron el impulso de las matas de bambú secas y de la pared sin barniz ni pintura que encerraba el rincón ecológico. Llegaron a elevarse tanto que saltaron al techo del coliseo cubierto de baloncesto. Las tejas del coliseo comenzaron a derretirse y caer al interior del muy querido escenario deportivo del colegio. (Ahora que rememoro este hecho es inevitable imaginar el espíritu de Cliff Burton —el bajista original de Metallica, el de los tres primeros discos— en una esquina de ese rincón ecológico, soplando y alentando el fuego, haciendo un guiño con el ojo). Cuando vi que el ala sur del coliseo se estaba quemando, salí corriendo del rincón ecológico. 

Necesitaba ayuda para controlar el incendio, antes de que el celador se diera cuenta y me delatara (aunque eso nunca iba a suceder porque era tío de mi mejor amigo). Pensé en esconderme en la cafetería, pero a medio camino recordé que a esa hora debía estar cerrada. Las clases habían terminado y los estudiantes ya estaban en sus casas; el colegio estaba prácticamente vacío. En ese instante comprendí que las habilidades de scout eran inútiles en medio de la tragedia. Entonces caminé hacia el puesto de raspados de Don Chupe, enfrente de la cafetería. Aquel viejo, de unos setenta años, fumaba botando humo como exosto de carro desvencijado y a eso mismo sabían sus hechuras de hielo, anilina, banano espichado y leche condensada.

Cuando llegué a donde Don Chupe volteé a mirar hacia atrás y vi que el humo que salía del techo del coliseo era más que manifiesto. Las llamas no dejaban de crecer y algunas tejas explotaban como palomitas de maíz. Un espectáculo de pirotecnia que no estaba contemplado en el horario escolar. Entonces, le quité el candado a la cadena que aseguraba el carro de raspados de Don Chupe a una jardinera y me lo llevé corriendo hacia el rincón ecológico. Tenía la esperanza de que vertiendo las dos cantinas de anilinas sobre las llamas estas se apagarían para siempre y no habría que lamentar mayor daño. Así lo hice, pero todo continuó igual. Las matas de bambú siguieron ardiendo. Ahora no solo había incendiado el coliseo deportivo del colegio, sino que había echado a perder los insumos para una semana de trabajo de aquel viejo, que si bien no fiaba era de las más altas estimas del estudiantado.

Never happy endings on these dark sets All’s fair for Damage Inc. you see Step a little closer if you please.

Me resigné y renuncié a ser el héroe que le pone fin a una conflagración que provocó él mismo en el cumplimiento del deber; me encogí de hombros y subí a la tapia que separaba el colegio de la calle. Antes de descolgarme, vi que los bomberos venían en camino y que la gente ya hacía alboroto por el suceso. Caí a la calle desde la tapia y corrí tan rápido y lejos como pude, algo así como unas diez cuadras hasta coronar el malecón junto al río Magdalena, que acoge al ya mencionado monumento de La Gaitana, una mole de hierro y bronce que homenajea a la cacica Guaitipán. Allí me detuve para tomar aire y me entregué a los brazos de aquella mujer. Me fijé en su enorme estructura de base amarilla y contextura negra y sólida, como había hecho tantas tardes mientras observaba correr el río. Este Transformer escultórico que cayó en Neiva y quizás nunca pudo regresar a Cybertron porque los mosquitos lo nublaron, es un símbolo de la lucha valiente y tenaz con la que los indígenas reaccionaron ante la barbarie y el salvajismo de los conquistadores españoles. Para no hablar con eufemismos: el monumento de doce metros de alto y treinta de ancho tiene en el centro la figura de un conquistador atravesado letalmente por una lanza. Junto a su cuerpo inerte y arrastrado está la bravía figura de la cacica, acompañada por dos caballos con cara de pocos amigos que enfilan hacia el cielo, y otra figura más, mitad caballo mitad hombre, que enarbola una espada. Por si las moscas, en lo más alto, se ve un ser con cabeza de águila que porta un arco y le lanza una flecha a uno de los caballos; posiblemente es fuego amigo, pero entrados en gastos todo vale. Ahora entiendo que en estas figuras hay tanta ira, rebeldía, venganza, belicismo y oposición al yugo y la represión que por eso La Gaitana no tuvo recelo alguno en acogerme con los brazos abiertos, tal y como más adelante en mi historia lo haría cierto disco de thrash metal.

Antes y después del incendio hubo ciertos eventos que determinaron que mi nombre y figura se granjearan mala fama entre los salesianos y la sociedad opita: corté la cuerda de la campana del colegio para que al primer azote del campanero se rompiera y cayera desde el segundo piso del claustro; saqué piedras del río del Oro y las arrojé contra las puertas de mis conciudadanos con la firme intención de arruinar sus propiedades; hice líneas de gasolina en el asfalto que luego encendía a placer; colgué ganchos metálicos de ropa al cableado de alta tensión de la calle en la que vivía con mi familia, en el barrio Los Cámbulos, hasta que un día la cuadra entera se quedó sin luz; pateé con tanto odio un balón de voleibol durante la ceremonia de inauguración del primer polideportivo del barrio que este golpeó unos cables de alta tensión y los volví a joder.

Y así, una y otra cosa, nada que me forjara una muy buena imagen. No hubo cura salesiano que pudiera salvar mi alma, aunque muchos lo deseaban, en especial el Padre John (que Dios lo tenga en su santa gloria). Me convencieron de ser acólito, asistir a los retiros de organizaciones como los Caballeros de Don Bosco y los Amigos de Domingo Savio, cuyo eslogan era «Siempre alegres». También me incluyeron en el grupo musical de la capilla del colegio, aunque al poco tiempo me echaron por tocar en una misa una versión de ‘Mi abuela’, la canción más sonada del grupo puertorriqueño de hip hop Wilfred y la Ganga.

Hasta que un buen día —en realidad ahora puedo decir que sí fue un buen día—, y aprovechando que salía a vacaciones, mi papá tomó la sabia decisión de desterrarme de Neiva y me envió a Cali en un avión de Aires, a la casa de mi tía Amanda.

En la casa de mi tía, entre un grupo bastante variopinto de habitantes que incluía un perro negro y salvaje que bien podría decorar La Gaitana, estaba mi primo Diego Germán. Eran los días de diciembre del año 86, y hablar de esta ciudad y esta década en una misma línea de texto hace ineludible referirse a otro animal furioso, pero del fútbol: el América de Cali. Por esos días se jugaban las finales del fútbol colombiano y con mi primo Diego Germán fuimos varias veces al estadio Pascual Guerrero. Allí nos deleitábamos con el despliegue de esa coreografía infernal de la que hacían parte los argentinos Ricardo Gareca y Julio César Falcioni los paraguayos Roberto Cabañas y Juan Manuel Battaglia, y los colombianos Willington Ortiz, Anthony «el Pipa» de Ávila y Álex Escobar. En cada partido el estadio era una caldera de trapos y camisetas rojo escarlata con el diablo chapado en el costado del corazón.

Entre goles y casigoles, mi primo no paraba de hablar de un disco que le había puesto a escuchar El Pollo, uno de sus amigotes de la cuadra. Aunque no encontraba palabras precisas para describirlo, mi primo decía que era una vaina ruidosa y agresiva, que no se parecía a nada que hubiera escuchado antes y que las canciones eran largas, pero tan emocionantes y desafiantes que daba igual el tiempo perdido.

Si la memoria todavía juega de mi lado, fue un domingo. Tarde de fútbol en el Pascual Guerrero, América de Cali le ganó a Millonarios con un gol de chilena de Cabañas y se desató el frenesí en la ciudad. En medio de la celebración, saliendo del estadio, mi primo me propuso que nos desviáramos de nuestra ruta habitual de regreso a la casa de mi tía Amanda. Iríamos a la casa de El Pollo a ver si corríamos con suerte y nos mostraba esa música digna de tanta alharaca.

Primero pasamos por la juguetería El Mundo de los Niños (en ese entonces propiedad del Cartel de Cali, ahora sede del Centro de Atención a Víctimas) y luego por el centro comercial Cosmocentro, en donde Willington Ortiz tenía un local de accesorios de fútbol importados. De ahí nos fuimos directo a la casa de El Pollo, en efecto un tipo flaco, colorado y rubio con el pelo largo atrás y capul tipo Alf. Yo acababa de cumplir trece años, mi primo ya tenía catorce y este personaje tenía un par de años más. Llegamos a su casa, timbramos, El Pollo salió, nos pidió que esperáramos a que su mamá se fuera y cerró la puerta sin decir más. La tensión que se sentía era propia de un expendio de drogas ilícitas; era una situación de misterio que nunca antes había experimentado, con un suspenso que rayaba en lo incómodo. De pronto la mamá de El Pollo salió de la casa, cerró la puerta y agarró calle sin percatarse de que nosotros estábamos a un costado, sentados en el andén. Cuando vimos que la mamá de El Pollo ya iba lejos, él salió de la casa, se nos acercó y con uno de esos saludos de la época, en los que se chocaban pies y manos, se congració con mi primo, pero a mí ni me determinó. Solo hasta que mi primo nos presentó se rindió a darme un saludo, más simple y apático. Si bien yo había nacido en Cali, que viniera de Neiva podía despertar desconfianza en él. Es bueno aclarar que en esa época, tratándose de discos de heavy o metal, uno tenía que ser digno de confianza para que se lo dejaran escuchar y casi que firmar un pacto con sangre para que se los prestaran.

Los discos de estos géneros no caían de los árboles, incluso los de rock eran difíciles de conseguir. Aquel que fuera propietario de una copia original tenía el poder, un poder que solo se compartía con los que considerara que estaban a su mismo nivel. Era más fácil y común que algún vasallo de estos metalheads venidos a reyes rotara una copia pirata en casete directamente duplicada de los originales, y que de ese casete clonado se sacaran más copias a medida que iban pasando a otras manos. En Bogotá, Medellín o el Eje Cafetero, los metalheads traficaban copias en casete de álbumes que meses o hasta años antes habían salido en los Estados Unidos y Europa.

Con suerte, si alguno viajaba hacia otra ciudad compartía este privilegio con los pocos lugareños, que ya estaban al tanto de que esos discos eran «peligrosos», «blasfemos» o «satánicos». Lo normal era que las escenas metaleras de las ciudades capitales no se mezclaran, y que a los provincianos no nos voltearan a mirar ni para escupirnos cuando íbamos en busca de conocimiento. Después de confirmar que su mamá no se había devuelto de sorpresa a la casa, El Pollo se fue de una hacia un rincón del antejardín. Primero se arrodilló junto a una enorme piedra, que levantó con ambas manos y colocó de lado. Después, con la rama que arrancó de un árbol comenzó a remover la tierra del hueco que dejó la piedra. Cavó un poco hasta que encontró una bolsa plástica con dos casetes. En ese momento nos explicó que esa era la caleta donde guardaba la música que su mamá había prohibido en la casa. El Pollo sacó los dos casetes y los sopló con cuidado de relojero, para quitarles cualquier rastro de tierra negra o lombrices. Así, con ese halo de vida terminó de conjurar aquel embrujo en el que caí al instante.

Un casete era el Among the Living de Anthrax; el otro, el Master of Puppets de Metallica. El Pollo nos informó que eran copias de las primeras ediciones fabricadas en Estados Unidos. El Pollo le entregó los casetes a mi primo, que los miró y, buscando un gesto de aprobación en el rostro del propietario del tesoro, los puso entre mis manos. Con solo mirarlos supe que estaba ante algo radical y necesariamente opuesto a todo lo que había escuchado hasta entonces en Neiva, algo rotundamente transgresor frente a cualquier ritmo musical que pudiera haber llegado a conocer en ese hervidero.

Con los casetes en mi poder, me fijé primero en la portada del Among the Living, en la que un viejo canoso y sombrío, entre una multitud geométricamente organizada que mira hacia el suelo, hace un saludo sacándose el sombrero, con una sonrisa hipócrita y cobijado por un surco de luz. Después postré mis ojos sobre el Master of Puppets, y pasé varios minutos sin quitar la vista de la portada. Me fijé en las dos manos que desde un cielo rojo sostienen los hilos que van a dar a las cruces que reposan en un camposanto lleno de maleza; en el gorro de metal de un caído en combate y que está rodeado de yerba tostada, y en el fondo compuesto por el ocaso de un día cualquiera en el que posiblemente muchos lamentaron seguir con vida y tener que cargar las ausencias o malos recuerdos que los atormentan.

Concluido el ritual de exhumación, entramos a la casa de El Pollo para escuchar los casetes. Primero el Among, luego el Master. Las canciones de uno y otro álbum sonaban cercanas pero al mismo tiempo eran distintas, como dos estudiantes rebeldes y avezados de una misma promoción, pero uno más estructurado que el otro, más desarrollado y con la voz más gruesa. Ese era el de Metallica. Por lo demás, ambos compartían la velocidad y el sonido atronador e impredecible.

Esa primera escucha fue suficiente para saber que el Master of Puppets era lo que quería seguir escuchando todos los días, a todas horas, durante el tiempo que me quedara de ese diciembre en Cali. Unos días antes de que yo regresara a Neiva, mi primo convenció a El Pollo de que desenterrara una vez más los casetes y se los prestara. El Pollo se los dio y en la casa de mi tía hicimos dos copias en el equipo de sonido de doble casetera. Para lograr nuestro cometido tuvimos que hacer a un lado a mi tío Pacho, esposo de mi tía Amanda, furibundo hincha del América de Cali y salsero, quien por esos días escuchaba a todo vatio los clásicos del Grupo Niche dedicados al equipo de fútbol, que finalmente se había coronado campeón.

Con esas dos copias en mi maleta me despedí de Cali, para regresar a mi casa del barrio Los Cámbulos, en Neiva. Y así, volví como quien ha purgado su condena, como quien atraviesa un exilio que ya quedó muy atrás en el tiempo, pero que le permite observar con claridad ese juego de causas y efectos que nos rige a todos. Juego en el que mi papá, fallecido unos meses antes de escribir estas líneas, es el titiritero tras bambalinas, al que debo darle el crédito por la fortuna concedida y el privilegio de encontrar la dicha mayor en lo que empezó como un castigo. También mi papá reposa bajo la tierra de Cali, en un área siempre soleada y silenciosa de un apacible camposanto.

Chucky García

Metalero, periodista, escritor, guionista y gestor cultural, nacido en Cali, criado en Neiva, radicado en Bogotá. Ha publicado en medios como El Espectador, Shock, Rolling Stone, Esquire y Arcadia. Hizo parte del equipo de la serie animada Profesor Super O como guionista. Entre 2014 y 2022 fue programador artístico y curador del festival Rock al Parque en Bogotá. En 2024, publicó su primer libro con Rey Naranjo Editores sobre el legendario disco de Metallica, Master of Puppets.

Metalero, periodista, escritor, guionista y gestor cultural, nacido en Cali, criado en Neiva, radicado en Bogotá. Ha publicado en medios como El Espectador, Shock, Rolling Stone, Esquire y Arcadia. Hizo parte del equipo de la serie animada Profesor Super O como guionista. Entre 2014 y 2022 fue programador artístico y curador del festival Rock al Parque en Bogotá. En 2024, publicó su primer libro con Rey Naranjo Editores sobre el legendario disco de Metallica, Master of Puppets.

Cultura Pop
Le puede interesar

Mientras pasa este invierno, invitamos a Yoda a ilustrarnos esta antología de canciones para cantar a grito herido en medio de este clima gris.
Yoda
-Noviembre/22/2024
¿Se ha preguntado de dónde vino el objeto que le está permitiendo soportar los bochornos actuales? La autora nos cuenta en este refrescante texto.
Andrea Yepes Cuartas
Andrea Yepes Cuartas
-Noviembre/21/2024
Junto a varias invitadas especiales y más de 5.000 asistentes, el festival culminó cinco días de arte urbano lleno de mujeres referentes de las artes. Aquí un recap.
Cristina Dorado Suaza
Cristina Dorado Suaza
-Noviembre/20/2024
Con los años cumplir años no es lo mismo: estas celebraciones tan antiguas como la humanidad se pueden llenar de sensaciones complejas. Aquí una mirada.
Laura Daniela Soto Patiño
Laura Daniela Soto Patiño
-Noviembre/19/2024
¿Quién no ha quedado cautivo de esas imágenes que parecen salidas de una hermosa pesadilla? Aquí una carta de amor de un fan de esas películas.
Juan Sebastián Lozano
-Noviembre/18/2024
Si algo nos dejó claro este año es que cualquier banda es susceptible de resucitar. Aquí un homenaje a esas bandas se animaron a volver veinte años después.
Raúl Orozco (Raeioul)
-Noviembre/15/2024
Desde el Egipto faraónico hasta las cocinas de América, la levadura, la harina y el agua han hecho maravillas con la historia. El autor nos cuenta.
Juan Sebastián Sánchez H.
-Noviembre/13/2024
Tiny Lulo, Juanchaco y Caroca explorarán en tres activaciones en vivo todo lo que es capaz de hacer la Samsung Galaxy Tab S10. Te contamos los detalles.
Bacanika
Bacánika
-Noviembre/13/2024
¿Cuántas horas invertimos en crear piscinas, romances y cementerios? La autora nos recuerda esos días gastados en imaginar la vida adulta.
Mariana Martínez Ochoa
Mariana Martínez Ochoa
-Noviembre/12/2024
“Cuando sea grande” fue una frase con la que nos imaginamos cosas muy distintas a las que descubrimos con los años. Aquí algunos descubrimientos.
Gusanillo de tierra
-Noviembre/08/2024
Aunque son una compañía cada vez más popular, son pocos los que conocen las plantas que tienen en casa. Aquí se las presentamos para que las pueda cuidar.
Valeria Herrera
-Noviembre/07/2024
¿Cómo nacían los metaleros antaño en los hirvientes aires del Magdalena? En este capítulo de su libro sobre Master of Puppets, el autor nos cuenta.
Chucky García
Chucky García
-Noviembre/06/2024
Museos nocturnos, nuevos espacios y muestras nacionales e internacionales: aquí nuestros recomendados en Cali, Bogotá, Medellín y Cartagena para noviembre.
Mariana Martínez Ochoa
Mariana Martínez Ochoa
-Noviembre/06/2024
Que no lo vaya a coger la noche con el portafolio y los papeles: aquí está nuestra selección de convocatorias para creativos en lo que queda del año.
Bacanika
Bacánika
-Noviembre/05/2024
La noche de ayer en la gala de premiación en la Galería Nueveochenta de Bogotá, se dieron a conocer los nombres de los ganadores del galardón.
Bacanika
Bacánika
-Octubre/31/2024
Aparte del 31 de octubre, somos muchos los que nos hemos tenido que poner una de estas fachas para vivir un día de brujas en cualquier punto del año.
Colectivo Guacala
-Octubre/30/2024
¿Qué se hace con el deseo de crear cuando el de criar no deja tiempo? Desde su relación con la escritura, María Fernanda Cardona reflexiona al respecto.
Las relaciones, la autoimagen y el día a día de quienes padecen TLP están marcados por altibajos intensos. Aquí un vistazo a cómo es vivir con la condición.
Brian Lara
-Octubre/22/2024
En Caldas, el Quindío y Risaralda, el muralismo crece desde el trabajo con comunidades que integran los murales al paisaje local. Aquí la historia.
Melissa González
-Octubre/21/2024
“Geranios y conejos” es el nombre de la obra finalista de este artista bogotano, uno de los pintores jóvenes más destacados de su generación.
Ángel Unfried
Ángel Unfried
-Octubre/20/2024
Dedicarse a las labores creativas es también una escuela de vida: invitamos a Pautipeep a mostrarnos con sus viñetas cinco de sus duras lecciones.
Pautipeep
-Octubre/18/2024
¿Qué distancia separa una mesa de tres patas de una escultura? El autor nos cuenta alrededor de esta mesa donde reposan libros, flores y más de una historia.
Nicolás Rocha Cortés
Nicolás Rocha Cortés
-Octubre/17/2024
En un mundo de mercados y herramientas cambiantes, buscamos algunas respuestas y opiniones al respecto en este reportaje sobre la vida creativa.
Jorge Francisco Mestre
Jorge Francisco Mestre
-Octubre/16/2024
El 17 de octubre a las 6:00 pm inaugura en Galería Nueveochenta la muestra curada por Elías Doria; la entrada será libre con coctel de bienvenida.
Bacanika
Bacánika
-Octubre/15/2024
Mapa Teatro propone una nueva versión de La Vorágine desde la voz del pueblo Nukak. Le contamos los detalles de esta impresionante experiencia inmersiva.
Bacanika
Bacánika
-Octubre/15/2024
Con 17 ediciones impresas, Revista Cucú se ha posicionado como referente entre un público selecto: los más chicos del país. Aquí su historia.
Cristina Dorado Suaza
Cristina Dorado Suaza
-Octubre/11/2024
El diseño y la ciencia se observan en esta historia. Desde las primeras civilizaciones hasta la actualidad, las gafas han sido una lucha por ver(se) mejor.
Mariana Martínez Ochoa
Mariana Martínez Ochoa
-Octubre/10/2024
En Colombia tenemos productos extraordinarios para todos los paladares, como estas seis delicias regionales, ilustradas por FEN. ¿Ya las conocía?
Laura Daniela Soto Patiño
Laura Daniela Soto Patiño
-Octubre/09/2024
¿Qué cambia en nosotros cuando dibujamos lo que tanto nos cuesta nombrar? El autor nos cuenta en este testimonio sobre el poder del dibujo íntimo.
Sebastián Barragán
-Octubre/08/2024
¿Debería importarnos cómo hablamos de las especies, territorios y comunidades en torno a la biodiversidad? Sí, y mucho. Dos narradores nos cuentan.
Tierra que se destaca por la ternura y sonoridad de sus palabras, invitamos a Caroca a ilustrar algunas de nuestras favoritas. ¿Ya las conocía?
Carolina Cardona (Caroca)
Carolina Cardona (Caroca)
-Octubre/04/2024
Desde Pereira, Cali, Medellín y Bogotá, estas muestras de arte y espectáculos son los recomendados de Bacánika para que se programe para un mes cargado.
Bacanika
Bacánika
-Octubre/03/2024
¡Aliste ese portafolio y datos personales! Ya llegó nuestro listado mensual de convocatorias para creativos, ilustradores, fotógrafas y artistas.
Bacanika
Bacánika
-Octubre/02/2024
Su pinta de hoy tuvo origen en la clase trabajadora: esa historia está manchada tanto con tintes de colonialismo y racismo, como de rebelión y cultura pop.
Adela Cardona
-Septiembre/30/2024
Invitamos a Luto a ilustrarnos algunos de los más famosos apocalipsis que seguimos esperando mientras se termina la jornada para irnos del trabajo.
Bacanika
Bacánika
-Septiembre/26/2024
Aunque son una compañía cada vez más popular, son pocos los que conocen las plantas que tienen en casa. Aquí se las presentamos para que las pueda cuidar.
Mariana Martínez Ochoa
Mariana Martínez Ochoa
-Septiembre/26/2024
¿Sirve para algo el estilo ajeno? ¿El estilo ajeno o propio es algo más que un invento del arte moderno? Artistas, curadores y académicos nos cuentan.
Soraya Yamhure Jesurun
Soraya Yamhure Jesurun
-Septiembre/24/2024
Si está en Bogotá desde el 30 de septiembre la Fundación Universitaria Los Libertadores trae varios imperdibles para diseñadores, cinéfilos y periodistas.
Bacanika
Bacánika
-Septiembre/23/2024
31 Minutos trascendió la pantalla y dejó una huella imborrable en quienes los siguieron. Una de nuestras periodistas les escribe aquí una carta de amor.
Valeria Herrera Oliveros
Valeria Herrera Oliveros
-Septiembre/23/2024
Una Reina del Drama nos ilustra este catálogo de momentos en los que fue perfectamente ridículo adelantarnos tanto o leer tan mal el contexto.
Una reina del drama
-Septiembre/20/2024
Pronunciamiento oficial del equipo de Bacánika a las reacciones suscitadas por el anuncio de los ganadores de este año.
Bacanika
Bacánika
-Septiembre/20/2024
¿Podría reconocer una potencial pareja en una conversación de 5 minutos con alguien que nunca ha visto? El autor de esta crónica nos cuenta cómo le fue.
John William Archbold
John William Archbold
-Septiembre/18/2024
Si lo cogió la noche sin ideas mientras llega el Día del Amor y la Amistad, no se preocupe: aquí le tenemos más de 20 planes entre Bogotá, Cali y Medellín.
Bacanika
Bacánika
-Septiembre/17/2024
La moda puede hacernos sentir más cómodos dentro de nuestra propia piel. Este diseñador chiquinquireño ha dedicado sus habilidades a traer a la realidad los sueños y personajes que muchas drag queens llevan a su estudio. Aquí una mirada a su trabajo y visión.
Laura Daniela Soto Patiño
Laura Daniela Soto Patiño
-Septiembre/16/2024
¡Ojo pues! Le traemos convocatorias dirigidas a artistas, fotógrafos/as, realizadores audiovisuales, cineastas, estudiantes y periodistas para que se postule.
Bacanika
Bacánika
-Septiembre/16/2024
¿Por qué es tan fácil tragarse de quien no nos dará ni la hora? Son las insidiosas canciones del gran Juan Luis Guerra: aquí sus mejores versos ilustrados.
Laura Daniela Soto Patiño
Laura Daniela Soto Patiño
-Septiembre/13/2024
¡Ya tenemos los 80 seleccionados que harán parte de la muestra del Salón Visual Bacánika 2024 en la Bodega/Comfama de Medellín! Consulte la lista aquí.
Bacanika
Bacánika
-Septiembre/12/2024
Vivir con Síndrome de Ovario Poliquístico es mucho más que no menstruar todos los meses. La autora nos cuenta su experiencia de la mano de una experta.
María Alejandra Argel Guerra
María Alejandra Argel Guerra
-Septiembre/12/2024
¿Ya conoce al encargado de curar las 25 obras seleccionadas para la 17a edición del Premio Arte Joven 2024? Aquí le contamos de su trayectoria y visión.
Valeria Herrera Oliveros
Valeria Herrera Oliveros
-Septiembre/11/2024
Desde septiembre se siente que viene diciembre, pero también una agenda cargada de arte, diseño, ilustración y cuanta cosa entre Bogotá y Medellín.
Bacanika
Bacánika
-Septiembre/09/2024
El daltonismo es más que la visión alterada del color: quienes lo tienen viven el mundo con una perspectiva única. Aquí una mirada a su experiencia y desafíos.
Mariana Martínez Ochoa
Mariana Martínez Ochoa
-Septiembre/06/2024
Tres libros reúnen los conocimientos y hallazgos de tres grandes maestros de la facultad de artes de la Universidad Nacional. ¿Quiénes eran?
Valeria Herrera Oliveros
Valeria Herrera Oliveros
-Septiembre/05/2024
Arte que se remonta a los monasterios budistas del Tíbet, la pintura de thangkas es hoy el sustento de miles de tibetanos, indios y nepalíes. Aquí una mirada.
Emilio Aparicio Rodríguez
Emilio Aparicio Rodríguez
-Septiembre/04/2024
Sergio Ospina es embajador en Colombia de The LEGO Group e invitado a la Toycon 2024. ¿Qué lo llevó a construir un mundo que ya suma más de 90 mil seguidores?
Cristina Dorado Suaza
Cristina Dorado Suaza
-Septiembre/03/2024
En septiembre y noviembre, la convocatoria más grande de ilustración en Colombia ofrecerá esta amplia agenda cultural y artística en Medellín y Bogotá.
Bacanika
Bacánika
-Septiembre/03/2024
¡Porque ustedes lo pidieron! Aquí un retrato lleno de amor de todas esas cosas en las que nuestros felinos favoritos se nos parecen más que cualquiera.
Panderito chan
Panderito chan
-Agosto/30/2024
Pintora, ilustradora, muralista y autora de libros, la valenciana será la invitada especial al Salón Visual Bacánika 2024. Aquí una mirada a su historia.
Mariana Martínez Ochoa
Mariana Martínez Ochoa
-Agosto/29/2024
De la soledad a las tendencias de internet, El chico sin cabello de pan solo oculta su propia identidad. Aquí un perfil de nuestro invitado al Salón Visual.
Mariana Martínez Ochoa
Mariana Martínez Ochoa
-Agosto/28/2024
¿Quién recuerda que la lana boyacense viajó a la Luna? Este artista que, gracias al Apolo 11, viajó al pasado en busca de sus raíces familiares. Aquí la historia.
Cristina Dorado Suaza
Cristina Dorado Suaza
-Agosto/27/2024
¿Cuántos fueron el emprendedor de los dulces o la diseñadora gráfica de los cuadernos hermosos? Aquí un listado de los más icónicos personajes de la escuela.
BluBoi
BluBoi
-Agosto/23/2024
Una de cada cinco panaderías de Colombia queda en Bogotá y La Cata salió a hacer la ruta de algunos de los mejores desayunos que se consiguen en estos locales.
La Cata
La Cata
-Agosto/22/2024
¿Qué puede decir el diseño sobre los futuros que no fueron, sobre los pueblos desdibujados de la tierra? El trabajo de esta diseñadora nos responde.
Andrea Yepes Cuartas
Andrea Yepes Cuartas
-Agosto/21/2024
¿Quién fue Memo Vélez? ¿Qué libro es este con voces, cartas, tiempos y pinturas reunidas por una amiga para intentar retratarlo? La autora nos cuenta.
Esta semana fue declarada la emergencia sanitaria internacional, pero ¿por qué? ¿Qué ha cambiado con la viruela del mono desde 2022? Aquí le contamos.
Bacanika
Bacánika
-Agosto/16/2024